domingo, 19 de junio de 2016

RUIDOS, VOCES, SILENCIO

En esta campaña electoral mis silencios están llenos de gritos enmudecidos. Lo que me rodea, de ruidos y voces. Se oye a los líderes y aspirantes a líderes políticos decir, vociferar, mascullar… tanto que no dicen nada.

Me molesta el fanatismo, quiero escuchar propuestas. Me molestan las soflamas, quiero escuchar argumentos. Me molesta el gracejo mitinero, quiero rigor en el discurso. Me molesta ‘el nosotros y ellos’, quiero escuchar hablar sólo de nosotros.

Los medios de comunicación hacen sus apuestas, inclinan su línea editorial hacia el partido que quieren defender y que se acomoda a su ideología. Se han convertido en unos hooligans más. La independencia de la prensa, refutada; su profesionalidad, en entredicho; su papel de notario de la realidad, una quimera.

Las redes sociales eructan insultos, falsas noticias, descalificaciones indecentes, rescoldos de guerras partidistas…, todo para eliminar al adversario, pero no para argumentar ni siquiera sobre lo propio. Es la consecuencia de haber maleducado a la gente políticamente.

Las redes sociales, fiel reflejo de la insensatez estratégica de los partidos. En política es ‘necesario’ tener un enemigo para levantar la moral de la militancia, aunque sea a base de irracionalidad e insultos. Se vislumbra fanatismo político, que no es menos grave que el fanatismo religioso.

Los grandes partidos no han sido capaces de hacer autocrítica cuando el lobo asomó sus orejas. Creyeron que la tormenta sería pasajera y que después de la tempestad volvería la calma. No hay calma, la tormenta sigue barriendo la comodidad y autocomplacencia del turnismo de estos años de democracia.

El terremoto político de los últimos tiempos ha provocado tal devastación que los que estaban cómodamente instalados han quedado en evidencia, se han quedado sin argumentos a pesar de utilizar los de siempre. Las arengas que daban resultado antes, como si de una pócima mágica se tratara, ya no valen. Ahora el brebaje dicharachero sólo provoca ardor de estómago, cuando no intoxicación.

Los que han destrozado los partidos políticos siguen ahí, al frente de ellos como si nada, se aferran a las poltronas, se consideran imprescindibles, aunque sean líderes de pacotilla. Y la militancia, entretanto, ¿qué dice la militancia: solo callar y acatar, dejarse manipular?

“…si yo escuchaba solamente el silencio, era porque aún no estaba acostumbrado al silencio; tal vez porque mi cabeza venía llena de ruidos y de voces” (Juan Rulfo, Pedro Páramo).