lunes, 31 de agosto de 2009

70 ANIVERSARIO DEL INICIO DE LA II GUERRA MUNDIAL

El primero de septiembre se cumple el 70 aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Justo ese día del año 1939, a las 4,45 horas, el acorazado alemán Schleswig-Holstein disparó en Polonia los primeros cañonazos en la base polaca de Westerplatte, cerca de Gdansk. Se daba así el pistoletazo de salida a una de las mayores tragedias de la humanidad. Una contienda que se cobró la vida de unos 50 millones de personas, entre ellos, cerca de seis millones de polacos.
Hoy esta segunda gran guerra del siglo XX es sinónimo de destrucción, horror y muerte generalizadas. Ciudades destruidas, campos arrasados, vidas destrozadas… Espeluzna ver las imágenes de las sombras esqueléticas de miles y miles de personas amontonadas sobre carrillos de mano, carretas o amplias fosas, movidos en muchos casos, como si fueran montones de arena, por máquinas excavadoras, para comprender el horror que se vivió.
La capacidad destructora del hombre se puso de manifiesto y llegó a sus máximas consecuencias no solo con el lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, sino en otros órdenes de la vida hasta alcanzar la máxima depravación moral y ética.
Sin embargo, no vamos a seguir relatando los horrores de la guerra. Existen multitud de manuales que nos detallan cualquier análisis o dato que nos interese. Vamos a detenernos en lo que vino después de ella.
Y lo que vino, a mi juicio, fue un mundo igual o peor al que existía antes de ella. Es posible que esta afirmación resulte un poco chocante cuando se han dado pasos tan importantes para preservar los derechos humanos o cuando vivimos en la sociedad del bienestar, las comodidades y el desarrollo. Pero no me dirán que lo antedicho resulta ser un espejismo que encubre una realidad más cruda para tres cuartas partes de la humanidad.
Detrás de la gran guerra debería haber llegado un periodo de sensatez y cordura en la convivencia mundial. Y esfuerzos no faltaron: creación de organismos internacionales, con la ONU como principal referencia. Pero el mundo después de la II Guerra Mundial no se convirtió en un espacio mejor de convivencia y de paz, a pesar del impulso dado por alcanzar una mayor concienciación de la población mundial a favor de la paz.
Después de la gran guerra no ha existido un solo minuto de paz en nuestro planeta. Lejos de producirse un choque de civilizaciones, como defiende la falaz tesis de Samuel Huntington, lo que sigue habiendo detrás de cada conflicto son los mismos intereses económicos, políticos y geoestratégicos que han primado en la historia de la humanidad. La segunda gran guerra supuso una hecatombe mundial, pero las enseñanzas que se sacaron, que fueron muchas, no se han aplicado como debieran.
No estoy tan seguro de que el mundo que heredamos tras esta contienda fuera un mundo mejor. Quizás no tuviera los mismos defectos que afloraron antes del estallido bélico, pero existen otros que lo han hecho un espacio bastante inhóspito (de hospitalidad, quiero decir) para el ser humano.
En la época histórica de mayor progreso económico, los niveles de pobreza no solo no han disminuido sino que se han incrementado. La pobreza no solo no ha reducido el territorio afectado sino que se ha extendido por más rincones del planeta. La tensión y los conflictos no se han contraído, más bien se han incrementado y diseminado por todos los territorios.
Las zonas privilegiadas del planeta (zonas desarrolladas, me refiero) quizás hayan quedado fuera de los conflictos bélicos, con sus excepciones (conflicto de Yugoslavia), pero el resto del mundo no se ha librado de la lacra de la violencia. Todos los continentes han tenido conflictos bélicos al menos en los últimos treinta años.
Haber cumplido 70 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial debe movernos a la reflexión no a la conmemoración. Recordar que se cumplen siete décadas del inicio de una guerra que horrorizó al mundo debe servirnos para aprender una lección que en estos setenta años creo que no hemos hecho nuestra.
Debemos mantener intacta la capacidad de horrorizarnos como medio para no consentir las decisiones arbitrarias y en contra de los derechos humanos que a diario adoptan los gobiernos de todo el mundo. Y que se salve el que pueda.
Podría haber hablado de lo que la humanidad ha progresado en todos los sentidos desde la guerra, pero hay tanto dolor y tanta injusticia repartida por el mundo que no podemos instalarnos solo en la complacencia de lo bien que estamos o vivimos en nuestra sociedad de privilegios.
Acaso derivando el comentario en este sentido pueda uno mantener la conciencia activa.
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(Este artículo, más ampliado, ha sido publicado en el diario IDEAL de Granada el 5 de septiembre de 2009)

sábado, 22 de agosto de 2009

NO TODO ESTÁ BAJO EL DICTADO DE LAS LEYES NATURALES

Todavía existen lugares en la Tierra donde las leyes naturales dictan su inexorable sentencia. Incluso para el hombre.
Recuerdo los documentales sobre el Serengeti o Masai Mara que, entre sus enseñanzas, nos mostraban una de las leyes naturales: los animales más débiles caen con más facilidad presa de los depredadores.
Una fractura en la pata del ñu o de la gacela thompson era sinónimo de muerte. La implacable ley de la naturaleza terminaba poniendo al desdichado animal bajo las garras y los colmillos de algún depredador.
En las últimas semanas hemos asistido a los preparativos del frustrado rescate del alpinista Óscar Pérez, anclado a 6.300 metros de altitud en el Latok II del Karakorum pakistaní. Óscar sufrió una caída fracturándose una pierna y una muñeca.
La naturaleza aquí tampoco perdona, aunque se trate de un ser humano. De nada han valido los esfuerzos de sus compañeros alpinistas del Club Peña Guara. Las condiciones meteorológicas de estos adversos y al tiempo maravillosos espacios naturales han dictado sentencia.
La historia de Óscar es la de un ‘robinson crusoe’. El individuo frente a la naturaleza, pero distinto. En la isla, el náufrago se servía de la naturaleza para sobrevivir en un medio benévolo. Lo único que le atormentaba era la soledad y la falta de vida social. A 6.300 metros de altura y con la atmosfera revuelta, la naturaleza concede escasas oportunidades, por no decir ninguna, a un individuo mermado físicamente.
Crusoe albergó la esperanza de que algún barco fondeara en su isla. Óscar seguro que ha mantenido la esperanza de escuchar el zumbido de la hélice de un helicóptero.
No quiero imaginar si quiera que sus pensamientos se atormentaran con la idea de que estaba sentenciado a muerte en la repisa de una pared montañosa en la soledad más absoluta.
Nadie ha podido hacer nada por él, a pesar de los encomiables esfuerzos de mucha gente.
Pero hay otras situaciones donde sí se puede hacer mucho por una persona. Este episodio me ha recordado aquella impactante imagen del niño desnutrido paralizado por el hambre que en cuclillas sobre la tierra árida y polvorienta de un paisaje africano esperaba la muerte con un buitre al acecho. Se moría como habrá muerto Óscar, pero al contrario de la imposibilidad del rescate de éste, a ese niño se le podía haber rescatado de las garras de la muerte. Él, como otros muchos, sí podría haber tenido una oportunidad.
La muerte acecha en la naturaleza, pero no hasta el extremo de dejar que alguien que está a nuestro alcance muera de hambre. Aquí ya no tiene cabida la ley natural.
No todo está bajo el dictado de las leyes naturales como algunos nos quieren hacer creer. Como tampoco es irremisible que cientos de personas mueran en una guerra.

jueves, 6 de agosto de 2009

DELFINA ACOSTA RESEÑA LA BIOGRAFIA DE MATILDE CANTOS EN ‘ABC COLOR’ (PARAGUAY)


La prestigiosa poeta, narradora y periodista, Delfina Acosta, ha publicado una reseña de la biografía de Matilde Cantos Fernández, Matilde Cantos, el compromiso social, en ABC Color de Paraguay.
El diario ABC Color fue fundado el 8 de agosto de 1967 y con él se abría la época contemporánea del periodismo en Paraguay. Es un periódico que nació con vocación de defender la libertad. Y por este motivo, encontró momentos difíciles en su trayectoria hasta el punto de sufrir persecución algunos de sus periodistas y ser clausurado durante cinco años (1884-1989).

Esta irrenunciable vocación de defensa de la libertad de expresión y sus esfuerzos por acompañar a los sectores sociales que buscaban la modernización del país le acarreó un continuo enfrentamiento con la dictadura del general Stroessner. El periódico fue calumniado, hostigado, perseguido y, posteriormente, clausurado el 22 de marzo de 1984. Hasta que el 22 de marzo de 1989 reinició su edición.
Delfina Acosta es una creadora nacida en Asunción, aunque como ella misma nos dice en su blog (http://delfinaacosta.blogspot.com/) su infancia y su juventud pertenecen a Villeta, donde cursó sus estudios primarios y secundarios. Aunque química-farmacéutica de profesión, se ha dedicado a la creación literaria desde muy joven. Recomiendo una detenida visita a su blog para conocer mejor su biografía y su obra.
Delfina es columnista de ABC Color, donde hace comentarios literarios sobre los escritos de poetas y narradores en el Suplemento Cultural. Actualmente dirige el Taller de Poesía de la Universidad Iberoamericana.
Es una satisfacción comprobar que la figura de Matilde Cantos también será conocida por la sociedad paraguaya gracias al interés y al buen hacer periodístico de Delfina.
Para quienes estéis interesados, el enlace de la reseña que Delfina Acosta publicó el 17 de julio de 2009 en ABC Color, bajo el título "Matilde Cantos, el compromiso social", es el siguiente:

http://www.abc.com.py/abc/nota/4503-Matilde-Cantos,-el-compromiso-social/

lunes, 3 de agosto de 2009

UNA DE PIRATAS


Quizá ahora que la canícula se está ensañando con nosotros sea el momento para recordar historias del mar. De esas que España sabe bastante, no en vano cuenta con más de tres mil kilómetros de costas y otrora dominó los mares.
En la época de ese esplendor marítimo, allá por los siglos XVI y XVII, España mantenía un lucrativo comercio con las Indias. De ese negocio, Inglaterra y otros países reclamaron su parte, aunque la primera se significara por sus malas artes. Isabel I de Inglaterra, la reina virgen, y sus secuaces, representados en el pirata Drake, se ocuparon de ello.
La piratería fue rapiñando todo lo que pudo del gran volumen de riqueza que viajaba de América a España. Y es que cuando hay algo donde echar mano allí que apremia sus pasos todo ‘quisqui’, y no digamos todo quinqui.
Desarrapado, con smoking, guante blanco o parche en el ojo. Da igual.
Por tierra, por tierra o por aire. Da igual.
El caso es que acuden como moscas a la golosa miel.
Durante siglos España tuvo que soportar la piratería que hostigó y abordó los barcos españoles. Los que no fueron robados, se hundieron, y pocos llegaron indemnes porque, en su caso, algún tributo habrían pagado para concluir una feliz travesía.
Hade dos años la empresa estadounidense Odyssey Marine Exploration, indagó en las costas del Algarve en busca del hundido buque de guerra Nuestra Señora de las Mercedes, que transportaba un cargamento de más de quinientas mil monedas de oro. Este buque había zarpado de las costas del virreinato del Perú y el 5 de octubre de 1804 fue hundido por barcos ingleses.
Entretanto se producía un río de reclamaciones y polémicas en torno a su propiedad, y las hemerotecas pueden dar fe de que llovieron los pretendientes, entre ellos, el Estado español, el tesoro se rescató y el Odyssey lo puso rumbo a EEUU.
¿Ha perpetrado el Odyssey un acto de piratería?
¿Qué les parece si en ese momento nuestras autoridades marítimas hubieran abordado el Odyssey y lo hubiesen dirigido a un puerto español, en vez de dejarlo escapar a EEUU?
¿Habríamos quebrantado, en tal caso, la legalidad que respalda el tránsito por aguas internacionales y nos habríamos convertido asimismo en piratas del siglo XXI?
¿O quizás sólo se hubiera tratado de una cuestión interpretativa acerca de la jurisdicción en la que se encontraba el tesoro, de quién era su propiedad o si el barco era un navío de la Marina española? Algo así como cuando las autoridades marroquíes o portuguesas nos apresaban un pesquero en aguas internacionales. O como cuando Canadá hizo algo parecido en la llamada guerra del fletán.
Lo cierto es que ahora tendríamos el tesoro en casa. Se estaría litigando acerca de su propiedad, pero el tesoro estaría aquí, en España, y no allende los mares, en Florida. Y en tal tesitura, a litigar se ha dicho, todo lo que nos apeteciera litigar. Mientras, el tesoro en nuestro país y a esperar que la Justica se pronunciara. Seguro que ya no tendríamos prisa y nos daría igual eso de la lentitud de la Justicia.
Lo dicho: el tesoro estaría en casa. La espera sería más plácida. Y: “paciencia piojo que la noche es larga”.
A veces, a nuestro país, en esto de las relaciones internacionales, se le han escapado las mejores.
¿Y por qué será que a los ingleses no?
Y que me perdonen los ingleses por meterlos en este desaguisado.