lunes, 29 de julio de 2013

DE LA SERPIENTE DE VERANO A LA TENIA DE VERANO

Este verano no está siendo como otros veranos. Hemos mediado ya la estación y la prensa no ha necesitado ninguna de esas noticias que llamamos ‘serpiente de verano’, salvo las futboleras con esos fichajes que sólo están en la mente de los redactores de la prensa deportiva. En estos días, incluso semanas, la actualidad no le da tregua para echar esa canilla al aire ‘inventando’ alguna historia curiosa de bajo perfil informativo, pero de notable impacto mediático. Digamos que ahora tiene todo lo necesario para rellenar los huecos que en otro tiempo resultaba difícil completar en los periódicos impresos o las páginas web.

Siempre están esos fijos de verano: una ola de calor sobre la que dar consejos para proteger la piel o hidratar los cuerpos, o la estrambótica vida de famosos para curiosear. Y otros, por desgracia, menos deseables: los incendios forestales o esos inoportunos e indeseados accidentes masivos. Sin embargo, este verano parece diferente. Tenemos, entre otros, banqueros que salen y entran de la cárcel, el caso Bárcenas de financiación ilegal de las arcas del PP y de los bolsillos de su cúpula dirigente, los ERE fraudulentos de Andalucía que siguen y siguen, y unas decisiones del Tribunal Supremo repartiendo un poco de vaselina y perdones a unos cuantos angustiados de distintos partidos, quizá para contentarlos a todos. Ya no está imputado Pepe Blanco por el caso Campeón, ni Jaume Matas tendrá que ir a la cárcel por una de esas ‘cosillas’ del caso Palma Arena. A todo esto se ha sumado lo de las primarias ‘non natas’ del PSOE de Andalucía, como una muestra inequívoca de que cuando un problema se quiere resolver con eficiencia para qué contar con tanta gente.

Incluso ha aparecido una reciente sorpresa: la afiliación al PP del presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos, cuando ha tenido que dirimir con su voto algún asunto sobre personas de ideología contraria o recursos judiciales presentados por partidos de la oposición. Como veis, poco margen para el aburrimiento y mucho donde elegir para llenar páginas y páginas.

Ya no hay ‘serpientes de verano’ como las de antes (algunas hasta eran divertidas) que permitían a uno, llegado septiembre, encontrarse descansado y con energías renovadas para afrontar el nuevo curso, porque no nos abochornaban y no nos hacían sentir vergüenza social ajena como estas indecencias que nos atropellan a diario. Ahora quizá sea más apropiado hablar no de ‘serpiente de verano’ sino de otra figuración de longitudinal cuerpo, acaso más peligrosa: ‘tenia o solitaria de verano’, pero con alcance interestacional.

El organismo democrático de nuestro país está infectado por algo parecido a una solitaria que está sorbiendo el ánimo democrático de los ciudadanos. Nuestra democracia está mostrando todos los síntomas de la infección parasitaria: extremada delgadez democrática, captación de nuestros nutrientes morales y éticos por el parásito y una piel externa con una impostura triste y demacrada. Mientras que algunos de sus segmentos o proglótidos siguen desprendiéndose con el riesgo de continuar infectando organismos aún sanos. Afortunadamente otros segmentos están siendo desprendidos para eliminarlos por la encomiable lucha de la ciudadanía, en pro de evitar en lo posible que sigan esquilmando la democracia en su totalidad. Si bien, desgraciadamente, la parte más dañina de esta solitaria, la cabeza o escólex, continúa sometiendo a la democracia a un continuo estado de choque y debilitamiento.

Cuando nuestra democracia estuvo en fase embrionaria en algún momento de su desarrollo algo debió atrofiarse para llegar hasta donde hemos llegado. ¡Cuánto nos estamos lamentando de ello!

domingo, 21 de julio de 2013

WERT: FRACASARÁ TU REFORMA

Seis personajes en busca de autor es la obra de Luigi Pirandello en la que un grupo de personajes irrumpen en el ensayo de una pieza teatral buscando un autor que se ocupe de escribir su drama. Los personajes habían quedado desvalidos, huérfanos, desprovistos del marco donde desempeñar sus papeles, fuera de cualquier dimensión espaciotemporal, ningún autor había escrito el texto que debía conformar el contenido de su historia. Con esta cita me refería en La educación que pudo ser a los problemas que tuvo la LOGSE en su implementación (a pesar del gran consenso que aunó) para encontrar los ‘autores’ (los artífices) que la llevaran a la práctica en las escuelas y en las aulas, ese profesorado que la asumiera como suya, sobre todo en Secundaria. No encontró artífices suficientes, y esto se convirtió en uno de los obstáculos para su desarrollo pleno. Aquella ley, en su filosofía, venía a propiciar una nueva orientación de la educación, a adaptarla a las exigencias de la sociedad democrática de la España de entonces, pero las dificultades para hacerse realidad en las aulas menoscabaron el gran corpus de pensamiento que la avalaba. Fueron bastantes sus detractores, hasta que terminó convertida en injustificado sinónimo de fracaso cuando el paradigma de la eficacia y los enfoques empresariales y economicistas se fueron imponiendo en la educación con el inicio del siglo veintiuno.

Ahora se presenta una nueva reforma educativa (otra más) impulsada en esta ocasión por el Partido Popular y, en su nombre, por el ministro José Ignacio Wert. Mucho me temo que estemos frente a una situación semejante a la que suscita el drama de Pirandello. Uno de los grandes errores de quienes han impulsado reformas educativas en España es no haber caído en la cuenta de que los que las harán buenas o malas son los centros educativos y los que trabajan en ellos. Wert se ha empeñado en hacer una reforma contra viento y marea (contra todos), en la que poca gente está implicada, salvo algunos poderes fácticos con intereses a veces poco confesables. Sin embargo, no están implicados los que han de ser los auténticos artífices de la misma: el profesorado, ni tampoco otros apoyos sociales y profesionales que puedan remar a su favor. Wert ha adoptado el papel del fanático McEachern, el personaje creado por William Faulkner en Luz de agosto, empeñado en que su hijo adoptivo Joe Christmas aprendiera el catecismo a latigazos. Parece mentira que nuevamente se caiga en el mismo error que en reformas anteriores. Quizá esto tenga su lógica, aunque no deja de ser una torpeza. La lógica de quienes asumiendo un cargo de responsabilidad creen tener el mundo bajo sus pies y se consideran salvadores del desastre, obviando todo lo que se ha hecho hasta ese momento, como si ya no sirviera de nada. Es el mal de la obsolescencia en educación.

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sábado, 13 de julio de 2013

UN LIBRO Y UNA PLUMA PARA CAMBIAR EL MUNDO

En defensa del reino del hombre y su justicia Blas de Otero pedía la paz y la palabra. Para cambiar el mundo Malala ha pedido en la ONU un libro y una pluma.

Hace menos de un año supimos del bárbaro atentado que sufrió esta chica paquistaní a manos de los talibanes por querer ir a la escuela. Fue un acto vil que demostró el miedo que muchos tienen a la educación de las personas y de los pueblos. Hay quienes prefieren la ignorancia al saber y al conocer, y desean la sumisión a la capacidad de entender, valorar y criticar.

Hoy Malala ha estado en la sede de Naciones Unidas para hablar de ella y del deseo de saber y conocer que una vez quisieron sesgarle acabando con su vida. En este foro mundial ha pedido que se invierta más en educación, y lo ha expresado con sencillez: “Un niño, un lápiz y un libro pueden cambiar el mundo”. Y también ha dicho: “La educación es lo primero”. Una frase que estamos acostumbrados a escuchar tantas veces en política, y casi siempre con un falso tono de aparente franqueza, pero que escuchada en la voz blanca y limpia de Malala ha sonado transparente y sincera.

Malala ha tomado la palabra en la ONU para ensalzar la educación y hacernos ver que es el camino. Y esto dicho por una niña perteneciente a un país donde la discriminación y la precariedad en la educación son moneda corriente (y por alguien que ha arriesgado su vida por ejercer ese derecho, no lo olvidemos) suena con aire rotundo y convincente, como si fuera un aullido entre tinieblas. Sus palabras se han percibido como el resplandor necesario para que de una vez por todas nos ocupemos de los millones de niños y niñas que no van a la escuela o reciben una educación escasa.

Ella no tiene más que la palabra para defender la educación, no dispone de otros medios, salvo esa experiencia vital tan atroz. Aun cuando hubiera perdido su vida no le habrían arrebatado la palabra, porque su muerte hubiese proclamado un mensaje claro a favor de una causa imperecedera. Pero afortunadamente le ha quedado la vida para poder ejercer ella misma la palabra, y para levantar la voz por la educación en el mundo y defenderla como un derecho. Igual que nos queda la palabra en los versos de Blas de Otero: “Si he perdido la vida, el tiempo, todo / lo que tiré, como un anillo, al agua, / si he perdido la voz en la maleza, / me queda la palabra”.

Malala no ha pedido más que un libro, una pluma o un papel para cambiar el mundo. Cuánta grandeza hay en las cosas simples y pequeñas, esas que en nuestra sociedad de consumo asilvestrado nos parecen tan poco, olvidando que la verdadera revolución nace siempre del espíritu. Bien haríamos, con detenida reflexión, en pensar en lo dicho por Malala, seguramente entenderíamos mejor lo importante que es mimar nuestra educación.