jueves, 29 de julio de 2010

LIBERTAD PARA CUBA, PERO NO DE LA MANO DE ESTE SEÑOR

En este foro hemos pedido libertad para Cuba porque estamos convencidos de que este país lo necesita desde hace tiempo. Pero no de la mano de José María Aznar.
No es precisamente la persona adecuada para lanzar soflamas libertarias. Ha dado sobradas pruebas de su desprecio por la libertad de los demás.
Este señor metió a España en el desatino de la guerra de Irak. Cada vez estoy más convencido que lo hizo por pura razón megalómana, que lo embriagó durante su etapa de gobernante.
Se me antoja que en cuestiones de libertad y de dictaduras no tiene las ideas muy claras; o quizá sí las tenga demasiado claras.
En octubre de 1998 el juez Baltasar Garzón dictó un auto de detención de Augusto Pinochet. Fue el momento en que la Justicia pudo ajustar cuentas con este dictador sanguinario.
El Gobierno de Aznar tuvo una actitud sospechosamente laxa, con una Fiscalía General del Estado poco colaboradora.
Tipo oportunista donde los haya, cuando fue presidente del Gobierno llevó a cabo una política exterior con Cuba agresiva y sin sentido, que no condujo a nada, más que a bravuconadas ‘perejilistas’. No favoreció una política sensata que impulsara la posibilidad de dar pasos para acabar con el régimen castrista.
Se puso bravucón y enardeció el estúpido orgullo del dictador. ¡Muy inteligente por su parte! No le faltó más que invadir la isla al alba, como la de Perejil, quizá buscando esa obsesión suya por pasar a toda costa a la posteridad.
¿No será que por a causa de esa frustración se metió en la aventura de Irak? Ahí tenía asegurado el paso a la historia, al menos por apoyar una guerra que ha dejado un reguero de cientos de miles de muertos. Y entretanto el Tribunal Penal Internacional sin pronunciarse.
Su benevolencia con el dictador chileno contrasta con la virulencia hacia el dictador cubano. Algo no cuadra en este proceder, ¿no será que le van las dictaduras, pero las de derechas?
Un consejo a los presos liberados cubanos: ¡Apártense de este señor, no os conviene como aliado para la causa de la libertad para Cuba!

jueves, 8 de julio de 2010

LA ENCOMIENDA DEL MINISTRO

“Os encomendamos seguid en la custodia de los valores por la educación y la formación”. Ésta es la encomienda que el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, nos trasladó a quienes habíamos recibido la Encomienda de Alfonso X el Sabio.
Me vais a perdonad, queridos lectores de este blog, esta subida de vanidad, pero quería contaros que el pasado día 7 de julio tuve la honor de recibir la mencionada Encomienda en el solemne salón Goya del Ministerio de Educación.
Dicho esto, también quiero trasladaros que me encontré a un gran ministro de Educación, no porque me impusiera semejante distinción, sino porque sus palabras en el acto desvelaron su capacidad y clarividente visión de la educación. Ya demostrada en el tiempo que viene ejerciendo su labor al frente de este departamento.
Desde que fue nombrado ministro, Ángel Gabilondo se impuso como tarea principal llegar a un pacto educativo. Hasta el momento no lo ha conseguido. “Todo se andará” me dijo al oído entre tanto anudaba la cinta de la medalla a mi cuello.
Ha habido ya un primer fracaso. No sé si llegaremos a otro. En el mundo de la educación, que debería concitar todos los acuerdos posibles, existen muchos intereses particulares. Hay muchos sectores políticos y sociales que no están dispuestos a llegar a un pacto. La escuela es lo que menos les importa, aunque ninguno lo diga, como es obvio.
“Además de muchas competencias, mucha dedicación, mucho conocimiento y muchos valores también hace falta mucha buena gente”, dijo en algún momento de su discurso el ministro. “Ustedes están encomendados a proseguir siendo buena gente”, se refirió a nosotros, los encomendados.
Éste es el mejor ministro para el pacto, porque por su capacidad, inteligencia y talante reúne las condiciones para ello. Pero, ojalá me equivoque, no lo van a dejar. Ni los unos ni los otros.
Estoy convencido de que si no se consigue un pacto por la educación no será por su incompetencia, sino por la incompetencia de otros.
En sus palabras nos hizo saber que se nos llena la boca de términos grandilocuentes: equidad, inclusión, igualdad de oportunidades, retos sociales y económicos, de calidad de la educación… pero que ese discurso lo llevamos diciendo muchos años sin que hasta ahora hayamos pasado a la acción. “Esto ya nos lo sabemos… ahora necesitamos buena gente en acción trabajando por ello”, vino a decirnos.
Durante su intervención me asaltó un mal presagio: una persona de su capacidad no sé si va a durar mucho en el mundo de la política, es demasiado inteligente, y esto provoca repelús a su alrededor.
Seguramente porque él, como ‘hombre bueno’, desentona en el actual panorama político que se extiende a lo largo y ancho de nuestro país.
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