miércoles, 23 de noviembre de 2011

ES EL MOMENTO DEL CAMBIO


Cambio es una palabra muy socorrida en política. Cuando se utiliza tanto será porque los grandes estrategas y diseñadores de eslóganes políticos la tienen en buena estima. Pues bien, aquí también vamos a recurrir a ella, aunque me reserve opiniones respecto al uso (abuso, diría) del término.

El PSOE ha entregado el poder a la derecha en España. Los resultados de las elecciones del 20-N así lo constatan. Más de cuatro millones de votantes han dejado de votar al partido socialista.


Es lo que se preveía después de una cadena de decisiones de gobierno poco meditadas y, otras, no menos acertadas en el ámbito del funcionamiento interno del partido. No es ventajista, mis labios están marcados por la mordedura de los dientes de tanto callar. Demasiada deriva política en el ejercicio del poder. Y nefasta gestión de los tiempos de cara a las elecciones. Hace meses se tenía que haber producido ese cambio en la Secretaría General que ahora se pospone para febrero de 2012, mal momento con las elecciones andaluzas a la vuelta de la esquina. Grave error de estrategia.


En España hacemos política decimonónica para ciudadanos del siglo XXI. En el siglo XIX la sociedad española era analfabeta en un porcentaje del 80 %, había muchas carencias intelectuales y de trasvase de información, obviamente hoy esto ha cambiado: mayor instrucción, capacidad para enjuiciar y opinar, sentido crítico. Es así como los ciudadanos demandan mayor participación en los asuntos sociales y políticos que les conciernen, se quieren sentir más protagonistas, a pesar del grado de manipulación que les sobrevuela. Ahora la política y los políticos no están para resolverles los problemas sin más, sino para acompañarlos en la resolución de sus problemas.


La sensación que se tiene es que desde hace tiempo el partido socialista necesita una transformación (hay quien habla de refundación). Quizá ahora sea el momento de ese cambio, pero un cambio tanto de personas como de ideas. Cambio de personas en la organización federal y en las organizaciones autonómicas y locales. Cambio de ideas para hacerlo un partido adaptado a los nuevos tiempos. No vale sólo el cambio de personas si no se cambian las ideas. Como tampoco cambiarán las ideas con los mismos dirigentes.


El PSOE tiene que empezar por trasladar a la sociedad un mensaje nuevo. Un mensaje que habrá de venir determinado, en primer lugar, a través de gestos relevantes. Entre ellos, más decencia, algo que la ciudadanía realmente perciba y palpe: la política no es una oficina de colocación para los 'allegados'. La moral y la ética públicas deben estar presentes a través de modos y conductas que sean ejemplo para la ciudadanía, nada de excesos y ostentaciones, estar más cerca de la vida civil. En ello el partido socialista tiene que ser modélico.


En segundo lugar, configurar un partido para el siglo XXI, donde tanto las listas abiertas como la limitación de mandatos sean dos objetivos. La ciudadanía tiene que verle la cara a quien le vota, pedirle cuentas si es necesario, votándolo o rechazándolo. Hay que dignificar la política con mandatos limitados, donde el político no se perpetúe, donde se produzca una necesaria permeabilidad entre la vida política y la vida social. Volver a la actividad profesional después de haber ejercido un cargo público es aconsejable para la buena salud democrática del país y del individuo. Fundamentalmente por dos razones: primero, por no perder el contacto con la realidad y la sociedad, que se pierde con tanta facilidad; segundo, demostrar que la política se hace como un auténtico ejercicio de servicio público y no como una plataforma la que algunos se aferran.


¿Y las primarias?, las primarias son uno de los grandes valores que posee el partido socialista y, sin embargo, ha sido tergiversado su sentido en los últimos tiempos. Los mensajes confusos se han prodigado, en unos sitios eran símbolo y ejemplo de democracia de partido; en otros, un obstáculo, un mal trance que ponía en cuestión al partido. Esto último se llama miedo a la democracia y esa fue la contradicción que se vivió en las elecciones autonómicas y municipales de mayo. La ciudadanía, entre tanto, más que confusa, perpleja. 
El PSOE tiene que mantener ese espíritu transformador de la sociedad, el mismo que le ha hecho ser un motor de cambio histórico. Y los cambios en el funcionamiento interno y de la política en general son los que tocan ahora.

Hay dirigentes que ya han agotado todo su crédito. Los que han llevado al fracaso al partido socialista en las dos últimas citas electorales no pueden liderar ahora la renovación ni el cambio. Dejémonos ya de santos ‘barones’, y más presencia de la militancia en la toma de decisiones. Cuidado con las manipulaciones o dejar la poltrona al heredero o heredera. Es preciso acabar con cualquier atisbo de oligarquía en el partido socialista. Que nadie venga ahora a tutelar cambios de dirigentes, la palabra la tiene que tener la militancia. El partido socialista tiene que estar en otra onda distinta a los demás partidos, debe ser un partido del siglo XXI, donde el calado de la democracia interna sea un valor a transmitir con una notable presencia y desarrollo práctico.


Es el momento del cambio, pero de cambiar de verdad, no con fuegos artificiales como gusta a los que hacen estallar los que a toda costa pretenden mantenerse en el poder. Es el momento de una reflexión profunda.


Una mirada a las dos entradas de este blog (5 y 13 de septiembre) referidas a la socialdemocracia pueden aclarar algunas ideas más.


Por cierto, a Rubalcaba habría que levantarle un monumento en el partido socialista por el ‘marrón’ que ha tenido que tragarse cuando los que tenían que haber dado la cara se han escondido.

domingo, 20 de noviembre de 2011

OTOÑO

Donde vivo el otoño se desnuda dejando la misma impronta que él impone a los numerosos árboles que aquí proliferan, a pesar de la especulación urbanística de la que estos parajes, aunque menos, tampoco se han librado.
Está siendo un otoño duro y difícil para la vida de la gente, tan distinto del otoño meteorológico, cálido, de transición lenta al invierno que hasta ahora nos ha acompañado.
Los ocres, los marrones, los amarillos desvirtuados, los anaranjados imposibles o los tonos violáceos están presentes en cualquier punto donde se mire. Es la otra explosión de colores del año, distinta a la de la primavera, pero cargada también de vida, sentimientos y emociones.
El invierno se aproxima en el hemisferio norte, y cuando el frío congele las aguas de los charcos y las fuentes me temo que lo hará también de las muchas ilusiones y anhelos de la gente. Los augurios en la economía presagian que las penalidades seguirán in crescendo, que los efectos negativos en la economía seguirán cebándose con el común de las personas.
En la economía del mundo desarrollado hace tiempo que penetró un invierno que se antoja inacabable. El eterno invierno duro, gélido, casi infinito de Guerra y paz que acabó con el ejército napoleónico.
Los mercados tienen una cara cada vez más reconocible y un alma cada vez más desalmada. Mientras, los poderes públicos cambian de cara pero no dejan de ser el títere que les interesa a los poderes económicos. Han cambiado, pasándose la soberanía popular por el forro de las bolsas de caudales, a los gobiernos de Grecia y de Italia. Como si la democracia fuera una mera formalidad.
Ante tanta degradación cobijémonos, aunque sólo por un momento, en este otro Otoño de Juan Ramón Jiménez:

Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.

Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!

¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!

En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.

viernes, 18 de noviembre de 2011

BOTINES

Nadie como Botines me está dibujando el implacable paso del tiempo. Ni los cambios que anuncian el crecimiento acelerado de Ángela e Inés, ni la imagen del amigo que he vuelto a ver transcurridos veinte años, ni siquiera los cambios estacionales que me muestran cada mañana la parra virgen aferrada a la tapia o la exuberante higuera del jardín, son capaces de trasladarme la profunda sensación del paso del tiempo que me trasmite Botines.
Hace pocos meses corría con agilidad juvenil, estaba alerta y levantaba la cabeza ante un ruido poco familiar. Ahora es incapaz de seguir el camino que le lleve a lugares que siempre han sido familiares. Sus ojos ya no le abren ventanas al mundo, ni su olfato es capaz de rastrear donde se encuentra la comida, a duras penas ya le guían.
Antes él te acompañaba, ahora eres tú quien lo acompañas. Antes vigilaba tus movimientos, ahora solicita que vigiles los suyos. Aún recuerdo cuando con orgullo asumía su papel de guardián de la casa y husmeaba cualquier rincón, ahora tiene necesidad de ser protegido.
El tiempo es uno de los grandes enigmas del hombre. Ese tiempo que constituye un preciado patrimonio individual, a decir de Baltasar Gracián. A veces siento que nos pasa como a Juan Preciado que, empeñado en buscar a su padre Pedro Páramo, es incapaz de encontrar un tiempo que para él ya está perdido, a pesar de su incansable tráfago en el mundo de las sombras.
Sólo en Botines aprecio con nitidez que el tiempo pasa y que va dejando signos palpables de todo lo que es finito. Botines es mi perro, es el hermano de Cuca y el hijo de China. Sólo queda él. Pronto nos dejará y se dará paso a los recuerdos.
García Márquez concluía El otoño del patriarca con aquella memorable sensación de que aquel tiempo de la incontable eternidad, centrada en la maldad, la crueldad, la ignominia o la abrumadora tiranía, había por fin terminado.
Botines es posible que haya entrado ya en ese estado de melancolía que nos arranca pedazos de la vida sin compasión. Pero lo cierto es que sólo a través de él estoy encontrado en este momento la irrefrenable percepción diaria de que el tiempo pasa.

* Botines nos ha dejado, el 30 de noviembre por la mañana, le faltaban dieciséis días para cumplir los quince años. Hoy, 2 de diciembre, puedo asegurar que hemos entrado en el tiempo de los recuerdos.

viernes, 11 de noviembre de 2011

LA BIBLIOTECA

En los recuerdos más lejanos de mi infancia han estado siempre presentes las bibliotecas (pública o escolar). Esa ficha que rellenaba con letra grande e infantil, con el préstamo de Las aventuras de Tom Sawyer o 20.000 leguas de viaje submarino, mimando el libro prestado, cuidándolo para entregarlo en el mismo estado de conservación que lo había recibido.
Después, también. Nunca se me ha acabado la admiración por una biblioteca, desde la Biblioteca Nacional, la más frecuentada del Hospital Real, la de la Facultad de Letras, o la de un colegio o instituto. Siempre me he sentido embargado por una fascinación que no sabía explicar. Era como si me sintiera en mi hábitat natural y no lo supiera, como el renacuajo que se zambulle en una charca pero no es consciente del volumen de agua donde se encuentra.
Las bibliotecas son depositarias del espíritu de los libros y de las gentes que las visitan. Terminan acomodándose a las comunidades donde se ubican.
El Zaidín es un barrio de Granada. Es el barrio más populoso, es como una ciudad en miniatura. Es un barrio con distintos servicios públicos, recreativos y culturales, entre ellos una biblioteca.
El Ayuntamiento de Granada ha decidido cerrar la única biblioteca pública que existe en este barrio. No sé si los libros molestarán a sus dirigentes, o si a esto de leer un libro no le dan importancia alguna, pero la cierto es que la han cerrado. Y si ha sido por ahorrarse unos miles de euros, resulta si cabe más patético que hayan puesto a funcionar la calculadora en una biblioteca.
En una ocasión un alcalde se mofaba de los libros de la historia de su pueblo porque recogían, entre otras muchas referencias históricas, los desayunos del obispo. Luego descubrí que no era los desayunos del obispo lo que carecía de importancia para él, sino el hecho de rescatar la historia de su pueblo. “Qué falta hace saber la que ha pasado hace siglos para resolver los problemas del presente, para qué nos sirve”, llegaba a preguntar sin recato.
Ayer el alcalde de Granada envió a las fuerzas locales de seguridad para acabar con la resistencia de un puñado de vecinos del barrio que pretendían impedir que se sacaran los libros de la biblioteca. Esta fuerza opositora estaba formada por ancianos en su mayoría.
Por supuesto, triunfó la fuerza bruta del alcalde y se doblegó la fuerza moral de los resistentes.
Ahora en las escuelas se está promoviendo la lectura (siempre se hizo), se crean bibliotecas en el aula, se dotan mejor las del colegio; entonces, ¿cómo le explicamos a los niños del Zaidín que en su barrio la biblioteca pública ha desaparecido por una decisión de su alcalde y supongo que del concejal de Cultura (con perdón)?
Quizá el alcalde haya medido la biblioteca en términos de rentabilidad como el otro alcalde que menospreciaba los libros de historia de su pueblo.
Esto lo digo para que sepamos qué tipos son los que nos gobiernan y a los que nosotros votamos en esta democracia anémica que tenemos.
Con decisiones de este tipo, ¿estaremos más cerca de culminar ese imparable proceso de embrutecimiento de nuestra sociedad al que nos hemos empecinado llegar?, ¿acaso es mejor encarrilar a esos niños y jóvenes que la frecuentaban hacia el espíritu del botellón que hoy está tan extendido?
Por cierto, la biblioteca se situaba, o se sitúa (allí sigue el edificio), en un lugar llamado plaza de Las Palomas. Creo que hasta el nombre invitaba a la lectura.

lunes, 7 de noviembre de 2011

MIRADAS

En la creación literaria hay un elemento narrativo que tiene una enorme fuerza descriptiva, capaz de reflejar emociones, angustia, alegría, odio, sentimientos, estados del alma, y hasta entablar un diálogo, me refiero a la mirada.
Con la mirada un personaje ríe, responde, silencia, descubre, calla. Es capaz de transmitir un discurso narrativo de indudable valor y expresar todo lo que quiere decir sin necesidad de mover los labios.
Cuando era pequeño la sola mirada de mi padre me indicaba cómo tenía que comportarme, si tenía permiso para coger el regalo de un adulto o si podía comenzar a comer.
Las miradas pueden expresar las mayores verdades, pero también enmascarar una verdad.
En nuestro mundo de la imagen hemos visto las miradas del hambre, de la desesperación, de la alegría, del sufrimiento, de la represión, de las víctimas, de los verdugos, de los tiranos, de la solidaridad.
Hace dos días la mirada de una mujer me sobrecogió. Al tiempo que me produjo una enorme admiración.
Adoración Zubeldía es la viuda de un concejal de UPN, José Javier Múgica, que ETA asesinó en julio de 2001.
Días antes estos etarras en otra vista judicial habían mostrado cierta sorna cuando ella describía cómo había visto a su marido arder vivo. Pero fueron incapaces de aguantar su mirada cuando, al volver a declarar días después, terminada su declaración se levantó y giró su frágil cuerpo para mirarlos durante unos segundos.
Fue una mirada serena, precisa, intensa, en la que no se atisbaba odio, simplemente desprecio a su cobardía. La misma cobardía que les amparó para asesinar a su marido.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

CANTO A MÍ MISMO

Llevo un tiempo algo aturdido. La crisis económica, el uso espurio de la educación en la precampaña electoral (no quiero pensar lo que ocurrirá en plana campaña), un mundo desarrollado que sólo mira hacia su ombligo, mientras los conflictos, las guerras o el hambre alcanzan cotas históricas antes no vistas (si exceptuamos las grandes guerras mundiales), es como si me tuvieran abducido. Pienso y escribo casi todo en esa clave.
Así se explica que este blog esté plagado últimamente de crónicas de la desesperanza, del desasosiego y de la ignominia que nos rodea.
Menos mal que sigo a trompicones con mi actual novela, que espero terminar pronto porque ya está empujando, y con qué fuerza, la siguiente.
He leído en la web de Muñoz Molina, en su ‘Escrito en un instante’ (lectura que aconsejo) que se ha marchado a Nueva York.
Él también ha ido NY, como tantos y tantos. Yo no he estado nunca en NY, pero no desespero. Con alguna crónica de Muñoz Molina seguro que conoceré un poco más del alma de esta gran ciudad.
No he abandonado la literatura aunque lo parezca, pero la actualidad no nos puede dejar inermes. Hay demasiados problemas a nuestro alrededor para que nos encerremos en una cómoda torre de marfil y que sólo miremos a la literatura. Aunque también haya que mirar a la literatura para entender lo que está pasado.
Hay problemas en el mundo que compartimos que reclaman nuestra atención, dedicarse sólo a escribir poemas o relatos de ficción sin mirar hacia lo que nos rodea nos hace tan inútiles para la sociedad como los judíos o los religiosos cristianos que sólo se dedican a la vida contemplativa.
Hoy me apetecía compartir con vosotros este poema en el que todos somos un poco héroes, y donde vencedores y vencidos cuentan igual, a ver si nos reconforta.

Con estrépitos de músicas vengo,
con cornetas y tambores.
Mis marchas no suenan solo para los victoriosos,
sino para los derrotados y los muertos también.
Todos dicen: es glorioso ganar una batalla.
Pues yo digo que es tan glorioso perderla.
¡Las batallas se pierden con el mismo espíritu que se ganan!
¡Hurra por los muertos!
Dejadme soplar en las trompas, recio y alegre, por ellos.
¡Hurra por los que cayeron,
por los barcos que se hundieron en la mar,
y por los que perecieron ahogados!
¡Hurra por los generales que perdieron el combate y por todos los héroes
Los infinitos héroes desconocidos valen tanto como los héroes más grandes de la Historia.

(Walt Whitman, en Canto a mí mismo)