domingo, 21 de julio de 2013

WERT: FRACASARÁ TU REFORMA

Seis personajes en busca de autor es la obra de Luigi Pirandello en la que un grupo de personajes irrumpen en el ensayo de una pieza teatral buscando un autor que se ocupe de escribir su drama. Los personajes habían quedado desvalidos, huérfanos, desprovistos del marco donde desempeñar sus papeles, fuera de cualquier dimensión espaciotemporal, ningún autor había escrito el texto que debía conformar el contenido de su historia. Con esta cita me refería en La educación que pudo ser a los problemas que tuvo la LOGSE en su implementación (a pesar del gran consenso que aunó) para encontrar los ‘autores’ (los artífices) que la llevaran a la práctica en las escuelas y en las aulas, ese profesorado que la asumiera como suya, sobre todo en Secundaria. No encontró artífices suficientes, y esto se convirtió en uno de los obstáculos para su desarrollo pleno. Aquella ley, en su filosofía, venía a propiciar una nueva orientación de la educación, a adaptarla a las exigencias de la sociedad democrática de la España de entonces, pero las dificultades para hacerse realidad en las aulas menoscabaron el gran corpus de pensamiento que la avalaba. Fueron bastantes sus detractores, hasta que terminó convertida en injustificado sinónimo de fracaso cuando el paradigma de la eficacia y los enfoques empresariales y economicistas se fueron imponiendo en la educación con el inicio del siglo veintiuno.

Ahora se presenta una nueva reforma educativa (otra más) impulsada en esta ocasión por el Partido Popular y, en su nombre, por el ministro José Ignacio Wert. Mucho me temo que estemos frente a una situación semejante a la que suscita el drama de Pirandello. Uno de los grandes errores de quienes han impulsado reformas educativas en España es no haber caído en la cuenta de que los que las harán buenas o malas son los centros educativos y los que trabajan en ellos. Wert se ha empeñado en hacer una reforma contra viento y marea (contra todos), en la que poca gente está implicada, salvo algunos poderes fácticos con intereses a veces poco confesables. Sin embargo, no están implicados los que han de ser los auténticos artífices de la misma: el profesorado, ni tampoco otros apoyos sociales y profesionales que puedan remar a su favor. Wert ha adoptado el papel del fanático McEachern, el personaje creado por William Faulkner en Luz de agosto, empeñado en que su hijo adoptivo Joe Christmas aprendiera el catecismo a latigazos. Parece mentira que nuevamente se caiga en el mismo error que en reformas anteriores. Quizá esto tenga su lógica, aunque no deja de ser una torpeza. La lógica de quienes asumiendo un cargo de responsabilidad creen tener el mundo bajo sus pies y se consideran salvadores del desastre, obviando todo lo que se ha hecho hasta ese momento, como si ya no sirviera de nada. Es el mal de la obsolescencia en educación.

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