lunes, 8 de diciembre de 2014

PASOS QUE SE DESPLAZAN POR MADRID

Es la mañana fría de un Madrid otoñal que palpa los primeros asomos de un invierno que se aproxima. Los pasos me llevan hasta el cruce de una calle que tiene escrito en el límite del paso de peatones: “Te comería a versos”. Busco encontrarme con un pasado de hace veinticinco años que presume ser de ahora mismo. Paseo como queriendo arreglar cuentas con él, buscando recuerdos que acuden prestos, tan insolentes que no ocultan su pretensión de apresar el presente. Pero resulta imposible, el peso del tiempo es implacable, nos aplasta inmisericorde, ni siquiera se frena ante la antropofagia de unos versos que quieren acallar tanto tiempo transcurrido.

Nunca había paseado así por Madrid. Esta ciudad se va haciendo un poco mía a medida que la visito, está dejando de ser una de esas ciudades que de sólo visitarse pasa a convertirse en otro de los espacios con el que dialogas en confianza. Siento que la ciudad se incorpora a mí, ha dejado de ser esa extraña de la que sólo te llevas un puñado de fotografías y algunos recuerdos que el tiempo va borrando. Ahora aprecio que la ciudad me evoca un sentimiento literario, como si me moviera por los pasajes de una historia que está pronta a escribirse.

Paseo rescatando algo del pasado, queriendo traerlo a este momento. Al deambular, la cadencia de los pasos se asemeja a ritmos serenos de un corazón que late sin urgencia, sólo dispuesto a mantener el ritmo que el cuerpo necesita. Me alejo de tanta ingratitud como nos rodea, de la impostura que nos asedia, que cada vez me enerva más, de ese mundo desapegado y egoísta que lejos ya de tantos deseos baldíos estamos construyendo. Ahora sólo queda lugar para ese pasado algo intrépido.

Un poco más adelante me encuentro con otra inscripción en el suelo: “Te haré el humor hasta llegar al orgasmo”. Quizá del paseo de esta mañana no sólo afloren recuerdos como fantasmas que uno buscara, es posible que en él se escondan los ancestros de una historia que poco a poco alcance tintes literarios. No sé si con ella se llegará al orgasmo, pero seguro que será una de esas historias en las que a uno le gusta tanto zambullirse.

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