domingo, 11 de octubre de 2009

¿CON OBAMA SE DEVALÚA EL NOBEL DE LA PAZ?

Quizá haya sido demasiado pronto. Acaso cuando pasen unos años se torne en una concesión inmerecida. Pero en el aquí y el ahora hay razones para considerar que ha sido una decisión acertada.
Personalmente me gusta reconocer los méritos de los demás cuando el trabajo ha concluido y se ha demostrado competencia y merecimiento.
Hay mucha gente que emplea gran parte de su vida en trabajar en pro de los valores de la paz y la defensa de los derechos humanos en el mundo. Y nunca les llega otro reconocimiento que no sea el de la satisfacción personal y la sonrisa de quien les rodea.
El premio Nobel de la Paz se le ha concedido a grandes personalidades, a jefes de gobierno o a organizaciones internacionales. Aunque también a personas con poco nombre pero con mucho trabajo a sus espaldas en la defensa de los derechos humanos. Rigoberta Menchú, Wangari Maathai, Shirin Ebadi, Carlos Felipe Ximenes Belo… sirvan como ejemplo de ello.
Esta vez le ha llegado a la persona que probablemente tenga en este momento la mayor proyección mundial: Barack Obama, el presidente de EEUU.
Y como no podía ser de otra manera, tratándose de quien es, la noticia ha provocado una tormenta mundial de comentarios. Obviamente, unos a favor y otros en contra.
La realidad de nuestros días impone una acuciante necesidad de que la luz ilumine tantas tinieblas como se ciernen sobre nuestro mundo.
Supongo que reconocerán conmigo que el ascenso de Obama a la Presidencia de los EEUU despertó, y lo sigue haciendo, unas expectativas que este mundo necesitaba tras la era oscura de su antecesor.
Después de todo, este ascenso al poder de la primera potencia mundial significó un respiro para el resto del mundo, pero también una excusa para asirnos a la esperanza de alcanzar un mundo mejor.
No sabemos hasta dónde llegará la bienintencionada política de Obama. Hasta el momento hemos visto su interés por extender el derecho a la sanidad en su país a toda la población. Así como cuestionar las desmedidas ambiciones de los altos ejecutivos de empresas, apostar por el diálogo con el mundo musulmán, mostrar cierta sensibilidad ante las emisiones contaminantes que están acelerando el cambio climático…
En lo que le queda de mandato no sabemos si persistirá en su empeño o, tal vez, sencillamente no lo dejarán: bien los que ostentan el poder del dinero o, por el contrario, algún ‘lunático’ de esos que siempre andan sueltos. Está lanzado ‘peligrosas’ ideas en un país que ya ha segado la vida de quien pretendía romper patrones sociales o cambiar excesivamente el modo de vida americano.
Este premio, ¿acaso vendrá a animar a Obama para que continúe en la línea que hasta ahora ha mostrado?
Así es como quiero entender esta concesión del Nobel de la Paz.
Este premio es el ‘nobel’ a la esperanza, que es casi el único patrimonio que le queda a toda la humanidad.

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