Querer apagar los gritos de la tortura es como aspirar a secar el océano.
El interrogatorio es una técnica usada para obtener información de un prisionero. Pero lo mismo que el dolor o el miedo puede hacer hablar a un prisionero, las torturas practicadas también delatan la crueldad de los torturadores.
En EEUU, Obama quiere ahora pasar página sobre las torturas cometidas por la CIA en tiempos de Bush. Se nos antoja que esta pretensión es lo mismo que afanarse por ocultar un elefante escondiendo sólo su trompa.
No debería el flamante presidente de Estados Unidos tratar de encubrir las atrocidades cometidas. En una sociedad civilizada la vulneración de los derechos humanos no puede quedar impune.
No castigar a los que encerraban a un prisionero en una caja plagada de insectos, o que lo metían desnudo en una habitación helada, o le impedían dormir o simplemente los estampaban contra la falsa pared, es aparte de una cobardía un acto de encubrimiento de unos tratos inhumanos.
La existencia de ese ‘manual de la tortura’ es otra de las ‘lindezas’ que nos deja en herencia George W. Bush. ¡Y lo que nos queda por ver!
La voz desgarrada de los torturados estará siempre presente en nuestras conciencias, como resuenan los ecos de los atormentados por la Santa Inquisición o de los prisioneros de las cárceles de la Gestapo.
El interrogatorio es una técnica usada para obtener información de un prisionero. Pero lo mismo que el dolor o el miedo puede hacer hablar a un prisionero, las torturas practicadas también delatan la crueldad de los torturadores.
En EEUU, Obama quiere ahora pasar página sobre las torturas cometidas por la CIA en tiempos de Bush. Se nos antoja que esta pretensión es lo mismo que afanarse por ocultar un elefante escondiendo sólo su trompa.
No debería el flamante presidente de Estados Unidos tratar de encubrir las atrocidades cometidas. En una sociedad civilizada la vulneración de los derechos humanos no puede quedar impune.
No castigar a los que encerraban a un prisionero en una caja plagada de insectos, o que lo metían desnudo en una habitación helada, o le impedían dormir o simplemente los estampaban contra la falsa pared, es aparte de una cobardía un acto de encubrimiento de unos tratos inhumanos.
La existencia de ese ‘manual de la tortura’ es otra de las ‘lindezas’ que nos deja en herencia George W. Bush. ¡Y lo que nos queda por ver!
La voz desgarrada de los torturados estará siempre presente en nuestras conciencias, como resuenan los ecos de los atormentados por la Santa Inquisición o de los prisioneros de las cárceles de la Gestapo.
3 comentarios:
Imagino que el querer pasar página en este escabroso asunto es una forma más o menos diplomática de decir a Bush que no está de acuerdo con muchas de las cosas que hizo.
También tenemos que ver con buenos ojos el acercamiento que parece se está produciendo a los países de América del Sur (Cuba o Venezuela) Eso siempre es bueno y no la confrontación.
Me quedo con el comentario de Iñaki Gabilondo:"... si un día aceptamos que la tortura de estado puede quedar inmune, estaremos iniciando el camino de nuestra destrucción"
En estas palabras de Gabilondo se percibe la sensatez que este periodista ha prodigado siempre.
No pueden quedar impune la violación de derechos humanos, lo haga quien lo haga: jefes de Estado, policía, ejército, servicios de seguridad...
Con ello preservaremos nuestra dignidad como seres humanos.
Por cierto, Obama parece que sí va a aceptar que se investigue.
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