domingo, 10 de octubre de 2010

A RASTRAS CON LA DIGNIDAD HUMANA

Los historiadores solemos pasar de puntillas por acontecimientos de la vida diaria como si obsesionados por la mejor y más certera explicación de los hechos quisiéramos encontrar las razones que los explican en reflexivos y complejos análisis.
La fotografía que encabeza esta entrada me impactó cuando la vi en EL País (6/10/2010), no porque se trate de una imagen que muestra una escena espeluznante a las que ya estamos habituados, sino porque en mi caso coincidió con la lectura de las últimas páginas de La noche de los tiempos, la novela de Antonio Muñoz Molina ya aludida en una entrada anterior.
La imagen testimonia un hecho macabro: un grupo de jóvenes y de niños somalíes arrastran el cadáver de un casco azul de la Unión Africana. En Somalia las tropas de la ONU tratan de ‘poner orden’ en el caos dominado por la lucha entre las tropas gubernamentales y los grupos islamistas.
Muñoz Molina nos relata en su novela cómo los niños solían jugar por las mañanas con los cadáveres que los milicianos habían fusilado por la noche junto a la Residencia de Estudiantes, en las proximidades de la Ciudad Universitaria o en cualquier otro ‘paredón de la muerte’ improvisado que las milicias madrileñas tenían a bien utilizar en sus arbitrarias y e injustas ejecuciones.
Era corriente que los niños y los menos niños profanasen los cadáveres de los desgraciados que habían sido presa de la irracionalidad y el desatino de quienes provistos de una pistola o un fusil, en una situación de paranoia generalizada, se creían los salvadores de la República.
Jugaban con ellos como si de monigotes de trapo se trataran: les ponían cigarrillos en la boca, los disfrazaban con atuendos o marcaban sus rostros. En actos más inhumanos les cortaban las orejas o los testículos para metérselos en la boca, y arrastraban sus cuerpos inertes. Un testimonio de las bajas pasiones que ‘atesora’ el hombre y que la guerra es capaz de desatar en su manifestación más cruel.
Éste es el valor que a veces representa el ser humano para otros humanos. Esas bajas pasiones que anidan en cada uno de nosotros es la medida exacta que sirve para igualarnos unos a otros. Hasta donde seamos capaces de controlarlas será el punto donde podamos establecer la diferencia. Hasta donde alcance nuestra condición ética estará el límite que marque el respeto por la dignidad de los demás, aunque estén muertos.
Y no sólo en este extremo del mundo que es para nosotros Somalia.
Los que creen que los hombres somos tan diferentes, que existen las razas, que las culturas nos distinguen, que la educación nos diferencia… Denme una guerra y demostré lo contrario.
Es posible que arrastrar el cadáver del enemigo sea suficiente para explicar hasta dónde somos capaces de llegar.
Hasta es probable que con ello encontremos razones de peso que expliquen mejor cómo discurren los acontecimientos en las sociedades humanas que un sesudo análisis que se debate entre las causas políticas, ideológicas, económicas y sociales, o las razones estructurales o coyunturales. La naturaleza humana es capaz de mover montañas, más que las razones geoestratégicas que fundamentan el estallido de un conflicto bélico.
Instantáneas como ésta no sólo muestran las consecuencias que se derivan de los conflictos bélicos, sino que son parte de las causas que los generan.
Es como si no hubiera pasado el tiempo desde aquel otro donde los niños jugaban con los cadáveres, aún no retirados por el camión del Ayuntamiento, que amanecían por los rincones de un Madrid en guerra. Es como si el hombre fuera el mismo en cualquier tiempo y en cualquier parte del planeta.

8 comentarios:

erato dijo...

Tremenda la instantánea y las palabras que lo acompañan.De algo estoy plenamente convencida y es que hay momentos en los que el ser humano saca de sí mismo lo peor y un ejemplo de ello es la guerra. Pueden pasar siglos y unas etapas históricas se diferencian de otras solo en apariencia.Tras la bondad aparente se esconden lobos esteparios y enormes depredadores. No tardaré en leer a Antonio Muñoz Molina, ya que los referentes y las críticas leidas me incitan a ello.Un abrazo y gracias por estas reflexiones de hoy.

Antonio Lara Ramos dijo...

Seguro que te va a gustar la novela de Antonio Muñoz Molina.
Me ha hecho meditar bastante. He disfrutado mucho con ella, sobre todo en cómo está construida. En algún momento te recreas más en cómo cuenta la historia que en la historia misma.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Desfallecido, le dijo Hector, el de tremolante penacho:
¡Te lo suplico por tu vida, tus rodillas y tus padres!
No dejes a los perros devorarme junto a las naves de los aqueos;
en lugar de eso, acepta bronce y oro en abundancia,
regalos que te darán mi padre y mi augusta madre,
y devuelve mi cuerpo a casa, para que al morir del fuego
me hagan partícipe los troyanos y las esposas de los troyanos.
….
Le taladró por detrás los tendones de ambos pies
desde el tobillo al talón, enhebró correas de bovina piel
que ató a la caja del carro y dejó que la cabeza arrastrara.
Montó en la caja del carro, recogió la ilustre armadura,
los fustigó para arrearlos, y los dos de grado echaron a volar.
Gran polvareda se levantó del cadáver arrastrado; los cabellos
oscuros se esparcían y la cabeza entera en el polvo
yacía, antes encantadora. Zeus entonces a sus enemigos
había concedido que lo ultrajaran en su propia patria.
(Homero. La Ilíada, Canto XXII)

¿Cuál es la última pretensión de su artículo, remover la conciencia ajena o apaciguar la suya? ¿Ambas?

Qui virtutem suam publicari vult non virtuti sed gloriae. Séneca (Epístolas.113, 32)

Erato: ¿Es la poesía un ARMA cargada de futuro o es un ALMA cargada de futuro?
Walden Pond. Lincoln-Concord. Mss.

Antonio Lara Ramos dijo...

David, me agrada que haya superado la fase de la ñoñerías y se prodigue con comentarios en este blog.
Me enorgullece tenerle entre mis fieles seguidores.

“Aquéllos peleaban al frente con Héctor y los suyos; éstos, ocultos detrás, disparaban; y los troyanos apenas pensaban en combatir, porque las flechas los ponían en desorden”.
(Homero. La Ilíada, Canto XIII)

Un saludo.

juan dijo...

Antonio, te ha salido un admirador demasiado quejoso contigo.
Oye... y a mi que me gusta lo que escribes.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

En efecto Eli, lo que no quita para que D. Antonio además de censurar (borrar) mis comentarios se comporte como un cobarde.
Good bye.

Antonio Lara Ramos dijo...

David, creo que se confunde al hablar de censurar. No es mi estilo.
Y en cuanto a cobardía... qué me puede decir alguien que se aprovecha del anonimato para hablar más de lo personal que del contraste de ideas.
La red a veces juega malas pasadas si no estamos instruidos.

Iris dijo...

A mí también me ha ocurrido con otros blogs,lo que le ha pasado a Beto,que a veces se borra el comentario.
De todas formas Antonio, decirte que a mí sí me gusta lo que escribes y cómo lo escribes.