Algunos nos quieren trasladar a un escenario de euforia económica que está lejos de la realidad. Se han confabulado para difundir el relato de final de la crisis, como si ya el ciudadano no estuviera escaldado de tanta mentira y tanta ignominia como se ha propagado desde el poder político. Si bien, siempre habrá crédulos e incautos, pensarán.
Son tiempos en que lo inmediato prima sobre lo mediato, donde los planes de futuro han perdido valor frente a ‘vivir el presente’ y donde el goce se impone al sacrificio y al esfuerzo. En nuestra sociedad sólo las hipotecas parecen tener previsión de futuro. Los bancos han asumido el papel que la Iglesia ocupó en otro momento de la Historia: son los que mejor previsión de futuro tienen, porque saben que estarán ahí cuando los demás desaparezcamos y permanezca nuestra hipoteca, si antes no la hemos saldado.
Miles de pisos cuestan menos que sus hipotecas, una consecuencia más de la crisis económica. Pero a nadie se le ha ocurrido decirle a los bancos que ellos deberían asumir el mismo riesgo que asumió el cándido y confiado ciudadano cuando contrató su hipoteca: si el valor de mercado de la vivienda bajaba, entonces el valor de la hipoteca habría de bajar también. Bastante carga ya tiene con pagarla sin remisión, suba o baje el Euribor, durante décadas.
La gran banca ha duplicado por cuatro sus beneficios en 2013, obteniendo una ganancia neta de 7.674 millones de euros en una economía que ha caído el 1,2% y donde se han destruido 198.000 empleos. Suponemos que los que hablan de buenos horizontes en la economía española se referirán a estos beneficios. Yo sigo viendo a gente que pasa calamidades, a jóvenes que tienen que emigrar para poder trabajar, a familias que no llegan a final de mes, a trabajadores con contratos de unas horas o de días sueltos, a familias que abandonan su casa por un desahucio, a trabajadores que son despedidos sin recolocación posible porque se instala una nueva máquina que mejorará la producción y va a hacer el trabajo de cinco de ellos… Yo sigo viendo a mucha gente que le cuesta sonreír, ¿para quién son entonces los beneficios?
Cuando de Guindos o Montoro, o el propio presidente del Gobierno, o la señora Cospedal, hablan de esa luz que se ve al final del túnel de la crisis económica, cuando dicen que la situación mejora, supongo que se referirán a los beneficios de la banca y las grandes empresas. Porque, de lo contrario, da la impresión de que nos quieren hacer ver que vivimos en los mundos de Yupi cuando a ellos les interesa, como nos hicieron creer que estábamos en el mundo del caos cuando les interesó para justificar el empobrecimiento al que sometían al ciudadano, diezmaban sus derechos y aniquilaban la sanidad, la educación o la atención social.
* Fotografía de Reuters
* Fotografía de Reuters
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