sábado, 10 de enero de 2009

LA EDUCACIÓN MANCILLADA


Cualquier lugar sería bueno para una escuela, pero no una guerra.

Estamos habituados a ver un 'chambao', situado en algún reino de la pobreza, donde hay unas cuantas bancas, una maltrecha pizarra, un maestro o una maestra y un grupo de niños y niñas con los ojos grandes, muy grandes, coreando las palabras que han escuchado un momento antes. Quieren aprender, a pesar de que todavía no saben que estas enseñanzas de su maestro o de su maestra son parte de su liberación como personas. Pero esto se hace difícil en una guerra.

Sabemos que el mejor legado que podemos dejar a nuestros hijos es una buena educación, pero esto es imposible en una guerra.

La educación os hará libres. Quizá esta verdad no sea del agrado de los que pretenden perpetuar la ignorancia como forma de dominio sobre los demás.
Las bombas israelíes han destruido las escuelas de Gaza, han profanado los lugares más venerables que existen, que no son las iglesias o las mezquitas o las sinagogas, sino las escuelas.

Los misiles israelíes han mancillado los templos donde se incuba la dignidad de las personas, la razón que las hará libres y donde se ponen las primeras mimbres para su futuro.

¿Qué se puede esperar de un Estado que ni siquiera respeta una escuela?

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