jueves, 21 de septiembre de 2017

SER NACIONALISTA, PARA QUÉ

¿Queréis que os diga lo que pienso de este asunto de Cataluña? Que no me fio de ninguno, ni de los de dentro de Cataluña ni de los de fuera, ni de los independentistas ni de los unionistas, ni de la burguesía catalana corrupta, que se alía con ‘ezquerras’ y anticapitalistas (¿para construir un nuevo Estado capitalista?, ¡menuda amalgama de ideas!), ni de los unionistas-españolistas-nacionalistas que en pro de la defensa del Estado de derecho (que como demócrata defiendo) están tapando cloacas y miserias de una política injusta.
Mi visión del mundo se aleja tanto de las fronteras, de las naciones, del ‘nosotros’, que veo ridículo tanto afán nacionalista que se está padeciendo. Mi visión del mundo son las personas, las que sufren en España, en Cataluña, en América o en los rincones abandonados de África, al os que golpea el terrorismo en Europa o en Oriente.
¿Nacionalista catalán, para qué?, ¿para que las libertades y los derechos se sigan pisoteando a los mismos sectores de la población en la futura nación catalana, los mismos a los que ahora se les pisotea perteneciendo a España por los que gobiernan en Cataluña?, ¿para que la riqueza siga en manos de los mismos y que impongan su modelo de hacer las cosas que tanto les interesa?, ¿para ocultar la corrupción que hay a espuertas?
¿Nacionalista español, para qué?, ¿para que sigamos siendo el país que ha desnaturalizado una democracia que se empezó a construir con tanta ilusión?, ¿para que existan tantos problemas sociales, educativos, laborales y no encontremos solución porque no nos interesa o porque somos unos inútiles para gobernar?, ¿para que las condiciones de vida de millones de españoles estén siempre en la precariedad?, ¿para ocultar la corrupción que hay a montones?
Lo que siento es que hayan caído en la trampa miles de inocentes y crédulos ciudadanos, que se crean que el mundo va a ser mejor con la independencia o perteneciendo a España. Será lo mismo que ahora. Para luchar de verdad por las libertades, los derechos de los ciudadanos y por una ética pública me da igual donde esté, si en una nación reducida a cientos de kilómetros cuadrados o en otra que ocupe un territorio de millones de kilómetros cuadrados. Lo importante es el ser humano, y a éste ni lo van redimir quienes están gobernando en Cataluña o España, ni le van a mejorar la vida. Pasará lo de siempre: se mirarán intereses partidistas, no personas. Me sabe mal que por ambas partes se esté engañando a cientos de miles de ingenuos, envolviéndolos en palabras, dichas por los dos lados, como ‘libertad’, ‘democracia’, ‘legalidad’, ‘Estado de derecho’, ‘derecho a decidir’ y cosas así. Desnaturalizando las palabras y lo que representan.
Siento que tenemos ante nosotros un montaje que está alcanzando cotas muy peligrosas, porque lo irracional y lo visceral se pueden imponer en cualquier momento, con la misma peligrosidad con la que hacen sus políticas los que gobiernan en España o en Cataluña. Si realmente se quiere trabajar por el bienestar de una población no es necesario hacerlo envuelto en un bandera, se hace envuelto en la ética, el compromiso, la honestidad y en el trabajo que de verdad piense en la gente y en sus problemas. Hay vida más allá del nacionalismo, de cualquier nacionalismo.

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