¿Queréis que os diga lo que pienso de este asunto de
Cataluña? Que no me fio de ninguno, ni de los de dentro de Cataluña ni de los
de fuera, ni de los independentistas ni de los unionistas, ni de la burguesía
catalana corrupta, que se alía con ‘ezquerras’ y anticapitalistas (¿para
construir un nuevo Estado capitalista?, ¡menuda amalgama de ideas!), ni de los
unionistas-españolistas-nacionalistas que en pro de la defensa del Estado de
derecho (que como demócrata defiendo) están tapando cloacas y miserias de una
política injusta.
Mi visión del mundo se aleja tanto de las fronteras, de
las naciones, del ‘nosotros’, que veo ridículo tanto afán nacionalista que se
está padeciendo. Mi visión del mundo son las personas, las que sufren en
España, en Cataluña, en América o en los rincones abandonados de África, al os
que golpea el terrorismo en Europa o en Oriente.
¿Nacionalista catalán, para qué?, ¿para que las
libertades y los derechos se sigan pisoteando a los mismos sectores de la
población en la futura nación catalana, los mismos a los que ahora se les
pisotea perteneciendo a España por los que gobiernan en Cataluña?, ¿para que la
riqueza siga en manos de los mismos y que impongan su modelo de hacer las cosas
que tanto les interesa?, ¿para ocultar la corrupción que hay a espuertas?
¿Nacionalista español, para qué?, ¿para que sigamos
siendo el país que ha desnaturalizado una democracia que se empezó a construir
con tanta ilusión?, ¿para que existan tantos problemas sociales, educativos,
laborales y no encontremos solución porque no nos interesa o porque somos unos
inútiles para gobernar?, ¿para que las condiciones de vida de millones de
españoles estén siempre en la precariedad?, ¿para ocultar la corrupción que hay
a montones?
Lo que siento es que hayan caído en la trampa miles de
inocentes y crédulos ciudadanos, que se crean que el mundo va a ser mejor con
la independencia o perteneciendo a España. Será lo mismo que ahora. Para luchar
de verdad por las libertades, los derechos de los ciudadanos y por una ética
pública me da igual donde esté, si en una nación reducida a cientos de
kilómetros cuadrados o en otra que ocupe un territorio de millones de kilómetros
cuadrados. Lo importante es el ser humano, y a éste ni lo van redimir quienes
están gobernando en Cataluña o España, ni le van a mejorar la vida. Pasará lo
de siempre: se mirarán intereses partidistas, no personas. Me sabe mal que por
ambas partes se esté engañando a cientos de miles de ingenuos, envolviéndolos
en palabras, dichas por los dos lados, como ‘libertad’, ‘democracia’,
‘legalidad’, ‘Estado de derecho’, ‘derecho a decidir’ y cosas así.
Desnaturalizando las palabras y lo que representan.
Siento que tenemos ante nosotros un montaje que está
alcanzando cotas muy peligrosas, porque lo irracional y lo visceral se pueden
imponer en cualquier momento, con la misma peligrosidad con la que hacen sus
políticas los que gobiernan en España o en Cataluña. Si realmente se quiere
trabajar por el bienestar de una población no es necesario hacerlo envuelto en
un bandera, se hace envuelto en la ética, el compromiso, la honestidad y en el
trabajo que de verdad piense en la gente y en sus problemas. Hay vida más allá
del nacionalismo, de cualquier nacionalismo.
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