En este foro hemos pedido libertad para Cuba porque estamos convencidos de que este país lo necesita desde hace tiempo. Pero no de la mano de José María Aznar.
No es precisamente la persona adecuada para lanzar soflamas libertarias. Ha dado sobradas pruebas de su desprecio por la libertad de los demás.
Este señor metió a España en el desatino de la guerra de Irak. Cada vez estoy más convencido que lo hizo por pura razón megalómana, que lo embriagó durante su etapa de gobernante.
Se me antoja que en cuestiones de libertad y de dictaduras no tiene las ideas muy claras; o quizá sí las tenga demasiado claras.
En octubre de 1998 el juez Baltasar Garzón dictó un auto de detención de Augusto Pinochet. Fue el momento en que la Justicia pudo ajustar cuentas con este dictador sanguinario.
El Gobierno de Aznar tuvo una actitud sospechosamente laxa, con una Fiscalía General del Estado poco colaboradora.
Tipo oportunista donde los haya, cuando fue presidente del Gobierno llevó a cabo una política exterior con Cuba agresiva y sin sentido, que no condujo a nada, más que a bravuconadas ‘perejilistas’. No favoreció una política sensata que impulsara la posibilidad de dar pasos para acabar con el régimen castrista.
Se puso bravucón y enardeció el estúpido orgullo del dictador. ¡Muy inteligente por su parte! No le faltó más que invadir la isla al alba, como la de Perejil, quizá buscando esa obsesión suya por pasar a toda costa a la posteridad.
¿No será que por a causa de esa frustración se metió en la aventura de Irak? Ahí tenía asegurado el paso a la historia, al menos por apoyar una guerra que ha dejado un reguero de cientos de miles de muertos. Y entretanto el Tribunal Penal Internacional sin pronunciarse.
Su benevolencia con el dictador chileno contrasta con la virulencia hacia el dictador cubano. Algo no cuadra en este proceder, ¿no será que le van las dictaduras, pero las de derechas?
Un consejo a los presos liberados cubanos: ¡Apártense de este señor, no os conviene como aliado para la causa de la libertad para Cuba!
No es precisamente la persona adecuada para lanzar soflamas libertarias. Ha dado sobradas pruebas de su desprecio por la libertad de los demás.
Este señor metió a España en el desatino de la guerra de Irak. Cada vez estoy más convencido que lo hizo por pura razón megalómana, que lo embriagó durante su etapa de gobernante.
Se me antoja que en cuestiones de libertad y de dictaduras no tiene las ideas muy claras; o quizá sí las tenga demasiado claras.
En octubre de 1998 el juez Baltasar Garzón dictó un auto de detención de Augusto Pinochet. Fue el momento en que la Justicia pudo ajustar cuentas con este dictador sanguinario.
El Gobierno de Aznar tuvo una actitud sospechosamente laxa, con una Fiscalía General del Estado poco colaboradora.
Tipo oportunista donde los haya, cuando fue presidente del Gobierno llevó a cabo una política exterior con Cuba agresiva y sin sentido, que no condujo a nada, más que a bravuconadas ‘perejilistas’. No favoreció una política sensata que impulsara la posibilidad de dar pasos para acabar con el régimen castrista.
Se puso bravucón y enardeció el estúpido orgullo del dictador. ¡Muy inteligente por su parte! No le faltó más que invadir la isla al alba, como la de Perejil, quizá buscando esa obsesión suya por pasar a toda costa a la posteridad.
¿No será que por a causa de esa frustración se metió en la aventura de Irak? Ahí tenía asegurado el paso a la historia, al menos por apoyar una guerra que ha dejado un reguero de cientos de miles de muertos. Y entretanto el Tribunal Penal Internacional sin pronunciarse.
Su benevolencia con el dictador chileno contrasta con la virulencia hacia el dictador cubano. Algo no cuadra en este proceder, ¿no será que le van las dictaduras, pero las de derechas?
Un consejo a los presos liberados cubanos: ¡Apártense de este señor, no os conviene como aliado para la causa de la libertad para Cuba!