En una entrada anterior de este blog me refería a los insultos que un joven profirió al presidente de la Comunidad de Valencia, Francisco Camps, en plena calle. Entonces califiqué de cobarde esa actitud del joven.
Ahora se ha producido un hecho similar contra el ex presidente del Gobierno, José María Aznar. Un grupo de jóvenes le insultaron y trataron de boicotear un acto público en la Universidad de Oviedo.
A episodios de este tenor hemos asistido a lo largo de nuestra joven democracia. Otros personajes políticos que recuerde –Carrillo, Fraga…– han sufrido tales improperios en actos similares, pero no recuerdo que alguno hiciera frente a los manifestantes.
Cuando esos hechos se producían en el franquismo tenían un valor de heroísmo, porque podías acabar con tus huesos en el calabozo por una noche, como mínimo. Pero en plena democracia poco se puede temer de las consecuencias de proferir gritos e insultos hacia un personaje político en la celebración de un acto académico, como el que nos ocupa. Afortunadamente.
Comprendo el rechazo de estos jóvenes hacia la figura del ex presidente. La comprendo y la comparto. Aún resuenan en mis oídos los gritos del ‘No a la guerra’ que desgarraron nuestras gargantas hace algunos años. Y aún recuerdo su política arrogante en lo social y errática en lo económico, pues con aquella manera de crear riqueza basada en la especulación financiera e inmobiliaria –entonces cegados por aquella ‘abundancia’ no queríamos ver que la economía se sostenía con unos blandísimos pies de barro– puso las bases de la crisis que hoy estamos padeciendo.
Pero lo que ya no comparto con esos jóvenes es la manera de proceder. Le llamaron fascista, asesino y terrorista, y corearon lemas como 'Aznar al talego, como Vera y Barrionuevo'. Eso en todo caso que lo determine un tribunal, por ejemplo el Penal Internacional. Y durante la conferencia le gritaron también: "¡criminal!", "¡cabrón!" o "¡mentiroso!".
En democracia hay otras maneras de protestar y mostrar nuestra opinión, afortunadamente. Ésas que la educación para la ciudadanía tan bien les vendría a estos jóvenes.
Al finalizar la intervención, el señor Aznar a su salida, dirigiéndose a los manifestantes, que seguían gritándole e insultándole, hizo ese gesto con su dedo corazón levantado en vertical, tal cual vemos en la foto que ilustra este comentario.
Me parece, si cabe, más lamentable que un político tan avezado como el señor Aznar haya respondido con gesto tan zafio, arrogante y desafiante.
Quizá al señor Aznar le vendría bien haber asistido con los alumnos de tercero de ESO a unas cuantas clases de esa asignatura, ‘Educación para la ciudadanía’, que sus correligionarios tanto vilipendian.
Ahora se ha producido un hecho similar contra el ex presidente del Gobierno, José María Aznar. Un grupo de jóvenes le insultaron y trataron de boicotear un acto público en la Universidad de Oviedo.
A episodios de este tenor hemos asistido a lo largo de nuestra joven democracia. Otros personajes políticos que recuerde –Carrillo, Fraga…– han sufrido tales improperios en actos similares, pero no recuerdo que alguno hiciera frente a los manifestantes.
Cuando esos hechos se producían en el franquismo tenían un valor de heroísmo, porque podías acabar con tus huesos en el calabozo por una noche, como mínimo. Pero en plena democracia poco se puede temer de las consecuencias de proferir gritos e insultos hacia un personaje político en la celebración de un acto académico, como el que nos ocupa. Afortunadamente.
Comprendo el rechazo de estos jóvenes hacia la figura del ex presidente. La comprendo y la comparto. Aún resuenan en mis oídos los gritos del ‘No a la guerra’ que desgarraron nuestras gargantas hace algunos años. Y aún recuerdo su política arrogante en lo social y errática en lo económico, pues con aquella manera de crear riqueza basada en la especulación financiera e inmobiliaria –entonces cegados por aquella ‘abundancia’ no queríamos ver que la economía se sostenía con unos blandísimos pies de barro– puso las bases de la crisis que hoy estamos padeciendo.
Pero lo que ya no comparto con esos jóvenes es la manera de proceder. Le llamaron fascista, asesino y terrorista, y corearon lemas como 'Aznar al talego, como Vera y Barrionuevo'. Eso en todo caso que lo determine un tribunal, por ejemplo el Penal Internacional. Y durante la conferencia le gritaron también: "¡criminal!", "¡cabrón!" o "¡mentiroso!".
En democracia hay otras maneras de protestar y mostrar nuestra opinión, afortunadamente. Ésas que la educación para la ciudadanía tan bien les vendría a estos jóvenes.
Al finalizar la intervención, el señor Aznar a su salida, dirigiéndose a los manifestantes, que seguían gritándole e insultándole, hizo ese gesto con su dedo corazón levantado en vertical, tal cual vemos en la foto que ilustra este comentario.
Me parece, si cabe, más lamentable que un político tan avezado como el señor Aznar haya respondido con gesto tan zafio, arrogante y desafiante.
Quizá al señor Aznar le vendría bien haber asistido con los alumnos de tercero de ESO a unas cuantas clases de esa asignatura, ‘Educación para la ciudadanía’, que sus correligionarios tanto vilipendian.