miércoles, 21 de diciembre de 2022

EL ATENEO DE GRANADA*

 

Eran los años veinte del siglo XX, Granada, heredera de una pujante industria del azúcar de remolacha, de la llegada del ferrocarril, de una red de tranvías que iba tejiéndose entre la capital y la Vega, y de la apertura de la Gran Vía del Azúcar, pretendía abrirse a nuevos horizontes culturales. La ciudad quería despojarse de su impronta provinciana y poner en escena todo su talento creador. El Centro Artístico, Científico y Literario, institución cultural por excelencia, languidecía desde el inicio del siglo, lo que movió a un grupo de intelectuales a crear una nueva sociedad: el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Granada, tomando como referencia el Ateneo de Madrid.

Las nuevas generaciones granadinas pugnaban por abrirse a nuevas propuestas culturales y dar a conocer innovadoras fórmulas creativas. El Rinconcillo y otras tertulias comenzaron a idear homenajes y actividades que llamaban a la modernidad, entre ellas, el Concurso de Cante Jondo de 1922. Se trataba de una generación abierta, viajera, cosmopolita, brillante, forjada en el seno de una universidad pujante, que había estudiado fuera (Bolonia o Alemania), con nuevas ideas para remover la mentalidad provinciana de la ciudad. A ello se sumó la llegada a la presidencia del Centro Artístico del ingeniero Juan José Santa Cruz, inspirador de la carreta de Sierra Nevada, devolviéndole un momento de esplendor. Granada se beneficiaba en los años veinte del trabajo de estas dos importantes sociedades, propiciando una época de enorme creatividad cultural: la Edad de Plata de la Cultura granadina.

El jueves 18 de febrero de 1925, El Defensor de Granada da el siguiente titular: “Se organiza en Granada un Ateneo”, y con estas palabras: “Esta tarde, a las seis, se celebrará en la Sociedad de Amigos del País, una reunión de todos los elementos que se han adherido a la idea de constituir en Granada un Ateneo Científico, Literario y Artístico, para proceder a la lectura y aprobación del proyecto de reglamento. Se trata de una alta empresa cultural, que cuenta ya con valiosísimas colaboraciones.”

A la nueva institución se sumarían 157 personalidades, entre las que destacaban Fernando de los Ríos, catedrático y exdiputado; Francisco García Lorca, abogado; Luis Seco de Lucena, presidente de la Asociación de la prensa; Leopoldo Torres Balbás, arquitecto director de la Alhambra; Juan José Santa Cruz, ingeniero; José María Rodríguez Acosta, banquero y pintor; Gabriel Morcillo, pintor y profesor de la escuela de Artes y Oficios; Juan Nacle, catedrático y director del Laboratorio municipal; Antonio Gallego Burín, profesor universitario y director del Museo Arqueológico; los hermanos Fernández Montesinos, médicos; Modesto Cendoya, arquitecto municipal o Constantino Ruiz Carnero, periodista y director de El Defensor de Granada. Alrededor del Ateneo no faltarían otros personajes relevantes, como Federico García Lorca, Manuel de Falla, Hermenegildo Lanz o Manuel Ángeles Ortiz.

El Ateneo de Granada se convertía en un motor de renovación cultural y, en esta primera época, movilizó talento y conocimiento para sacar a Granada de un estado de postración intelectual e impulsarla hacia otros horizontes. En su intensa actividad cultural no faltaron momentos difíciles, como su clausura transitoria el 20 de abril de 1929 por orden del gobernador civil. Su trayectoria, no obstante, sería corta. Con la llegada de la II República irá diluyéndose como institución hacia 1932. Un contrasentido, cuando los nuevos aires republicanos llamaban a la libertad y a las reformas para poner en marcha cambios sociales, económicos, culturales y educativos, para cuya tarea el Ateneo hubiera tenido tanto que decir.

En los albores del siglo XXI el Ateneo vuelve a revitalizarse. El deseo de continuar con la obra iniciada en los años de la Edad de Plata de la cultura granadina propicia que en marzo de 2009 se celebrara su asamblea fundacional, en su segunda época, en la Casa de los Tiros. A ella asistieron más de cincuenta intelectuales y artistas. Desde entonces el Ateneo ha desplegado una extensa y profunda actividad en todos los órdenes del conocimiento y del saber, con conferencias, mesas redondas, recitales, colaboraciones con otras entidades, de modo que en su reciente trayectoria histórica se ha convertido en un referente cultural y de debate en Granada y la provincia.

Uno de los fines del Ateneo de Granada es el fomento y la difusión de la cultura en sus diversas manifestaciones, así como la defensa y promoción de los valores democráticos, los derechos humanos, la libertad de expresión, la igualdad y la libertad de prensa. En la consecución de estos fines, el compromiso y la participación de sus socios y socias se erigen como factor fundamental.

En estos días nos congratulamos de la aparición de un libro que recoge la historia del Ateneo de Granada, esa que cabalga entre estas dos épocas históricas, y cuyos autores son el historiador José Vallejo, el escritor y poeta Álvaro Salvador y el historiador y escritor que redacta este artículo. Es el primer número de la colección Biblioteca del Ateneo.

Este libro nos muestra a una institución que aúna objetivos similares en ambas épocas: los de una entidad que entonces propició una nueva perspectiva en la cultura y que, en el renacer del siglo XXI, vuelve a hacerlo. En ambas épocas, el Ateneo ha formado parte del tejido social y cultural de Granada, auspiciando el debate en una sociedad plural y democrática. Su vocación de servicio le hace estar presente en todas las iniciativas y proyectos generados en nuestra tierra, aportando experiencia, compromiso y el fondo de conocimiento de que dispone.

 * Artículo publicado en Ideal, 20/12/2022

lunes, 5 de diciembre de 2022

ESPERANDO A QUE TERMINE EL MUNDIAL DE QATAR*

 


Estoy viendo algunos partidos del Mundial de fútbol de Qatar y siento remordimiento. ¿Lo estaré haciendo bien? Un Mundial celebrado en un país que vulnera los derechos humanos y un presidente de la FIFA, Infantito, que dice que deberíamos ser todos cataríes, mirar con magnanimidad el milagro creado con petrodólares y olvidar los centenares de obreros muertos durante la construcción de los estadios, obviando la falta de medidas de seguridad, jornadas laborales maratonianas y condiciones paupérrimas de estancia en este ‘paraíso’. Se ve que solo interesa ganar dinero y entretener a los aficionados.

Blanquear la ausencia de derechos humanos con la indigna riqueza es parte de un mundo que lo relativiza todo y va a lo inmediato. Veo en esta fiesta del fútbol a los jugadores alemanes taparse la boca con una mano al hacerse la foto de equipo. Un mensaje por la falta de libertad de expresión. Los altos estamentos federativos prohíben las críticas, solo quieren piernas que muevan la rueda que fabrica dinero sobre el tapete verde de la mesa de juego, que suba la apuesta y la timba deje suculentos beneficios. Los gestos que defienden los derechos humanos, silenciados; el ruido del dinero, imponiéndose.

Me asalta la confusión, ya no sé lo que es correcto o no, si hago bien las cosas o me salto la moralidad, si procedo pertinentemente o caigo en la incongruencia ética. Veo fútbol mundialista. Siento que deambulo entre la estulticia y la moralina que se ha adueñado tanto de nuestros comportamientos como de las palabras.

Nunca había sentido tanta presión como ahora en el resbaladizo terreno de la moral. Menos mal que los muchos años curan de espantos y espantajos, de lenguajes sexistas, feminismos ultramontanos y de rancios valores de una España tradicionalista añorada por nostálgicos de regímenes autoritarios. Vivimos en un mundo de dilemas, donde los dogmas nos asaltan tras cada pensamiento, puro o impuro, coartando libertades, creándonos mundos imaginarios a la medida de los otros.

Tendré que confesarme por esos pecadillos de ver partidos del Mundial, donde tantas barbaridades se ocultan bajo las túnicas blanqueadas de los magnates del poder y del petróleo. El problema es que no sé con quién confesarme. Ya no está el padre Marcelo, que purgaba mis pecados siendo niño. Era muy mayor y muy benigno a la hora de mandar la penitencia, con un avemaría y un padrenuestro despachaba mis actos impuros y mentirijillas. ¡De cuántos avatares infantiles se enteraría aquel confesor!

No saber a quién recurrir para expiar las culpas es un dilema más en este mundo que tanto confunde. Y el principal para mí: no saber si quedarme en el universo de la confusión o del pesimismo, o en los dos, porque el cosmos de los artificios de la felicidad enlatada que nos proponen, no me seduce. Si llego a ver la final del Mundial, porque la juegue la España del antipático Luis Enrique, tendré que acarrear con una penitencia de órdago, de esas que ya soportan los desheredados del mundo sin haber cometido pecado alguno, solo haber nacido pobres o bajo el yugo de las muchas tiranías que se han instalado tan aprisa a fuerza de limitar libertades.

Con lo bien que nos lo prometíamos cuando hablábamos de un mundo en paz y de los loables objetivos del milenio, antes de que todo se empezara a torcer. Ni objetivos del milenio, ni clima arreglado, ni pobreza erradicada, ni educación al alcance de tantos millones de niños que cada mañana, sin pisar una escuela, salen a fabricar ladrillos o deshilachar las prendas que otros niños se pondrán para ir al colegio. No sé, me da que cuando fijamos los objetivos del milenio empezamos a ‘cagarla’.

Ni siquiera una mísera distopía que echarnos a la boca. Por eso estoy pensando en escribir la mía, como vía de escape, en mi próxima novela, donde los supermillonarios oligarcas plutócratas pasaran a convertirse en pobres cada mañana, para ver si son capaces de conseguir tanta riqueza sin ayuda alguna, ni siquiera de la lotería, como le ocurre a tantos desamparados que pueblan el planeta. Una distopía que cree el mundo que deseo habitar, pero no consigo dar con la historia, porque para que sea como el ‘mundo feliz’ de Aldous Huxley prefiero no escribirla.

Mejor me quedo con alguna historia terrenal del mundo de ahora, donde hay muchas a las que acudir. Solo mirar a nuestro alrededor, ver tanta infelicidad y ya las tenemos. Aunque me seduce volver a remover las miserias por las que pasó España en los años cuarenta del siglo pasado, cuando la dictadura sumió en el olvido, el hambre y la represión a millones de españoles. O quizás me quede con la de un hombre maduro que vive una historia de amor con una mujer joven y que se toma la licencia de ver partidos de un Mundial celebrado en un país donde la mujer está sometida al yugo de la religión, que es la mejor manera de sojuzgarla, ocultando las debilidades y miserias del macho humano. Una historia llena de contradicciones en una sociedad sumida en la moralina. La literatura, capaz de definir la condición humana con su legado de palabras.

Así deambulo en espera de que termine el Mundial, aguardando si se respetan los derechos humanos, y sin que me valgan las palabras de Pablo de Tarso en su epístola a los romanos: “Los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de ver después.”

 * Artículo publicado en Ideal, 04/12/2022

** Ilustración tomada de rtve