Este verano no está siendo como otros veranos. Hemos mediado ya la estación y la prensa no ha necesitado ninguna de esas noticias que llamamos ‘serpiente de verano’, salvo las futboleras con esos fichajes que sólo están en la mente de los redactores de la prensa deportiva. En estos días, incluso semanas, la actualidad no le da tregua para echar esa canilla al aire ‘inventando’ alguna historia curiosa de bajo perfil informativo, pero de notable impacto mediático. Digamos que ahora tiene todo lo necesario para rellenar los huecos que en otro tiempo resultaba difícil completar en los periódicos impresos o las páginas web.
Siempre están esos fijos de verano: una ola de calor sobre la que dar consejos para proteger la piel o hidratar los cuerpos, o la estrambótica vida de famosos para curiosear. Y otros, por desgracia, menos deseables: los incendios forestales o esos inoportunos e indeseados accidentes masivos. Sin embargo, este verano parece diferente. Tenemos, entre otros, banqueros que salen y entran de la cárcel, el caso Bárcenas de financiación ilegal de las arcas del PP y de los bolsillos de su cúpula dirigente, los ERE fraudulentos de Andalucía que siguen y siguen, y unas decisiones del Tribunal Supremo repartiendo un poco de vaselina y perdones a unos cuantos angustiados de distintos partidos, quizá para contentarlos a todos. Ya no está imputado Pepe Blanco por el caso Campeón, ni Jaume Matas tendrá que ir a la cárcel por una de esas ‘cosillas’ del caso Palma Arena. A todo esto se ha sumado lo de las primarias ‘non natas’ del PSOE de Andalucía, como una muestra inequívoca de que cuando un problema se quiere resolver con eficiencia para qué contar con tanta gente.
Incluso ha aparecido una reciente sorpresa: la afiliación al PP del presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos, cuando ha tenido que dirimir con su voto algún asunto sobre personas de ideología contraria o recursos judiciales presentados por partidos de la oposición. Como veis, poco margen para el aburrimiento y mucho donde elegir para llenar páginas y páginas.
Ya no hay ‘serpientes de verano’ como las de antes (algunas hasta eran divertidas) que permitían a uno, llegado septiembre, encontrarse descansado y con energías renovadas para afrontar el nuevo curso, porque no nos abochornaban y no nos hacían sentir vergüenza social ajena como estas indecencias que nos atropellan a diario. Ahora quizá sea más apropiado hablar no de ‘serpiente de verano’ sino de otra figuración de longitudinal cuerpo, acaso más peligrosa: ‘tenia o solitaria de verano’, pero con alcance interestacional.
El organismo democrático de nuestro país está infectado por algo parecido a una solitaria que está sorbiendo el ánimo democrático de los ciudadanos. Nuestra democracia está mostrando todos los síntomas de la infección parasitaria: extremada delgadez democrática, captación de nuestros nutrientes morales y éticos por el parásito y una piel externa con una impostura triste y demacrada. Mientras que algunos de sus segmentos o proglótidos siguen desprendiéndose con el riesgo de continuar infectando organismos aún sanos. Afortunadamente otros segmentos están siendo desprendidos para eliminarlos por la encomiable lucha de la ciudadanía, en pro de evitar en lo posible que sigan esquilmando la democracia en su totalidad. Si bien, desgraciadamente, la parte más dañina de esta solitaria, la cabeza o escólex, continúa sometiendo a la democracia a un continuo estado de choque y debilitamiento.
Cuando nuestra democracia estuvo en fase embrionaria en algún momento de su desarrollo algo debió atrofiarse para llegar hasta donde hemos llegado. ¡Cuánto nos estamos lamentando de ello!