Almudena Grandes
In memoriam
¡Buenas tardes a todos y a todas!
No sé qué significará para cada uno de los que estamos aquí la lectura. Imagino que cosas distintas. Las múltiples sensaciones que provoca leer un libro son tan variadas como las expectativas que cada cual ponemos en ello.
¿Qué es leer?
Según la Unesco: “Los libros y el acto de leer constituyen los pilares de la educación y la difusión del conocimiento, la democratización de la cultura y la superación individual y colectiva de los seres humanos.”
De todos los medios que los seres humanos ponemos a nuestro alcance para comunicarnos, la palabra, bien sea hablada o escrita, nos aproxima del modo más íntimo y noble que existe. Decir que nos queremos, expresar sentimientos, compartir ideas, contar historias mediante la palabra es un acto de comunicación sublime. Utilizar la escritura para ello es lanzar un mensaje a lo desconocido, que recalará en tantos puertos como podamos imaginar.
La lectura es un acto íntimo, tan personal que solo es privativo de nuestra experiencia. A través de ella descubrimos universos imaginados y no imaginados, pero posiblemente el que más nos reconforte sea el que nos permita reconciliarnos con nosotros mismos.
La lectura es un acto de generosidad con nosotros mismos, nos hace descubrir rasgos que acaso desconocíamos.
La lectura es el mejor tesoro que podemos depositar en el alma de nuestros niños y jóvenes. De eso saben muchos los maestros y maestras que cada día se afanan en esta tarea. Saben que los libros que lean les acompañarán toda la vida. ¿Quién no recuerda los libros que leyó cuando era niño o un joven que aspiraba a descubrir el mundo? Aquellas aventuras que le hicieron ver cómo podían navegar por mares y continentes, por el interior de la tierra o por los espacios siderales de una galaxia.
Transitar por los cientos de historias que encierran los libros es una manera de descubrir el mundo, de convertirnos en protagonistas hasta que hacerlas parte de nuestro imaginario más íntimo.
El gran escritor argentino de El Aleph, Jorge Luís Borges, decía: "Que otros se enorgullezcan por lo que han escrito, yo me enorgullezco por lo que he leído". Hasta el punto que entendía que el hecho de alcanzar la grandeza en el ser humano tenía que ver más por lo leído que “no por lo que escribe".
En esa misma línea se manifestaba Mario Vargas Llosa, cuando afirmaba el valor de la lectura al decir que “aprender a leer es lo más importante que me ha pasado. Casi 70 años después recuerdo con nitidez esa magia de traducir las palabras en imágenes".
Leer es un acto que dignifica al ser humano. Nos ayuda a movernos en un ir y venir, a deambular por nuestra memoria, a ser al tiempo este u otro personaje, y todo ello sin ni siquiera movernos del banco de un parque, del sillón de casa o del asiento de un autobús.
Aún recuerdo haber leído muchos libros en el asiento del autobús en aquel tiempo que, bajando a Los Pinillos, me subía en el 33. Entonces me hacía acompañar de un libro y el trayecto lo consumía con su lectura. No sabría ahora decir cuántos libros leí, pero fueron bastantes.
Hoy volvemos a congregarnos en torno al libro en Pinos Genil, y lo hacemos en su 5ª edición, que podría haber sido la 7ª, si no nos hubiéramos ausentado los dos últimos años por esa pandemia que nos ha privado de tantas celebraciones colectivas. Menos mal que nos quedaron las celebraciones íntimas, en esas en las que los libros fueron parte fundamental para superar la anormalidad que nos tocó vivir. En esto radica también parte de la grandeza de los libros.
Hoy nos sentimos orgullosos de volver a reencontrarnos con ellos en una fiesta que ya va teniendo cierta tradición en nuestro pueblo. Una fiesta que se presenta con dos novedades:
- Ya no hablamos de ‘Día del Libro’, lo hacemos de ‘Feria del Libro’
- Y a ella se incorpora otra buena nueva: el pregón de la Feria.
Tengo que decir con especial orgullo que soy el primer pregonero de la Feria del Libro de Pinos Genil. ¡¡Gracias, muchas gracias!!
Pero sigamos hablando de libros y de su lectura…
A veces se escucha por boca de nosotros mismos que no tenemos tiempo para leer, que con tantas tareas cotidianas no encontramos el momento necesario para ponernos a ello, con ese libro que nos han recomendado o con aquel otro que, tal vez, iniciamos y lo dejamos aparcado porque no encontrábamos el momento para seguir leyéndolo.
¿Acaso los libros nos quitan tiempo? Quizá suene a excusa, eso debemos dirimirlo cada uno de nosotros.
¿Leer quita tiempo?
Suscribo las palabras de Antonio Muñoz Molina cuando dice que leer multiplica el tiempo. Porque nos permite vivir tanto en tan poco tiempo que entonces el tiempo se hace tan largo como para sentir que antes de perderlo lo ganamos para nuestra existencia, para multiplicar nuestras experiencias para vivir la vida.
Gustave Flaubert, el autor de Madame Bovary, decía que “la única manera de soportar la existencia es sumergirse en la literatura como en una orgía perpetua”.
No sé si os pasará como a mí cuando se presentan malos momentos, o me siento agobiado, o estoy indeciso por no saber qué hacer… Entonces recurro a la lectura. Con ella encuentro el sosiego y la paz que necesitaba.
La lectura nos reconforta, alivia aquello que nos inquieta y corroe por dentro, lo que nos atenaza, es modulado. El autor de La metamorfosis, Franz Kafka, sentenciaba: “Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado que hay dentro de nosotros”.
Cinco años antes de su muerte, Federico García Lorca tuvo el gran honor de inaugurar en 1931 la biblioteca de su pueblo, Fuente Vaqueros. Para la ocasión escribió un discurso en el que hablaba de las bondades de los libros, de la lectura, de la importancia de la cultura y de las bibliotecas. Decía así:
“No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro…
—Y seguía diciendo nuestro poeta—: Yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen de todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.”
“¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: «amor, amor», y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras.”
Hablando de libros y de lectura, me viene a la memoria aquel personaje de Luis Landero en Juegos de la edad tardía, Gregorio Olías, que quería ser escritor de fama, y que anhelaba los libros y todo lo que significaban. Olías creó un mundo imaginario para convertirse en el gran Faroni, era su sueño. Un sueño que llevó hasta las últimas consecuencias creando una realidad paralela, un imaginario delirante.
Cualquiera de nosotros tenemos muchos sueños en los que imaginamos cómo podría haber sido aquello que pasó por nuestra cabeza en la niñez, la adolescencia o en cualquier otro momento de nuestra vida. A veces nos reprochamos que no haya sido así. Es como si ajustáramos cuentas con la vida que nos privó la posibilidad de hacer realidad la ilusión a la que aspirábamos o que, simplemente, nosotros mismos nos lo negamos por habernos instalado en la comodidad, en la rutina o en la mediocridad.
Ahora tenemos la oportunidad de vivir muchos sueños a través de los libros que tendremos a nuestro alcance en esta ‘Feria del Libro’. Porque los libros representan ese modo que inventamos hace siglos de decirnos historias unos a otros a través de la palabra escrita, y de compartir con desconocidos lo que en nuestra imaginación se creaba. Y eso se hizo más fácil porque los libros llegaban a todos los rincones, superando a los contadores de historias que de pueblo en pueblo, de plaza en plaza, iban contando o pregonando aquellos romances que ensalzaban las hazañas de un héroe o de una joven doncella, los mismos que nos contaban la vida de Marianita Pineda.
En Pinos Genil he escrito gran parte de las historias que bullían en mi cabeza y que se convirtieron en libros. Aquí han nacido mis artículos de opinión para la prensa, mis artículos científicos para revistas especializadas, casi todos mis libros han visto la luz en Pinos Genil.
Antes de terminar quiero tener un recuerdo muy especial para alguien que ha estado vinculada de alguna manera con Pinos Genil: Almudena Grandes.
Almudena estuvo presente con nosotros el 16 de abril de 2017 en la 2ª edición del Día del Libro. No fue la única vez que venía a Pinos Genil, pero aquel día lo hizo para apoyar esta celebración en torno al libro que daba sus primeros pasos en nuestra localidad.
Almudena nos dejo el 27 de noviembre de 2021, para ella la lectura fue un descubrimiento fabuloso y vital.
Así lo decía:
“Lo que más me gustaba en el mundo era leer libros y lo que más me sigue gustando en el mundo es leer libros. Si encontrara a una persona que me pagara por leer novelas no escribiría novelas, me gusta mucho más leerlas. Leer es siempre algo que haces por placer y escribir se hace por necesidad… La literatura en principio, para mí, tuvo mucho que ver con la vida.”
En su columna de El País del 13 de mayo de 2018, Almudena, en un artículo titulado “¡Viva Galdós!”, hablaba sobre su entusiasmo por la obra de Galdós y su lectura. Así lo escribía: “De las Novelas a los Episodios Nacionales, y vuelta a empezar. No poder parar de leer a Galdós es el único rasgo que conservo de mi adolescencia.”
A la memoria de Almudena Grandes quiero dedicar este pregón. Hoy hubiera cumplido, hoy cumple 62 años.
¡Feliz cumpleaños, Almudena!
¡¡Muchas gracias!!
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