Ha
sido una noche de lluvia. El agua ha estado repiqueteando cansinamente en la
baranda de la terraza como si quisiera avisar de que estaba allí. Una noche de
lluvia así te hace sentir mejor en la cama, hay como una sensación de protección
que te traslada a la infancia. Llegada la luz del día se ha hecho necesario
retomar las rutinas diarias, entre ellas, asegurar la supervivencia: la visita
al supermercado como rutina semanal. Al salir a la calle la lluvia seguía
siendo protagonista. Después tocaba bajar a la cochera y coger el coche. Al subir por
la rampa del garaje me han llamado la atención unas manchas negras incrustadas
en una hendidura del revestimiento de la fachada. Animado por la curiosidad me
he acercado, y he podido comprobar que se trataba de dos minúsculas colonias de
hormigas tejidas entre ellas que llevaban entre sus mandíbulas huevos y larvas del
hormiguero. La lluvia ha debido inundar su hogar durante la noche y han tenido
que salir buscando refugio en otro lugar. Pero no se han olvidado de los
miembros de la colonia más indefensos y vulnerables.
A
la vuelta del supermercado han llegado mis nietas. Ángela, la mayor, me dice
muchas veces: vamos a ver si hay pajarillos. Ella sabe que en primavera es
fácil encontrar algún guacharro de gorrión caído del tejado, y algunos bichos
más, y solemos salir en plan de exploradores por el jardín. Hoy he querido
llevarla a que viera las hormigas, y que viera como han encontrado una salida
de emergencia a una situación difícil para la comunidad, pero sin dejar a
ningún miembro de la colonia abandonado.
Llevamos
varios años de crisis económica y cada vez más la mancha oscura y gelatinosa de
la desprotección y el desamparo social se va extendiendo más en el tejido
social, dejando desprotegidos a los sectores sociales más vulnerables de
nuestra sociedad. La reforma sanitaria que ha emprendido el gobierno del Partido
Popular es una abominable indecencia. Restringirá derechos y dejará a miles de
personas sin protección sanitaria. Afectará a los miembros más débiles de
nuestra sociedad, que habrán de pagar parte de los medicamentos, parte de la
asistencia sanitaria y, lo peor, hará perder la tarjeta sanitaria a miles de
personas, enfermos graves en algunos casos, dejándolos en la más absoluta desatención.
Nuestra sanidad empieza a dejar de ser universal.