“Hoy me voy a morir”, cuentan que dijo Francisco Ayala, a poco de lavantarse, el día de su muerte.
A mediodía del día 3 de noviembre nos llegaba la noticia de la muerte de Francisco Ayala. Por la tarde conocíamos que Claude Lévi-Strauss había muerto también, dos días antes. A ambos les une una muerte centenaria: Ayala con 103 años, Lévi-Strauss con 100. Pero a los dos les une también haber sido testigos del siglo XX y observado la realidad con ojos escudriñadores y mirada sagaz y reflexiva.
Con Ayala recapacitamos los hechos del siglo XX. Con Lévi-Strauss descubrimos nuestros comportamientos y los secretos de nuestra conducta social.
El escritor granadino, asido a una ‘cabeza de cordero’, nos desveló secretos de una guerra fratricida. Con el antropólogo y etnólogo francés las tribus olvidadas por la ‘civilización’ –los bororo, los nambikwara y los tupi-kawahib– nos enseñaron quiénes somos realmente.
Con Ayala amamos la literatura, el pensamiento y la creación literaria, trasladándonos hasta ese ‘jardín de las delicias’ que todos llevamos en nuestros adentros.
Con Lévi-Strauss se me agolpan los recuerdos de estudiante perdido en textos indescifrables que me abrían los ojos a una realidad ocultada por los convencionalismos. A los que nuestra formación se ha gestado en el ámbito de las ciencias sociales el enfoque estructuralista nos descubrió formas de analizar e interpretar la realidad remota y actual.
De los dos nos quedará su obra, y con ella sentiremos que estarán muy cerca.
El siglo XX tuvo el honor de tenerlos, el siglo XXI los echará de menos.
A mediodía del día 3 de noviembre nos llegaba la noticia de la muerte de Francisco Ayala. Por la tarde conocíamos que Claude Lévi-Strauss había muerto también, dos días antes. A ambos les une una muerte centenaria: Ayala con 103 años, Lévi-Strauss con 100. Pero a los dos les une también haber sido testigos del siglo XX y observado la realidad con ojos escudriñadores y mirada sagaz y reflexiva.
Con Ayala recapacitamos los hechos del siglo XX. Con Lévi-Strauss descubrimos nuestros comportamientos y los secretos de nuestra conducta social.
El escritor granadino, asido a una ‘cabeza de cordero’, nos desveló secretos de una guerra fratricida. Con el antropólogo y etnólogo francés las tribus olvidadas por la ‘civilización’ –los bororo, los nambikwara y los tupi-kawahib– nos enseñaron quiénes somos realmente.
Con Ayala amamos la literatura, el pensamiento y la creación literaria, trasladándonos hasta ese ‘jardín de las delicias’ que todos llevamos en nuestros adentros.
Con Lévi-Strauss se me agolpan los recuerdos de estudiante perdido en textos indescifrables que me abrían los ojos a una realidad ocultada por los convencionalismos. A los que nuestra formación se ha gestado en el ámbito de las ciencias sociales el enfoque estructuralista nos descubrió formas de analizar e interpretar la realidad remota y actual.
De los dos nos quedará su obra, y con ella sentiremos que estarán muy cerca.
El siglo XX tuvo el honor de tenerlos, el siglo XXI los echará de menos.
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