La crisis da para mucho. Sirve para justificar cualquier negocio que no salga bien (que podría salir mal también en tiempo de bonanza), para que la oposición dé caña al Gobierno, para que se mire hacia el interior del país y se olviden las políticas de solidaridad con el mundo sumido en la pobreza…
Y para que la prensa haya encontrado un filón inagotable de noticias acaecidas, sobrevenidas y construidas.
El País publicaba el 13/02/2010 un artículo, bajo el epígrafe “Fijo para siempre, pero ¿inamovible?”, aprovechando que el ‘Pisuerga pasa por allí’ para acordarse de los funcionarios en tiempos de crisis. No estaría mal acordarse de ellos también en tiempos de bonanza.
Y como era de esperar, ha acontecido el éxito. Una avalancha de comentarios para todos los gustos ha inundado el pie de página web.
Lo tenía fácil. Entre los que están parados, los que están puteados en su empresa, entre los que pasan por una ventanilla de vez en cuando y encuentran a un funcionario ‘mal encarado’ (no todo los son, a X gracias), entre los chistes que circulan por la red de funcionarios vagos, indolentes y que trabajan poco… hay mucha gente que tiene algo que decir en esto de “Fijo para siempre, pero ¿inamovible?”.
Con esta noticia me da la ligera sensación que se pone a los funcionarios a los pies de los caballos o, mejor dicho, a los dedos de los internautas. En una especie de linchamiento público que no contribuye a la ‘paz social’.
Después de este artículo, espero otro sobre los malos periodistas que no contrastan la noticia o sacan el lado morboso de la misma, distorsionándola a su gusto.
Y dicho esto, creo que el tema de la función pública en España hay que tratarlo con más seriedad.
En una de las opiniones que recoge el artículo, el presidente del sindicato de funcionarios CSI-CSIF, Domingo Fernández, viene a decir que "el empleo de por vida es la mejor garantía de profesionalidad". O no, como diría Mariano Rajoy. O no es garantía de profesionalidad y sí de acomodo. Y lo dice uno que es funcionario, que tiene su puesto de trabajo ‘asegurado’ y que diría que no se está enterando de la crisis, si no es porque a mi alrededor sí hay mucha gente que la padece.
Es importante la estabilidad en el empleo, pero no sólo para el funcionario sino también para el que trabaja en la obra, en un barco de pesca, en la oficina de un banco o en las grandes superficies.
Con artículos como éste no se contribuye a mejorar la función pública, en todo caso se distorsiona su imagen.
La función pública es importante, permite a un Estado atender a la vida de un país. Ofrecer todos esos servicios que reclamamos los ciudadanos. Otra cosa es que la función pública esté necesitada de un reajuste. Del reajuste de contar con funcionarios con capacidad de servicio público, que es lo que necesitan los ciudadanos. Y para ello el funcionario tiene que cumplir con su obligación, la Administración mejorar la selección y control de sus funcionarios y los sindicatos pensar menos en las elecciones sindicales, porque con esa referencia siempre en el horizonte se justifican cosas injustificables.
En la función pública, a quien haya que llamarle la atención, que se haga, y a quien haya que reconocer su labor, también que se le haga.
Y si hay que pedir cuentas al funcionario público, pedírselas.
Dignificar la función pública empieza porque cada uno de los funcionarios cumpla con su obligación y preste en su puesto de trabajo el servicio público que merecen los ciudadanos. Creo que para eso estamos, ¿o no?
Y para que la prensa haya encontrado un filón inagotable de noticias acaecidas, sobrevenidas y construidas.
El País publicaba el 13/02/2010 un artículo, bajo el epígrafe “Fijo para siempre, pero ¿inamovible?”, aprovechando que el ‘Pisuerga pasa por allí’ para acordarse de los funcionarios en tiempos de crisis. No estaría mal acordarse de ellos también en tiempos de bonanza.
Y como era de esperar, ha acontecido el éxito. Una avalancha de comentarios para todos los gustos ha inundado el pie de página web.
Lo tenía fácil. Entre los que están parados, los que están puteados en su empresa, entre los que pasan por una ventanilla de vez en cuando y encuentran a un funcionario ‘mal encarado’ (no todo los son, a X gracias), entre los chistes que circulan por la red de funcionarios vagos, indolentes y que trabajan poco… hay mucha gente que tiene algo que decir en esto de “Fijo para siempre, pero ¿inamovible?”.
Con esta noticia me da la ligera sensación que se pone a los funcionarios a los pies de los caballos o, mejor dicho, a los dedos de los internautas. En una especie de linchamiento público que no contribuye a la ‘paz social’.
Después de este artículo, espero otro sobre los malos periodistas que no contrastan la noticia o sacan el lado morboso de la misma, distorsionándola a su gusto.
Y dicho esto, creo que el tema de la función pública en España hay que tratarlo con más seriedad.
En una de las opiniones que recoge el artículo, el presidente del sindicato de funcionarios CSI-CSIF, Domingo Fernández, viene a decir que "el empleo de por vida es la mejor garantía de profesionalidad". O no, como diría Mariano Rajoy. O no es garantía de profesionalidad y sí de acomodo. Y lo dice uno que es funcionario, que tiene su puesto de trabajo ‘asegurado’ y que diría que no se está enterando de la crisis, si no es porque a mi alrededor sí hay mucha gente que la padece.
Es importante la estabilidad en el empleo, pero no sólo para el funcionario sino también para el que trabaja en la obra, en un barco de pesca, en la oficina de un banco o en las grandes superficies.
Con artículos como éste no se contribuye a mejorar la función pública, en todo caso se distorsiona su imagen.
La función pública es importante, permite a un Estado atender a la vida de un país. Ofrecer todos esos servicios que reclamamos los ciudadanos. Otra cosa es que la función pública esté necesitada de un reajuste. Del reajuste de contar con funcionarios con capacidad de servicio público, que es lo que necesitan los ciudadanos. Y para ello el funcionario tiene que cumplir con su obligación, la Administración mejorar la selección y control de sus funcionarios y los sindicatos pensar menos en las elecciones sindicales, porque con esa referencia siempre en el horizonte se justifican cosas injustificables.
En la función pública, a quien haya que llamarle la atención, que se haga, y a quien haya que reconocer su labor, también que se le haga.
Y si hay que pedir cuentas al funcionario público, pedírselas.
Dignificar la función pública empieza porque cada uno de los funcionarios cumpla con su obligación y preste en su puesto de trabajo el servicio público que merecen los ciudadanos. Creo que para eso estamos, ¿o no?
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