miércoles, 19 de mayo de 2010

BALTASAR GARZÓN, ¿JUEZ MEDIÁTICO O JUEZ COMPROMETIDO?

Perseguir la injusticia, el delito o el crimen sigue siendo una osadía aún en los tiempos que corren. ¿O acaso por los tiempos que corren es una osadía?
La respuesta ante un hecho injusto o delictivo que ocurre a nuestro lado suele tener dos caras: una, pasar de largo y volver la vista hacia otro lado; otra, decidirnos a afrontarlo.
No hace tanto veíamos en la televisión las imágenes de un ciudadano moribundo apuñalado en una acera, entre tanto pasaban varios viandantes sin prestarle auxilio alguno.
Una actitud similar que podría adoptar un policía que viendo una agresión da media vuelta y elude intervenir. O un maestro que detecta las dificultades de un niño para aprender pero no le ayuda a superarlas. O un médico que a escasos veinte metros de las urgencias de un hospital ve a un enfermo postrado y no se acerca a socorrerlo. O también un juez que dicta una sentencia de ‘enjuague’ para salir del paso con escasa meditación jurídica.
Mas un juez puede hacer uso de todos los resortes jurídicos que le brinda el Estado de Derecho para tomar la iniciativa jurídica e impartir justicia a un asesino, un ladrón de bancos o un joven que ha robado una bicicleta. Y si me apuran, a un dictador, un terrorista o un corrupto. Además, le cabe la posibilidad de inhibirse (mirar para otro lado) en las acciones que legítimamente pudiera emprender.
Escoger el camino más fácil, el que menos nos compromete, el que supone menos riesgo, es una decisión que está a nuestro alcance, aunque no sea la más ética.
Baltasar Garzón, ya ex juez de la Audiencia Nacional, se enfrenta ahora a una causa por pretender investigar los crímenes del franquismo que lo puede apartar de la judicatura. Y esto le ha pasado en gran parte porque no ha vuelto la vista hacia otro lado ante algunas injusticias y delitos que han ocurrido a su lado. El mismo lado que es el de todos nosotros.
Algunos piensan que Garzón ha buscado en su trayectoria profesional el reconocimiento mediático. Otros, por el contrario, creen que ha hecho uso de su legítimo poder para combatir una parte de la injusticia que asola a nuestra sociedad, es decir, ha dado la cara.
Veintidós años combatiendo al terrorismo, a dictadores, a la corrupción de los partidos políticos (PSOE o PP), al narcotráfico, le han granjeado sin duda efectos mediáticos y muchos enemigos, pero también mucha admiración no sólo en nuestro país sino en otros muchos países del mundo.
No creo que tanto reconocimiento y agasajo sea producto de una vana pretensión de querer convertirse en una ‘estrella mediática’.
Por cierto, otro día nos ocuparemos de la envidia, ese pecado nacional, y cómo es capaz de mover la voluntad de los individuos.
Como decía Gregorio Marañón en sus Ensayos liberales: “Perdón por haber triunfado”.

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