sábado, 19 de noviembre de 2022

¿REALMENTE SE INNOVA EN LA ESCUELA? (I)*


La escuela muere si se queda anquilosada. Porque tiene que dar respuestas a las necesidades de la sociedad. Y la sociedad cambia. Y tiene que responder a las expectativas de los alumnos y de las alumnas. Que también cambian. Y las ciencias evolucionan y se desarrollan. Los saberes pedagógicos se multiplican. El mundo digital lo invade todo.

 M. A. Santos Guerra1

El Ateneo de Granada, en su sección “Educación y sociedad”, celebrará el día 23 de noviembre de 2022 la segunda actividad del ciclo “La educación a debate”. En esta ocasión se abordará el tema de la innovación y cambio en la escuela, en plena implementación de la reforma que propone la Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOMLOE).

¿Realmente se innova en la escuela? Con esta pregunta se pretende impulsar una reflexión sobre un tema aún no resuelto en nuestro sistema educativo, sometido a varias reformas en las últimas tres décadas y que aún no ha resuelto. Muchos autores cuestionan que las reformas hayan llegado a producir una transformación metodológica, a pesar de los cambios legislativos y las inversiones que se han realizado en educación durante la etapa democrática.

La escuela es una organización compleja y, como tal, sujeta a influencias y tensiones que son difíciles de evitar. La complejidad de la propia sociedad del conocimiento de este siglo XXI es parte del paradigma en el que se desenvuelve la creciente tecnificación del conocimiento, donde los procesos de almacenamiento de información hacen que la innovación se erija en un factor clave en la transformación de la escuela.

La LOMLOE, como ya lo pretendieron leyes anteriores, cuenta entre los principios que la informan, “el fomento y la promoción de la investigación, la experimentación y la innovación educativa”. Al tiempo que mandata a las Administraciones educativas, al referirse a la formación del profesorado, para que apuesten por el fomento “de programas de investigación e innovación, impulsando el trabajo colaborativo y las redes profesionales”. Asimismo, dentro de la autonomía de los centros, se les insta para que pongan en marcha “experimentaciones, innovaciones pedagógicas, programas educativos, planes de trabajo, formas de organización…”. Y a las direcciones de los centros se les encomienda “promover experimentaciones, innovaciones pedagógicas, programas educativos, planes de trabajo, formas de organización”, que redunden en un servicio educativo más acorde a los tiempos que corren.

No obstante, en estas décadas de reformas educativas no se ha constatado una mejora en las metodologías ni se han generalizado las innovaciones que hagan pensar en un cambio de las prácticas docentes. Quizás por eso en nuestro país siempre estemos buscando la solución que nunca llega y, tal vez, no hayamos sabido cómo conseguirlo. La realidad es que la pocas innovaciones que han llegado lo han hecho de manera muy precaria, sin mucha incidencia en las prácticas y los enfoques metodológicos de los centros, y sin que la perspectiva investigativa de la acción educativa haya calado en las propias prácticas docentes.

Los retos de la sociedad actual demandan cambios, como ya preconizara Andy Hargreaves (2003:9)2, y más en la denominada ‘era de la inventiva’, cuando decía: “Vivimos en una economía del conocimiento, en una sociedad del conocimiento. Las economías del conocimiento son estimuladas y dirigidas por la creatividad y la inventiva. Las escuelas de la sociedad del conocimiento tienen que crear estas cualidades, si no su gente y sus naciones se quedarán atrás.” Visto de esta manera, la escuela tiene que convertirse en una organización inteligente, capaz de aprender y de adaptarse a nuevos contextos, aunque sea, al decir de Lara Ramos (2010:33), “como mero mecanismo de supervivencia, que es otra forma inteligente de sobrevivir en la adversidad”.3

Adaptarse a los continuos cambios comporta en la escuela una redefinición del ‘saber profesional’ del maestro y su competencia para dar respuestas técnicas y útiles a los problemas que se le presentan en su ejercicio profesional. Si la escuela tiene que ofrecer soluciones a la sociedad, el principal agente educativo de la organización no puede quedar al margen. La eficacia se convierte así en un valor y, en una sociedad con fuerte presencia del pensamiento neoliberal, aún más.

Para que una reforma sea efectiva debe contar con sus artífices. Penalva (2009:185)4 lo deja claro: “La idea básica es que no existe cambio educativo eficaz sin contar con las ‘microestructuras de poder’ que existen dentro de la escuela”. Una complicidad que es necesario buscar y que debe moverse en unas cuantas reglas básicas: apoyo moral a los artífices, dejarlos que expongan su visión particular, buscar siempre la colaboración como mecanismo de mejora de la eficiencia, estimulo a la iniciativa individual que facilite la asunción de riesgos y actividades innovadoras, sin olvidar la experiencia profesional de las buenas prácticas anteriores.

La renovación del sistema pasa por que ideas y pensamientos calen en los agentes que lo hacen posible, por una mayor receptividad de todos ante los cambios necesarios, por un mayor empeño para impulsar el cambio, por una formación inicial y permanente que se dirija realmente hacia ello.

En el Ateneo de Granada, para aproximarnos a una realidad educativa capaz de convertir la escuela en un proyecto dinámico y motivador, nos detendremos en el proyecto de innovación educativa que se está desarrollando, desde una perspectiva global ‘interetapas’, en el Colegio Virgen de Gracia de Granada. En esta ocasión contaremos en el Ateneo con la participación como ponente de la profesora María Ángeles Urbano Gómez, coordinadora del proyecto en el Colegio Virgen de Gracia y especialista en inteligencia emocional, neurociencia y pedagogía Montessori, que lidera el proyecto de desarrollo curricular “El Circo del Arte”.

Hablaremos de “El Circo del Arte” en el siguiente artículo de este proyecto.

 1 Santos Guerra, M. A. (2020): “Innovar o morir”, en Marrodán Gironés, M. J. y Ponce de León Elizondo, A. (coord.): La Orientación en la mejora del desarrollo y bienestar personal. Universidad de la Rioja.

2 Hargreaves (2003): Enseñar en la sociedad del conocimiento (La educación en la era de la inventiva). Barcelona, Octaedro.

3 Lara Ramos, A. (2010): La educación que pudo ser. Reflexiones desde el pupitre. Granada, Ed. Zumaya.

4 Penalva Buitrago, J. (2009):“Paradigmas escolares vigentes. Influjos en el sistema educativo español”, Educación XXI, 12, pp. 181-199.

* Publicado en Ideal en clase, 18/11/2022

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