Eran los años veinte del siglo XX, Granada, heredera de una pujante industria del azúcar de remolacha, de la llegada del ferrocarril, de una red de tranvías que iba tejiéndose entre la capital y la Vega, y de la apertura de la Gran Vía del Azúcar, pretendía abrirse a nuevos horizontes culturales. La ciudad quería despojarse de su impronta provinciana y poner en escena todo su talento creador. El Centro Artístico, Científico y Literario, institución cultural por excelencia, languidecía desde el inicio del siglo, lo que movió a un grupo de intelectuales a crear una nueva sociedad: el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Granada, tomando como referencia el Ateneo de Madrid.
Las nuevas generaciones granadinas pugnaban por abrirse a nuevas propuestas culturales y dar a conocer innovadoras fórmulas creativas. El Rinconcillo y otras tertulias comenzaron a idear homenajes y actividades que llamaban a la modernidad, entre ellas, el Concurso de Cante Jondo de 1922. Se trataba de una generación abierta, viajera, cosmopolita, brillante, forjada en el seno de una universidad pujante, que había estudiado fuera (Bolonia o Alemania), con nuevas ideas para remover la mentalidad provinciana de la ciudad. A ello se sumó la llegada a la presidencia del Centro Artístico del ingeniero Juan José Santa Cruz, inspirador de la carreta de Sierra Nevada, devolviéndole un momento de esplendor. Granada se beneficiaba en los años veinte del trabajo de estas dos importantes sociedades, propiciando una época de enorme creatividad cultural: la Edad de Plata de la Cultura granadina.
El jueves 18 de febrero de 1925, El Defensor de Granada da el siguiente titular: “Se organiza en Granada un Ateneo”, y con estas palabras: “Esta tarde, a las seis, se celebrará en la Sociedad de Amigos del País, una reunión de todos los elementos que se han adherido a la idea de constituir en Granada un Ateneo Científico, Literario y Artístico, para proceder a la lectura y aprobación del proyecto de reglamento. Se trata de una alta empresa cultural, que cuenta ya con valiosísimas colaboraciones.”
A la nueva institución se sumarían 157 personalidades, entre las que destacaban Fernando de los Ríos, catedrático y exdiputado; Francisco García Lorca, abogado; Luis Seco de Lucena, presidente de la Asociación de la prensa; Leopoldo Torres Balbás, arquitecto director de la Alhambra; Juan José Santa Cruz, ingeniero; José María Rodríguez Acosta, banquero y pintor; Gabriel Morcillo, pintor y profesor de la escuela de Artes y Oficios; Juan Nacle, catedrático y director del Laboratorio municipal; Antonio Gallego Burín, profesor universitario y director del Museo Arqueológico; los hermanos Fernández Montesinos, médicos; Modesto Cendoya, arquitecto municipal o Constantino Ruiz Carnero, periodista y director de El Defensor de Granada. Alrededor del Ateneo no faltarían otros personajes relevantes, como Federico García Lorca, Manuel de Falla, Hermenegildo Lanz o Manuel Ángeles Ortiz.
El Ateneo de Granada se convertía en un motor de renovación cultural y, en esta primera época, movilizó talento y conocimiento para sacar a Granada de un estado de postración intelectual e impulsarla hacia otros horizontes. En su intensa actividad cultural no faltaron momentos difíciles, como su clausura transitoria el 20 de abril de 1929 por orden del gobernador civil. Su trayectoria, no obstante, sería corta. Con la llegada de la II República irá diluyéndose como institución hacia 1932. Un contrasentido, cuando los nuevos aires republicanos llamaban a la libertad y a las reformas para poner en marcha cambios sociales, económicos, culturales y educativos, para cuya tarea el Ateneo hubiera tenido tanto que decir.
En los albores del siglo XXI el Ateneo vuelve a revitalizarse. El deseo de continuar con la obra iniciada en los años de la Edad de Plata de la cultura granadina propicia que en marzo de 2009 se celebrara su asamblea fundacional, en su segunda época, en la Casa de los Tiros. A ella asistieron más de cincuenta intelectuales y artistas. Desde entonces el Ateneo ha desplegado una extensa y profunda actividad en todos los órdenes del conocimiento y del saber, con conferencias, mesas redondas, recitales, colaboraciones con otras entidades, de modo que en su reciente trayectoria histórica se ha convertido en un referente cultural y de debate en Granada y la provincia.
Uno de los fines del Ateneo de Granada es el fomento y la difusión de la cultura en sus diversas manifestaciones, así como la defensa y promoción de los valores democráticos, los derechos humanos, la libertad de expresión, la igualdad y la libertad de prensa. En la consecución de estos fines, el compromiso y la participación de sus socios y socias se erigen como factor fundamental.
En estos días nos congratulamos de la aparición de un libro que recoge la historia del Ateneo de Granada, esa que cabalga entre estas dos épocas históricas, y cuyos autores son el historiador José Vallejo, el escritor y poeta Álvaro Salvador y el historiador y escritor que redacta este artículo. Es el primer número de la colección Biblioteca del Ateneo.
Este libro nos muestra a una institución que aúna objetivos similares en ambas épocas: los de una entidad que entonces propició una nueva perspectiva en la cultura y que, en el renacer del siglo XXI, vuelve a hacerlo. En ambas épocas, el Ateneo ha formado parte del tejido social y cultural de Granada, auspiciando el debate en una sociedad plural y democrática. Su vocación de servicio le hace estar presente en todas las iniciativas y proyectos generados en nuestra tierra, aportando experiencia, compromiso y el fondo de conocimiento de que dispone.
* Artículo publicado en Ideal, 20/12/2022
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