No es santo de mi devoción. Pero hay actitudes y conductas que me parecen intolerables.
Nuestro estatus de ciudadano no nos da derecho a increpar impunemente a un personaje político por muy desdeñable que nos parezca.
No comulgo ni ideológica ni personalmente con Francisco Camps, presidente de la Comunidad Valenciana, pero las ofensas lanzadas por un joven hacia su persona en plena calle me parecen un ataque fuera de lugar e injustificado.
Lanzar una sarta de improperios y descalificaciones a una persona que sabemos por su imagen pública no nos va a responder es una cobardía. Actitud que se acrecienta cuando el propio presidente al requerirle una explicación por tales ofensas ve huir al individuo, eludiendo dar la cara.
Hace unos días el señor Camps tampoco estuvo muy acertado en el uso de la palabra en las Cortes autonómicas. Profirió una desafortunada frase dirigida al portavoz del PSPV, Ángel Luna: «A usted le encantaría coger una furgoneta, venirse de madrugada a mi casa y por la mañana aparecer yo boca abajo en una cuneta».
Estas palabras dichas en sede parlamentaria quizás tengan, si cabe, mayor gravedad, precisamente por el lugar donde fueron proferidas. Aunque estamos acostumbrados a escuchar las peores acusaciones, descalificaciones e improperios en sede parlamentaria (nacional o autonómica), no dudo que ese lugar, donde reside la soberanía popular, debería ser ejemplo de convivencia y respeto para los ciudadanos.
Quizás la clase política se esté extralimitando en sus declaraciones y sirva de nefasto ejemplo a la ciudadanía. Y acaso por ello, algún ciudadano por mimetismo sea capaz de lanzarse con la misma impunidad que advierte en los parlamentarios a decir ‘ladrón’, ‘desgraciado’ y ‘corrupto’ al mismísimo presidente de la Comunidad Valenciana.
En absoluto justifico tales palabras, pero mejor haría la clase política muchas veces en reparar en las que ella misma pronuncia. Y digo más: debería saber que a través de sus actitudes, conductas y declaraciones sirve de ejemplo a los ciudadanos.Y en semejantes circunstancias, el señor Camps ciertamente no es el mejor ejemplo.
Nuestro estatus de ciudadano no nos da derecho a increpar impunemente a un personaje político por muy desdeñable que nos parezca.
No comulgo ni ideológica ni personalmente con Francisco Camps, presidente de la Comunidad Valenciana, pero las ofensas lanzadas por un joven hacia su persona en plena calle me parecen un ataque fuera de lugar e injustificado.
Lanzar una sarta de improperios y descalificaciones a una persona que sabemos por su imagen pública no nos va a responder es una cobardía. Actitud que se acrecienta cuando el propio presidente al requerirle una explicación por tales ofensas ve huir al individuo, eludiendo dar la cara.
Hace unos días el señor Camps tampoco estuvo muy acertado en el uso de la palabra en las Cortes autonómicas. Profirió una desafortunada frase dirigida al portavoz del PSPV, Ángel Luna: «A usted le encantaría coger una furgoneta, venirse de madrugada a mi casa y por la mañana aparecer yo boca abajo en una cuneta».
Estas palabras dichas en sede parlamentaria quizás tengan, si cabe, mayor gravedad, precisamente por el lugar donde fueron proferidas. Aunque estamos acostumbrados a escuchar las peores acusaciones, descalificaciones e improperios en sede parlamentaria (nacional o autonómica), no dudo que ese lugar, donde reside la soberanía popular, debería ser ejemplo de convivencia y respeto para los ciudadanos.
Quizás la clase política se esté extralimitando en sus declaraciones y sirva de nefasto ejemplo a la ciudadanía. Y acaso por ello, algún ciudadano por mimetismo sea capaz de lanzarse con la misma impunidad que advierte en los parlamentarios a decir ‘ladrón’, ‘desgraciado’ y ‘corrupto’ al mismísimo presidente de la Comunidad Valenciana.
En absoluto justifico tales palabras, pero mejor haría la clase política muchas veces en reparar en las que ella misma pronuncia. Y digo más: debería saber que a través de sus actitudes, conductas y declaraciones sirve de ejemplo a los ciudadanos.Y en semejantes circunstancias, el señor Camps ciertamente no es el mejor ejemplo.
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4 comentarios:
Estoy contigo. Los politicos tienen que cuidar sus palabras.
El respeto a los demás en la clave para la convivencia.
Gracias, Ana, por tu opinión.
"a batalha é dificil mais é nossa" es este un lema que aprendí en Portugal durante el glorioso rescate de 48 años de dictadura. Como sabemos las dictaduras tienen multíplices rostros. Como italiano conozco al "berlusconismo" acoplado al brazo de la mafia.
Le agradezco su "blogger" que con energía y sugerencias nos abre el camino a la esperanza. Somos muchos ¿a que sí?
Giancarlo
Y que seamos muchos más, Giancarlo.
Gracias por tus palabras.
Saludos.
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