
Casa de aire, como nos revela su autor, es una mirada tierna e inocente sobre el ser humano. Ese acercamiento fraternal a las personas que es fácil percibirlo en la lectura de sus poemas.
El libro se estructura en tres partes. La primera es la fotografía, ‘Casa de aire’ la titula, son imágenes de la calle. La segunda, el cortometraje, con la gente como protagonista de ahí su nombre: ‘Ríos de gente’, donde se reflejan pequeños momentos poéticos que suceden en la vida de las personas, en la vida cotidiana. La tercera es el teatro, intitulada ‘Última función’, algo tan unido a la vida del actor Cenamor.
Gracias a este acto pudimos acercarnos más al perfil humano de Francisco Cenamor. Comprobamos in situ cómo en este poemario se recoge esencialmente todo lo que su autor es y representa, disolviendo su “yo” individual en otro “yo” colectivo. Lo que le sirve para realizar en sus poemas una verdadera exposición fotográfica sobre la cotidianeidad de las distintas figuras que en ellos aparecen (una mujer que sufre la violencia y el desencanto de la vida, por ejemplo), con imágenes que, a imitación de los fotogramas de los cortos cinematográficos, ofrecen la mirada sensible de un poeta que es capaz de retratar la cotidianeidad. Su oficio de actor nos aporta la visión del teatro como escenificación de la vida en la que todos los componentes de una obra pasan a ser el fondo y la figura en una interacción con el espectador.
Con Casa de aire ya disponemos de otra excusa perfecta para recrearnos en la poesía. Granada, anoche lo pudo comprobar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario