El científico británico Stephen Hawking parece sostener en su nuevo libro, El Gran Diseño, (según se ha adelantado, pues no está todavía a la venta) que la física moderna excluye la posibilidad de que Dios crease el universo. Que éste es una consecuencia de las leyes de la física.
Anteriormente, en su obra Una breve historia del tiempo, mantuvo dudas al respecto. Compatibilizaba la existencia de un Dios creador y visión científica en la creación del universo. Ahora ya se ha liberado de un prejuicio religioso, que tampoco le hacía ningún favor.
Está bien superar estadios del conocimiento científico que nos descubran cada vez más la verdad de nuestros orígenes. Y en esa carrera conviene dejar a un lado las interferencias divinas. En la propia Iglesia, por ejemplo, hace tiempo que se superó el dilema sobre la existencia de Dios, estableciendo que se trata de una cuestión de fe y no de demostración científica.
La historia de la humanidad nos revela que cuando el hombre no ha sabido encontrar una respuesta racional o científica a los fenómenos naturales y emocionales recurría siempre a explicarlos según los ‘designios divinos’, que como ya se sabe son inescrutables. Tanto lo son que sirven de comodín para explicar todo lo que no entendemos.
Está bien que la ciencia y la religión sigan caminos paralelos. Como dos líneas paralelas que nunca se juntan. Ciencia y religión son como el agua y el aceite, imposibles de mezclar. Como deberían serlo política y religión.
Hay creencias en este mundo que son una cuestión de fe, un ámbito de la persona que cada cual debe gestionar. Pero la ciencia corresponde al espacio público y sólo desde ella debemos buscar las explicaciones a los fenómenos naturales que nos rodean.
Es muy sano investigar científicamente el universo sin la interferencia divina, nos iluminará más y nos confundirá menos.
Mi admiración por la figura científica de Stephen Hawking siempre ha sido grande, sobre todo cuando aprecias su capacidad de superación a pesar de su estado físico (un cerebro encerrado en un cuerpo inservible).
Aún me asalta una duda: después de esta afirmación acerca de la ausencia de Dios como artífice de la creación del universo no sé cómo se lo van a tomar los defensores de las tesis del creacionismo.
Anteriormente, en su obra Una breve historia del tiempo, mantuvo dudas al respecto. Compatibilizaba la existencia de un Dios creador y visión científica en la creación del universo. Ahora ya se ha liberado de un prejuicio religioso, que tampoco le hacía ningún favor.
Está bien superar estadios del conocimiento científico que nos descubran cada vez más la verdad de nuestros orígenes. Y en esa carrera conviene dejar a un lado las interferencias divinas. En la propia Iglesia, por ejemplo, hace tiempo que se superó el dilema sobre la existencia de Dios, estableciendo que se trata de una cuestión de fe y no de demostración científica.
La historia de la humanidad nos revela que cuando el hombre no ha sabido encontrar una respuesta racional o científica a los fenómenos naturales y emocionales recurría siempre a explicarlos según los ‘designios divinos’, que como ya se sabe son inescrutables. Tanto lo son que sirven de comodín para explicar todo lo que no entendemos.
Está bien que la ciencia y la religión sigan caminos paralelos. Como dos líneas paralelas que nunca se juntan. Ciencia y religión son como el agua y el aceite, imposibles de mezclar. Como deberían serlo política y religión.
Hay creencias en este mundo que son una cuestión de fe, un ámbito de la persona que cada cual debe gestionar. Pero la ciencia corresponde al espacio público y sólo desde ella debemos buscar las explicaciones a los fenómenos naturales que nos rodean.
Es muy sano investigar científicamente el universo sin la interferencia divina, nos iluminará más y nos confundirá menos.
Mi admiración por la figura científica de Stephen Hawking siempre ha sido grande, sobre todo cuando aprecias su capacidad de superación a pesar de su estado físico (un cerebro encerrado en un cuerpo inservible).
Aún me asalta una duda: después de esta afirmación acerca de la ausencia de Dios como artífice de la creación del universo no sé cómo se lo van a tomar los defensores de las tesis del creacionismo.
2 comentarios:
Interesante esta entrada desde varios aspectos vitales. Sin duda algunos de ellos requieren de la fe sin más. Leerle hoy ha traído a mi memoria una anécdota. La perplejidad que me produjo la explicación de la inexistencia de dios por parte de un amigo que se dedica a dar clase de física cuántica. La ciencia es...mucha ciencia. De cualquier manera a mi personalmente la figura de Stephen Hawking me sigue fascinado. Y el tema desde el lado científico de su cerebro atrapado en ese cuerpo inmóvil me abruma. La vida seguirá guardando misterios. Y eso es apasionante.Un abrazo.
Eso de que dios no existe Dios no hace falta que lo diga este hombre para que nos lo creamos. Solo hay que ser un poco observador.
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