martes, 16 de abril de 2013

MANIPULACIÓN DE LA NOTICIA

Estamos rodeados de medios de comunicación y la noticia cunde con una prontitud como nunca. El asunto de las audiencias o la venta de periódicos es parte del negocio, y a veces se pretende subir los índices a costa de lo que sea: contentar a los correligionarios o utilizar la noticia con efectos impactantes que despierten y atraigan la atención de la audiencia. Cuando cotejamos una misma noticia entre varios medios, a veces nos preguntamos qué se pretende realmente transmitir en cada caso cuando se recalcan ángulos tan distintos de una misma noticia. Los interesados nos dirían que simplemente transmitir información. No obstante, esa no es la impresión que se tiene a poco que hagamos un análisis somero. Esto lo vemos a diario. Una misma noticia se presenta de modo muy diferente según el medio de comunicación que lo haga. Instalados en este punto, el periodismo pasa de ejercer una estricta labor informativa a modular interesadamente la opinión de los receptores de la misma (nosotros, los ciudadanos). Entonces es cuando aparece la defensa descarada de unos intereses políticos, ideológicos, religiosos o económicos.

Alguna vez me hubiera gustado ser periodista, pero de los de verdad, de los que buscan la verdad para ofrecerla a la gente. No es que haya sido para mí una vocación irresistible, pero siempre la he tenido como una profesión con gran atractivo, quizá por eso de que la escritura va asociada al trabajo intelectual. Probablemente, en los tiempos que corren, me hubiera costado encontrar esa verdad. La crisis económica (pero también antes de ella), que tantos esquemas de nuestro mundo está quebrantando, desvela con inusitada frecuencia demasiadas malas prácticas en la prensa escrita, hablada o vista. La información se tergiversa, se sesga, se emplea con un interés concreto, a veces rayando lo espurio. Se vive en un crónico partidismo descarado, falto de imparcialidad. Así no es de extrañar que la de periodista sea, junto a la de juez, una de las profesiones peor valoradas en el último barómetro del CIS. ¿No sería bueno que desde la prensa se hiciera un poco de reflexión acerca de determinadas prácticas?

Me ha despertado curiosidad la noticia emitida por la televisión venezolana VTV en la que expresan gráficamente los resultados de las elecciones presidenciales celebradas el pasado domingo. El resuelto ha sido muy ajustado (50,66% frente al 49,07%) y, sin embargo, el gráfico expuesto en la pantalla pareciera representar lo contrario. ¿Acaso está dirigido a una población analfabeta, fácilmente manipulable? Vista la noticia desde nuestro país, imagino que el cien por cien de la prensa española compartiría una apreciación negativa respecto a la imagen aparecida en esta televisión. Incluso diría que la noticia es un ejemplo burdo de manipulación propio de un país poco desarrollado; bananero, si lo prefieren. No obstante, es fácil observar que en nuestro país se procede de modo muy parecido. Así está ocurriendo con la visión que se está dando de los escraches según los medios, o la información que se da sobre el caso Bárcenas o el caso de los EREs. ¿Qué diferencia hay entre el tratamiento de la noticia de los resultados electorales en Venezuela y la que se da en nuestro país acerca del sentido de los escraches, o de las acciones de la plataforma de afectados por la hipoteca, o la de las preferentes?

Para hacer un buen periodismo hay que ser independientes de cualquier poder político, económico o religioso, Hay que tener una práctica basada en una gran dosis de imparcialidad. Sin embargo, es difícil encontrar hoy día un medio de comunicación en España que reúna estas premisas (aunque algunos se esfuercen más que otros en intentarlo y aparentarlo). Flaco favor se está haciendo a la democracia y a la ciudadanía por parte de esos medios de comunicación que se alinean con partidos políticos o con intereses de poderes fácticos ideológicos, religiosos o económicos. Esos medios que no les importa tergiversar la noticia y, en consecuencia, la verdad.

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