Mi estancia en Madrid de estos días me ha deparado gratas sorpresas. Hace dos años, cuando el 15-M estaba en plena ebullición en la Puerta del Sol, muchos no sentimos gratamente expectantes al observar aquel potente movimiento social que cuestionaba muchas de las bases de una democracia que hasta entonces se había mostrado (aunque quizá habría que hablar mejor de los que la dirigían) como un instrumento ineficaz para dar respuesta a las necesidades sociales y democráticas de la gente. Después de dos años, el movimiento parece haber languidecido, aunque sus ideas y reivindicaciones siguen vivas. Me preguntaba entonces (en una entrada en este blog) si el movimiento sería flor de un día. Pasado el tiempo, acaso la respuesta tenga que ser afirmativa; sin embargo, aquel espíritu de rebeldía e indignación que inoculó el movimiento en la sociedad española no cayó en terreno baldío. Hoy conocemos otros movimientos (STOP desahucios, distintas mareas) que son dignos herederos de las reflexiones y las ideas que surgieron durante las asambleas de los días de acampada.
La casualidad ha querido que mi estancia de estos días en Madrid haya coincidido con la presentación de la novela de Alejandro Pedregosa, A pleno sol, un pretendido homenaje al espíritu de aquel movimiento. A la presentación de esta novela esperaba asistir en las próximas semanas, cuando se celebre en Granada, pero este viaje la ha adelantado. El lugar: Casa del Libro, en la Gran Vía. Por cierto, curioseando por las estanterías de esta imponente librería (entre tanto Pepo Pedregosa firmaba ejemplares a los asistentes) me encontré con alguno de mis libros de educación. Bonita sorpresa.
Tras el acto, en un encuentro más lúdico con algunos asistentes, tuve la ocasión de conocer al poeta y editor Miguel Ángel Arcas y al ilustrador Luis Doyague. En el curso de la conversación intercambiamos opiniones acerca de cuál será la correlación de fuerzas en el futuro entre el libro digital y el libro tradicional, ahora que las nuevas generaciones de niños y jóvenes están siendo educados en clave digital en el acceso al conocimiento.
Antes de este viaje a Madrid ya me había leído A pleno sol. Es una excelente y entretenida novela negra, escrita por alguien que maneja tan bien el curso de la historia como las palabras. La acampada del 15-M configura gran parte del escenario en el que se desenvuelve la novela, pero antes de pensar que se trata de un relato acerca de ese movimiento social debo decir que la entiendo como una historia que contrasta realidades humanas distintas en un momento histórico como el que acontece en el Madrid de mayo de dos mil once.
Pepo nos presenta una atrayente historia en torno a la desaparición de una joven, Daniela, miembro activo de la acampada, plena de intriga, misterio y claves para comprender un poco más al individuo. Sabe mantener la tensión y el interés en cada uno de los capítulos con gran destreza creativa. Pero la novela tiene más cosas. Me interesa la manera en que el autor retrata ese componente social, alejado (o quizá no) del discurso efervescente de ideas y cuestionamiento del sistema que se está produciendo en la Puerta del Sol, y que tiene que ver con la provecta hipocresía que envuelve las vidas (nuestras vidas) de la gente, siempre tan cerca de nosotros. Gente que oculta sus miserias bajo una apariencia de honestidad (tío Fermín), de embrutecimiento (inspector Núñez), de pusilanimidad (Lorenzo). Como siempre, en este juego de la comedia humana, hay víctimas individuales: Daniela o Vigo, y también víctimas colectivas (toda la sociedad que se hace más decrépita y miserable), donde podríamos incluirnos todos, incluso los que acamparon por un mes en Sol.
El personaje de Chucho (protagonista de esta historia) me parece entrañable. Jubilado, de vuelta de todo, parece que aún le queda un minúsculo resquicio en su vida para ejercer la capacidad de asombro. Acudir a un anciano como protagonista de una novela no es algo extraño para mí. Matilde Santos, septuagenaria, ya lo es en La renta del dolor. Y por ahí anda, envuelto en su abrigo ajado, Jerónimo Cienfuegos, al que espero y deseo que pronto conozcáis.
Pepo Pedregosa, en un momento de su intervención, afirmó que el mundo antes que de los poderosos (los que parecen controlarlo) le pertenece a los soñadores, a todos los que persiguen (perseguimos) un sueño, nuestros sueños en la vida. Según el autor de A pleno Sol el sueño de cada uno termina convirtiéndose en el auténtico motor vital de cada individuo y, por simple agregación y conexión, en el sueño colectivo de las sociedades. Con esta reflexión quiero quedarme.