Lara Ramos rememora los crueles años de la posguerra en su novela ‘Cae la ira’
El escritor granadino centra su tercera novela en las vivencias que forjaron la infancia de un niño de Noalejo y que dinamitaron su inocencia
Mezcla ficción y
realidad para recoger las historias vividas en primera persona por un tío suyo
Privaciones,
miseria, represalias, tragedias... Los años de posguerra sumieron a la
población española en una situación anómala y plagadas de penurias. La Guerra
Civil había desatado la ira entre españoles; sin embargo, el final de la
contienda, antes que acabar con ello, alargó un tiempo de odio y venganza
marcado por la represalia de los vencedores hacia los vencidos. A esa etapa de
tiempos difíciles traslada Antonio Lara Ramos (Noalejo, 1957) al lector en ‘Cae
la ira’, última novela de este historiador y escritor afincado en Granada desde
su infancia. Mariano, un niño de 12 años, narra las vivencias de aquellos años
duros y secos en su pueblo natal, que coincide con el del autor. En tres capítulos
que rememoran tres historias distintas finalmente interconectadas entre sí unas
con otras, el protagonista detallará dos sucesos que impactaron su inocencia:
el asesinato del alcalde que convulsionó la convivencia y las espurias
maquinaciones que truncaron el anhelo de su hermano mayor por ser guardia
civil.
Con
una escritura serena y en cierto modo ‘delibesca’, con vocablos del terruño y
palabras más en uso en aquellos años, Lara Ramos describe la calamidades de
personas que lucharon por su supervivencia en unas condiciones casi
infrahumanas y en un ambiente donde la tensión por los rencores heredados de la
contienda bélica sumió a los derrotados y a sus descendientes en un túnel de
revancha continua por parte de los vencedores. Es novela pero es también
realidad. La realidad de una España ajada y desgarrada por las consecuencias de
aquella infame guerra que un tío del propio Lara Ramos le fue contando y que él
decidió reconstruir en forma de novela. Hay ficción pero también hechos reales
que su tío Mariano vivió siendo un niño.
Tres
historias conectadas
«Me
interesaban las cosas que en este tiempo ocurrieron y que son parte de nuestro
acervo histórico y que, hoy día, con la Memoria Histórica, hemos recuperado,
aunque nunca las hayamos olvidado y hayan estado ahí presentes», explica Lara
Ramos a IDEAL. La novela, según relata, realiza «tres aproximaciones a tres
focos distintos que fueron cuestiones fundamentales en la vida de la gente
española en los años de la posguerra».
Una,
señala, tiene que ver «con las penurias y las dificultades para sobrevivir, el
hambre, el estraperlo o el contrabando de tabaco». Otra forma parte de «las
represalias que sufrieron los de un bando, personas a las que se le privó de
muchas cosas y que no pudieron acceder a determinadas cuestiones después de la
guerra». Esto se refleja en la desventura de ese hermano mayor de Mariano al
que personas con poder e influencia en el pueblo le impiden examinarse para
entrar en la Guardia Civil, como es su deseo, por ser pariente de personas con
pasado en el bando perdedor. Una vicisitud que le ocurrió a un familiar directo
del propio autor. «Es un hecho es tan real como que era mi padre, a quien le
cerraron las puertas para que no pudiera ser Guardia Civil», detalla.
El
tercer foco en el que se centra la novela tiene que ver con las luchas de poder
que se generaron tras la contienda entre las familias más acomodadas de los
pueblos. «Eran familias que se consideraban vencedoras de la guerra y que, por
tanto, consideraban que tenían la posibilidad de hacer y deshacer, de tomar el
poder del pueblo, del municipio y del ayuntamiento, dominar la vida de las
gentes a través de cuestiones como ‘te voy a dar una peonada o no te voy a dar
una peonada’. Eso se focaliza en un hecho que realmente ocurrió, que es el
asesinato del alcalde de Noalejo, un alcalde que fue médico, un buen médico, y
que llegó de forma accidental a la alcaldía después de la guerra», señala Lara
Ramos. Ansias de poder de determinados clanes familiares que se solventaban
derramando otra vez sangre. Este último capítulo es el que da título a la
novela.
La
conexión granadina
Granada,
la tierra donde se crió el autor y donde reside, tiene su hueco en la novela.
«Noalejo es un pueblo que está a caballo entre Granada y Jaén. No es de Granada
porque está al otro lado de esa línea limítrofe. Administrativamente depende de
Jaén, pero al ser equidistante con Granada, la gente solía y suele venir da
manera habitual a Granada. Siendo pequeño recuerdo que había un autobús de
línea hacia Jaén, pero también había taxistas que hacían viajes a Granada. Era
un ciudad más grandes y a la que acudían a comprar algo que no podían encontrar
en el pueblo», rememora. Esa conexión granadina de Noalejo está presente en la
novela y en la compra de un vestido de primera comunión que había adquirido el
alcalde del pueblo en la capital granadina para su hija.
El
lenguaje se adapta al lugar, a la época y al propio narrador de la historia.
«Quería hacer una narración más ligera y he querido mantener algunos arcaísmos,
como papa y mama (sin tilde) y el ‘naide’. También hay algunas palabras que yo
recuerdo que se dijeran antiguamente y otras que aún hoy utilizamos. Algunas no
aparecen en el diccionario pero las utilizamos», explica el novelista, quien
justo el día antes de la conversación con IDEAL había regalado un ejemplar a su
tío Mariano, un niño que actualmente cuenta con 84 años de edad. «Él no tenía
ni idea de que había decidido escribir esta novela. Fue dársela y empezar a
contarme más detalles de aquellas historias», concluye Antonio Lara Ramos.
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