miércoles, 7 de septiembre de 2011

MEDIR EL TIEMPO DE TRABAJO DE LOS PROFESORES

Hoy he visitado un instituto, tenía una reunión con directores. Hemos hablado del inicio del curso y del trabajo que tenemos por delante en el resto del curso. He percibido buenas sensaciones en ellos, incluso su animosidad me ha servido de estímulo. Saben que por delante les espera un año académico con importantes retos y un trabajo arduo con los alumnos en el que no escatimarán esfuerzos. A veces se verán sobrepasados por esa insaciable petición de ‘papeles’ de la que hace gala la Administración educativa (quizá para justificar su propio trabajo o para ‘controlar’ mejor el de lo demás).
Cuando analizo en el capítulo 6 de La educación que pudo ser el papel del profesorado en nuestro sistema educativo no me duelen prendas para señalar la cuota de responsabilidad que le corresponde en lo que califico agotamiento (si quieren fracaso) del sistema educativo.
Pero hay declaraciones de responsables políticos que uno no puede pasar por alto, como si no hubiera escuchado nada. Declaraciones que demuestran la talla política de quien las ha pronunciado y la ignorancia (en tal caso, con osado atrevimiento) de quienes nos gobiernan.
Cuando me dirigía hoy a esa reunión, martes, 7 de septiembre, he escuchado en la radio unas declaraciones de la teniente de alcalde y concejala de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid, Ana Botella, en las que ha dicho que los funcionarios del Ayuntamiento de Madrid trabajan “muchísimas más horas” que los profesores y, aunque los admira, les ha pedido que asimilen sus horas a las que trabajan otras personas. Sin duda, tan atrevidas como desafortunadas, que vienen a sumarse a otras que se han escuchado en estos días por otros responsables políticos del Partido Popular, entre ellos, Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid.
En esta comunidad autónoma parece que se ha abierto la veda contra los profesores a cuenta de la crisis económica y de la apresurada búsqueda de recortes presupuestarios que atajen el déficit, fijando los ojos en la educación.
Decir que trabajan poco los profesores es una calumnia pública, decir que tienen más vacaciones que nadie, también lo es.
¿Qué aviesas intenciones se esconden detrás de estas palabras?
Estoy convencido de que es un falaz comentario decir que los profesores trabajan menos que otros funcionarios u otros empleados. Puede que haya alguno o algunos que trabajen poco, que no cumplan con su obligación, pero como lo puede hacer un funcionario del Ayuntamiento de Madrid a que se refiere la señora Botella, o como puede hacerlo también un médico, un bombero, un empelado de la limpieza pública o un político en el ejercicio de su cargo público.
Hoy he estado es un instituto y he hablado con algunos profesores, estaban trabajando: preparando la planificación del curso y organizando su clase. Cuando empiece la actividad escolar no sólo trabajaran 18 horas lectivas, (ó 19, 20 y hasta 21, como está previsto por la norma para los profesores de instituto) sino que trabajarán algunas horas más preparando clases, atendiendo a alumnos y familias, haciendo servicios de guardia, asistiendo a reuniones de departamento, Claustro y otros equipos docentes…
Que sepamos, eso también es trabajar. Y las horas dedicadas a estas tareas forman parte del cómputo de su horario laboral, hasta las treinta y cinco horas semanales.
Otra cosa más: se verán asimismo sometidos a un desgaste mental y psicológico que sólo quienes trabajan o han trabajado como docentes, en cualquier nivel educativo, saben a qué me refiero.
¿Qué ganamos con socavar el prestigio social de los docentes?
Un consejo para la señora Botella y otros acólitos ignorantes y lenguaraces: pasen un día de trabajo con un profesor y después me cuentan.

lunes, 5 de septiembre de 2011

SOCIALDEMOCRACIA: NADANDO EN AGUAS EXTRAÑAS*

La socialdemocracia no ha traído el neoliberalismo pero tampoco ha hecho nada, o casi nada, por evitarlo. En esta época de incertidumbres, a que alude Amin Maalouf, cabe englobar también la debilidad que presenta el poder político y la confusión ideológica que nos sobrecoge.

Desde hace ya dos largos años estamos viviendo una crisis del modelo liberal (ultraliberal) que no de la socialdemocracia, a pesar de los adversos resultados electorales. Una crisis, como es habitual en el modelo capitalista, que está afectando menos a los que la han provocado, los que se ubican en los palcos de la economía, que a los que se sitúan en el patio de butacas: la población, en general. Se trata de una crisis a la que por el momento no tienen solución ni los gobiernos de derechas ni los de izquierdas, porque ambos han cedido el terreno de la gobernabilidad al poder económico: los mercados. Estos son los que dictan las pautas a seguir. En semejante coyuntura, y en total connivencia con los principios del sistema imperante, la derecha sigue encontrándose en su hábitat natural. La izquierda, por el contrario, no.

La impresión que tenemos es que la izquierda europea, concentrada sobre todo bajo la fórmula de la socialdemocracia, está nadando en aguas extrañas. Las soluciones apuntadas a la crisis actual, siguiendo el patrón del neoliberalismo (flexibilización del despido, recortes sociales, mayores prebendas para multinacionales…), nunca pueden ser asumidas por la izquierda, salvo a riesgo de menoscabo de los principios que la sustentan. La derecha, en buena lógica, no tiene problemas para ello.

En el actual panorama político europeo todo indica que la izquierda parece diluirse frente a una derecha que se encuentra más cómoda en el escenario económico y financiero que se construyó, al menos, hace ya dos décadas. En ese escenario la izquierda siempre ha remado contracorriente, aunque en tiempos de bonanza le haya resultado más fácil. Ahora bien, cuando los tiempos se tornan revueltos económicamente su esfuerzo para surcar las turbulentas aguas de la economía tiene que ser titánico, ya que su horizonte social está más comprometido que nunca y le resulta más difícil mantener a flote sus postulados: políticas sociales, políticas de igualdad…

La socialdemocracia a mi entender no está en crisis, como se pretende hacer ver, lo que está en crisis es el sistema capitalista. Es posible que la socialdemocracia necesite un ‘lifting’, pero no para adaptarse al sistema neoliberal sino para introducir ideas y presupuestos que ayuden a transformarlo. Un reto que la socialdemocracia tiene difícil de asumir en los tiempos que corren, pero no imposible. El sistema neoliberal no es el mejor modelo económico, aunque ahora nos tenga atrapados por los cuatros costados, porque se ha revelado como un modelo inoperante para ayudar a las personas. No tenemos más que echar un vistazo a nuestro mundo para comprobar que las desigualdades entre países y entre personas, la distancia entre riqueza y pobreza, el reparto de esa riqueza, o los niveles de pobreza existentes, probablemente no hayan sido más acentuadas e injustas en toda la historia de la humanidad. Los medios económicos y tecnológicos presentes son suficientes para cambiar dicha dinámica de modo radical.

En las sociedades occidentales asimismo hay otras tendencias que son determinantes. Cuando hay poco que repartir la gente busca quien le asegure una parte en el reparto, casi siempre menoscabando valores como la solidaridad y la igualdad. La crisis ha debilitado tanto la economía mundial como las nacionales, pero sobre todo las individuales, las de cada ciudadano. Y aquí es donde radica una parte de la lógica en la que se desenvuelve la democracia actual.

La segunda mitad del siglo veinte ha modelado en los ciudadanos una mentalidad basada en la fuerza de la posesión y el consumo. Y la primera consecuencia de ello ha sido el resentimiento de nuestra concepción democrática en favor de un principio perverso: quien nos asegure ambas prebendas será a quien votemos. Cada vez queda menos gente que vota por convicción ideológica. Perder el apoyo de las clases medias y las clases populares es fácil, ya no se les atrapa con grandes ideas universales sino con lemas y propaganda que proclaman asegurarles el bienestar y el bolsillo. Lamentablemente, hasta aquí es donde hemos llegado, así es como se ha educado a la población: tener, poseer, consumir, y menos ‘ser’.

En esto radica otra realidad constatada en la evolución de la socialdemocracia: su despersonalización pretendiendo sumarse a los postulados neoliberales. Un reflejo de ello es la aparición de modelos híbridos como el ‘social-liberalismo’. Muchas políticas socialistas han virado hacia este nuevo modelo en un intento desesperado por mantenerse en un sistema económico que le es extraño, y de camino en el poder. Algunos líderes socialistas han desvirtuado el socialismo, traicionando principios, valores y postulados. España desgraciadamente ha sido un ejemplo de ello. América Latina, por su parte, es un batiburrillo de todo esto, en el que quizá sólo se salve Brasil.

La socialdemocracia tiene que seguir priorizando a las personas frente al capital. La izquierda tiene que seguir marcando su diferencia política con la derecha en razón de esta máxima. La confusión de políticas, de ideas, de prácticas políticas entre derecha e izquierda está haciendo que la gente crea que todas las opciones políticas son iguales. Esto es lo que debe evitar la izquierda aun a costa de mantener un discurso que en esta época de crisis es más difícil de sostener, pero que a la larga la gente valorará y comprenderá mejor. Al menos así la socialdemocracia se moverá en aguas propias y con una honestidad que la honre.

*Artículo publicado en el periódico Ideal, 31/08/2011.

martes, 30 de agosto de 2011

ADIÓS AL VERANO Y QUIÉN SABE A QUÉ MÁS

Un mes ha estado la entrada anterior en primera línea de este blog, no sé si para escarnio público de los hombres o porque no he tenido nada que decir en todo este tiempo.
Ideas y pensamientos no me han faltado. Pero lo cierto es que no he concretado ningún artículo de opinión en este tiempo capaz de desplazar a la imagen del famélico pequeño somalí que está ahora un poco más abajo.
Es tan poderosa la fuerza de su mirada que incluso la crisis económica que tanto disminuye nuestro poder adquisitivo, o los agobios de los gobiernos para cumplir las directrices de los mercados, o la mismísima caída de las bolsas, resultan ser una mera minucia comparado con su sufrimiento.
No quiero hablar aquí de rescates de bancos, ni de países en quiebra, ni de ostentaciones, ni de agencias que valoran el riesgo económico de los países, ni nada por el estilo. Ahora, eso sí, a lo mejor estas agencias podrían hacer un cálculo del riesgo que supone este desastre humanitario en la conciencia de la humanidad. ¿Dónde estaría el índice?
El mes de agosto ha sido de lo más movido en nuestro país. Esas afamadas agencias de calificación fueron capaces de soliviantar las vacaciones de algunos líderes políticos, entre ellos: Zapatero. Pero seguro que ninguno abandonó una hora de sus vacaciones para poner remedio a la masacre del cuerno de África.
Para rematar el mes se prepara a toda prisa una reforma constitucional exprés. Qué casualidad que los dos grandes partidos políticos españoles se hayan puesto de acuerdo con tanta celeridad en este asunto. ¡Y qué decepción! ¿Quién se lo habrá ordenado? ¡Cómo ellos iban a hacerle un feo a esos mercados tan solidarios!
Esta ha sido probablemente la última gran decisión de Zapatero al frente del Gobierno y la que cerrará un final de mandato nefasto. Los desatinos de su política se han sucedido uno tras otro. Con esta última ‘hazaña’ acabará cubriéndose de gloria y, de camino, allanándole el camino a la derecha, que ya se frota las manos. El espejismo de su primer mandato no ha sido más que eso un espejismo. Cuando ha llegado la hora de la verdad se ha arrugado, se ha visto desbordado por los acontecimientos y hasta se ha mostrado timorato frente a muchas cosas, entre ellas: las imposiciones de los mercados.
De su empecinamiento por continuar como secretario general de su partido hablaremos en otro momento. Me asalta una duda: ¿habrá leído la biografía de Matilde Cantos que con diligente cortesía le dejé en la calle Ferraz? ¡Cuánto podría haber aprendido de esta honesta y comprometida socialista!
Nuestro país se convulsiona, y entretanto el mundo de la cultura dormita. El planeta se cae a pedazos y no se oyen voces que desagarren un sentimiento de denuncia. Se ve que en el mundo de la cultura hay mucho acomodado que sólo mira hacia su fuero interno.
No se puede ser un personaje de la cultura sin estar comprometido. Me sobran los poetas, los novelistas, los artistas, o quienes queramos mencionar, que sólo miran hacia su ombligo y que creen que todo el mundo gira alrededor suyo como si fueran los ‘elegidos’.
No obstante, qué es todo esto frente a esa mirada del niño escuálido por el hambre. Ese chico probablemente no tenga oportunidad de ver el resurgir de la economía, ni lo bien que Occidente están resolviendo las revoluciones en el mundo árabe, ni los supuestos ‘éxitos’ de una reforma constitucional que dos partidos (por otro lado, incapaces de ponerse de acuerdo para firmar un pacto por la educación) han llevado a cabo en pocos días.

jueves, 28 de julio de 2011

OTRO FRACASO DE LA HUMANIDAD

¿Abuelo, este niño es de verdad?, esta es la pregunta que me hacía mi nieta de siete años al ver por descuido esta imagen en la pantalla del ordenador cuando se acercó hasta mi oído para decirme las palabrotas que ha aprendido últimamente.
He tenido que responderle apresuradamente, mientras cambiaba de página en la pantalla, que no, que no es de verdad.
No sé si he hecho bien o mal, pero no estaba dispuesto a que fijara esta imagen de desolación humana en su recuerdo.
Hace unos días, un perro que sospechábamos abandonado paseaba de cuando en cuando frente a la casa. Casualmente una tarde escuchó a los adultos comentar acerca del posible abandono del animal. Durante varios días no ha dejado de preguntar por el perro, insistiéndole a la bisabuela que fuese con ella para recogerlo y llevarlo a la casa. De nada servían las palabras para hacerle ver que el perro estaba bien, quería comprobarlo por sí misma.
Alguna vez llamaba por teléfono, preguntaba por la bisabuela e insistía en que se pusiera. Preguntada para qué, no respondía, sólo que se pusiera la bisabuela, que le tenía que contar una cosa. Estaba claro que no quería hablar de este asunto ni con la abuela ni con el abuelo, a buen seguro porque no se fiaba que le dijéramos la verdad.
Un día el perro dejó de verse, no sabemos que habrá pasado con él. Han transcurrido más de cinco días y la versión oficial es que sus dueños se lo han llevado a casa. Algunas veces se acuerda del perro y nos pregunta por qué no vamos a verlo a casa de sus dueños.
Por eso he preferido engañarla y que piense que este niño de la imagen es de mentira. Aún no sé si alguna tarde llamará por teléfono para volver a preguntar por este niño, acaso lo único cierto es que en su imaginario albergue la imagen de un niño esquelético que llora y que ella cree de mentira. Tiene siete años y todavía no sabe que la humanidad de la ella forma parte ha vuelto a fracasar y permite que a su lado (esta vez en Somalia) se produzca una de las mayores afrentas a la dignidad del ser humano sin inmutarse: dejar que la gente se muera de hambre.
Aunque sabe ya leer muy bien, y se maneja un poquito en internet, no conoce este blog, así que espero que al menos no descubra mi mentira.

martes, 26 de julio de 2011

CUANDO SE INVENTA EN EDUCACIÓN

Los malos resultados escolares muchas veces hacen tomar decisiones peregrinas a las administraciones educativas.
La Comunidad de Madrid tiene previsto eliminar la hora de tutoría semanal en grupo de la ESO para aumentar el número de horas de instrucción en áreas instrumentales como Lengua, Matemáticas o Inglés. ¿Y por qué no ya de camino eliminar horas de Geografía e Historia, de Educación plástica y visual o de Música? Así tendríamos más tiempo para impartir tales áreas, como si la acumulación de tales tiempos fuese la solución a los déficits instrumentales que observamos en nuestros jóvenes.
Estoy convencido de que muchas autoridades educativas no saben lo que tienen entre manos. Quizá porque no hayan pisado nunca una escuela, a pesar de ser maestros o profesores de instituto la mayoría, o porque en ocasiones nos hemos encontrado con responsables educativos que son abogados, ingenieros, etc.
Incrementar el tiempo lectivo dedicado a Lengua o Matemáticas no es garantía de mejora. Como tampoco lo es dedicar más tiempo lectivo a la lectura diaria en clase, como si ello fuese garantía para mejorar la comprensión lectora o fomentar el gusto por la lectura.
Aumentar el número de horas en un área o materia (no es que aquí no lo creamos necesario cuando realmente lo sea) no es la única solución para resolver los problemas que ya conocemos.
Es frecuente que las autoridades educativas salgan sofocadas a apagar los fuegos repentinos que se producen con el primer titular de prensa. Como si lo único que supieran fuese inventar sobre la marcha, buscando remedios de mago ‘harripotiense’ (permítanme el término), tratando de encontrar la receta mágica que arregla el primer desajuste educativo que ha salido al paso.
Quizá es que no se han percatado, o no han sabido darse cuenta, de que en educación las cosas son más sencillas y más complejas de lo que parecen.
En la escuela hay otros factores, acaso más determinantes, para solucionar los déficits que nos encontramos a diario. Lo importante no es el tiempo que se destine a algo sino cómo se aproveche ese tiempo; lo importante no es que se trabaje un contenido sino cómo se desarrolle el proceso de enseñanza y aprendizaje; lo importante no es que se hagan las cosas sin más sino cómo se cuide cada detalle del trabajo que se lleva a cabo en el aula.
Las medidas políticas publicitadas suelen ser siempre muy efectistas de cara a la opinión pública, salvo cuando son descabelladas. A la gente corriente puede impactarle con facilidad que eso de impartir más horas de Lengua mejorará el conocimiento de sus hijos, y hasta es posible que pase por alto que en el aprendizaje de sus hijos intervienen otros factores fundamentales. Entre ellos, el trabajo de tutoría que todo docente tiene que realizar con sus alumnos, unas veces de manera individual y otras en grupo. Pero lo cierto es que muchas de esas medidas políticas publicitadas demuestran un día sí y otro también que casi siempre no resuelven nada.
Un alumno no aprende porque lo tengamos más horas mirando el libro, sino porque el tiempo que esté delante de él lo haga con la concentración y la motivación necesarias. Un chico con problemas personales que deriven de la familia, la pandilla o el grupo de iguales que hay en su clase estará menos predispuesto para aprender. La tutoría, al fin y al cabo, es un proceso de ayuda y hay problemas que se tienen que solventar individualmente mientras otros hay que hacerlo en grupo.
¿Qué puedo decir yo de la tutoría? En el lateral derecho de esta entrada ya habréis visto en cada visita a este blog que algo de ello escribí en La función tutorial, un reto en la educación de hoy.
En todo caso, ahora debo decir que se trata de uno de los pilares fundamentales en el proceso educativo.