martes, 28 de octubre de 2008

CARTAS DE DOÑA NADIE A DON NADIE


En mi recuerdo, Matilde Cantos Fernández, aquella dama que empuñaba bastón indiano, con andares lentos y pausados y sonrisa abierta, mostraba humor socarrón y contagioso, talante animoso, verbo fácil... y otras virtudes más. La figura de Matilde Cantos se prodigó en la Granada de los años setenta en todo tipo de actos: conferencias, mesas redondas, etc. Su participación ciudadana la volvió a hacer nuevamente popular en su tierra. Había nacido en 1898, como su amigo Federico García Lorca, y después de treinta años de exilio en México retornaba a su gran pasión: Granada. Esta granadina -orgullosa de serlo- aprovechó, allí donde estuvo, cualquier ocasión y lugar para ensalzar y hacer bandera de su ciudad natal. Granada marcó siempre su recuerdo y a ella volvió para vivir la última etapa de su vida.

La vida de Matilde Cantos estuvo marcada por numerosas vicisitudes, convirtiendo su existencia en toda una lección de pundonor, entrega y honestidad, en la que siempre se mostró dispuesta a luchar por sus convicciones y por la libertad, que ella resumió en una palabra: socialismo. Fueron muchas las ocasiones en su vida en que le tocó defender sus ideales: su traslado de Granada a Madrid, la guerra civil, el exilio mejicano, la dictadura franquista y los malos instantes de la Transición en Granada. Activa y emprendedora, participó desde su militancia de base o desde los numerosos cargos que ocupó en todos aquellos momentos en que el espíritu de la libertad parecía ser atacado.

Matilde fue una mujer -la que recordamos- que a pesar de sus muchos años mantenía una vitalidad y fortaleza mental admirable. Su pensamiento no se ancló en el pasado; por el contrario, vivió los problemas de su tiempo: la conquista de las libertades, los jóvenes, los parados y los necesitados. Éstas eran sus grandes preocupaciones, y en el acierto con que se abordaran estos problemas calibraba la importancia y eficacia de la política seguida. A la sociedad actual le increpaba la poca solidaridad de que hacía gala y criticaba esas prácticas consumistas que nos encierran en el egoísmo más mezquino.

No queremos que su recuerdo desaparezca. Su memoria queda, al menos, en estas Cartas de doña Nadie a don Nadie: un recorrido ligero sobre algunos episodios de su vida y que ahora nos sirve como pretexto para rescatar y recordar a la figura de Matilde Cantos, quien a todas luces ocupa ya un lugar preeminente en esa rica y valiosa galería de mujeres de este país.

1 comentario:

Encarna Pérez dijo...

A veces el destino es curioso. Y encontrar frente a ti una lápida, con la foto de una mujer enigmática, republicana, socialista y que luchó por la igualdad, transmitiendo (depués de muerta), la perdurabilidad de las buenas ideas, me hizo hace unos años abrir el cristal de su lápida para con las llaves de las tumbas familiares, limpiarla. A partir de ahí, mi acercamiento a esta mujer, que ya intuía al mirarla que fue alguien excepcional, se ha ido consolidando. Cada año, en las fechas previas a la Fiesta de Todos los Santos, limpio su lápida de la desidia del tiempo y del desafío del olvido. Quizás, por que Matilde representa a las mujeres que hubiésemos querido ser: Heroína de su tiempo, luchadora incansable.

Ayer tuve este pequeño encuentro anual, que con paño y agua de por medio, elimino el polvo que cae sobre la memoria. Y hoy he decidido mirar la información existente sobre ella en internet, confirmando su excepcionalidad. Hecho que me motiva a seguir dedicándole mi "sui generis" homenaje. Y le agradezco Agreciéndole que haya escrito sobre ella, "la mujer de la lápida", dándole voz a las mujeres silenciadas durante tanto años en Granada.