Guantánamo es una base militar que Estados Unidos tiene en la isla de Cuba. Supongo que muchos de vosotros lo sabéis, aunque mi único objetivo es remarcarlo aquí.
Guantánamo es el espacio físico donde se han cometido las vejaciones y atrocidades más grandes hacia el ser humano, es el lugar donde se provoca una de las ignominias más deplorables de nuestro tiempo. Y todo ello perpetrado por la primera potencia mundial, el país donde la democracia alcanza probablemente las mayores cotas de desarrollo.
¿Y por qué se hace en Guantánamo y no en territorio nacional?, aparte de eludir la intervención de la Justicia, ya que la tortura está prohibida por el Derecho internacional y la legislación norteamericana, sencillamente por llevar la basura de la depravación humana de los carceleros lejos de los ojos de la ciudadanía estadounidense.
Ahora los famosos papeles de wikileaks han descubierto, según habían dicho las propias autoridades estadounidenses que los apresaron, que un 60% de los presos llevados a Guantánamo no eran una amenaza ‘probable’ para la seguridad de EEUU. Y si embargo no dieron un paso atrás.
Las torturas se practican por medio mundo, y muchos de los que llevaron presos a Guantánamo probablemente las hayan realizado también con sus prisioneros. Ahora bien, ¿eso justifica la comisión de las mismas por un país democrático? Con toda seguridad que no. Estas prácticas se cometieron en las dictaduras más sanguinarias de América Latina, no creo que sirvieran de ejemplo para EEUU.
Con la cárcel de Guantánamo lo único que ha conseguido este país, al margen de ponerse frente a la legalidad, es compartir las mismas indignidades de depravación, crueldad y perversidad que los que las cometían en Iraq o Afganistán.
¡Maldita sea, claro que sí!, fue la respuesta que dio el ex presidente de Estados Unidos George W. Bush al director de la CIA cuando le pidió permiso para utilizar “técnicas de interrogatorio mejoradas” con un detenido. Una de esas técnicas, la llamada water-boarding, consistía en someter a la víctima a un simulacro de ahogamiento, y con algún preso se practicó más de un centenar de veces. Bush ha reconocido sin reparos en sus memorias y en televisión que él personalmente autorizó ésta y otras técnicas de tortura. Al igual que lo han reconocido otros altos cargos de su gobierno.
Guantánamo sigue abierto para vergüenza y escarnio del mundo democrático. Obama parece que no encuentra la manera legal de cerrar esta prisión, o quizá se esté descuidando en demasía en la promesa que hizo en su elección como presidente.
Entretanto llega su cierre, no sería descabellado que más de uno rindiera cuentas ante la Justicia internacional por las torturas que se han cometido en Guantánamo.
Guantánamo es el espacio físico donde se han cometido las vejaciones y atrocidades más grandes hacia el ser humano, es el lugar donde se provoca una de las ignominias más deplorables de nuestro tiempo. Y todo ello perpetrado por la primera potencia mundial, el país donde la democracia alcanza probablemente las mayores cotas de desarrollo.
¿Y por qué se hace en Guantánamo y no en territorio nacional?, aparte de eludir la intervención de la Justicia, ya que la tortura está prohibida por el Derecho internacional y la legislación norteamericana, sencillamente por llevar la basura de la depravación humana de los carceleros lejos de los ojos de la ciudadanía estadounidense.
Ahora los famosos papeles de wikileaks han descubierto, según habían dicho las propias autoridades estadounidenses que los apresaron, que un 60% de los presos llevados a Guantánamo no eran una amenaza ‘probable’ para la seguridad de EEUU. Y si embargo no dieron un paso atrás.
Las torturas se practican por medio mundo, y muchos de los que llevaron presos a Guantánamo probablemente las hayan realizado también con sus prisioneros. Ahora bien, ¿eso justifica la comisión de las mismas por un país democrático? Con toda seguridad que no. Estas prácticas se cometieron en las dictaduras más sanguinarias de América Latina, no creo que sirvieran de ejemplo para EEUU.
Con la cárcel de Guantánamo lo único que ha conseguido este país, al margen de ponerse frente a la legalidad, es compartir las mismas indignidades de depravación, crueldad y perversidad que los que las cometían en Iraq o Afganistán.
¡Maldita sea, claro que sí!, fue la respuesta que dio el ex presidente de Estados Unidos George W. Bush al director de la CIA cuando le pidió permiso para utilizar “técnicas de interrogatorio mejoradas” con un detenido. Una de esas técnicas, la llamada water-boarding, consistía en someter a la víctima a un simulacro de ahogamiento, y con algún preso se practicó más de un centenar de veces. Bush ha reconocido sin reparos en sus memorias y en televisión que él personalmente autorizó ésta y otras técnicas de tortura. Al igual que lo han reconocido otros altos cargos de su gobierno.
Guantánamo sigue abierto para vergüenza y escarnio del mundo democrático. Obama parece que no encuentra la manera legal de cerrar esta prisión, o quizá se esté descuidando en demasía en la promesa que hizo en su elección como presidente.
Entretanto llega su cierre, no sería descabellado que más de uno rindiera cuentas ante la Justicia internacional por las torturas que se han cometido en Guantánamo.
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