miércoles, 4 de enero de 2012

LA ANUNCIACIÓN

Los últimos días del pasado año los pasé en Madrid. Llegué el mismo día que la jerarquía eclesiástica española celebraba la esperpéntica misa de las familias (no por la misa, sino por la parafernalia montada) en plena plaza de Colón. Madrid cerrado al tráfico, a la movilidad de los ciudadanos, por una celebración privada. Una ciudad al servicio de una confesión religiosa. Inadmisible.
Al día siguiente mi di una vuelta por el Museo del Prado. Entre toda la grandeza artística que alberga el edificio Villanueva he de confesar (y no tiene nada que ver con lo anterior) que me detuve un poquito más de tiempo ante ‘La Anunciación’ del dominico Fra Angélico. No fue la única que pintó, pero sí quizá la más hermosa y elegante, sin menoscabo de la otra ‘anunciación’ que luce en las paredes del convento de San Marcos en Florencia. Esta no la he visto, aunque me maravillara con esa ciudad y sus espacios dedicados al arte.
En esta obra Fra Angélico no puede prescindir de su condición de individuo devoto, pero tampoco de su competencia como artista, como creador, que trasciende más allá de esa devoción religiosa. Es una obra pionera del Renacimiento, impregnada de luz y de color, y dotada de una maestría que vuelca sobre ella una elegancia en las figuras que irremisiblemente atrae la mirada del espectador. Me fascinó, era como si la descubriera de nuevo porque las sensaciones que te produce en vivo están muy lejos de la mejor copia en el más un cuidado manual de Arte.
La obra cumplió perfectamente su función didáctica: el recogimiento de la Virgen con los brazos cruzados sobre el pecho, el ángel anunciador que imita el gesto ante quien tiene delante, y la mano de Dios que lanza un haz de luz que parece despreciar a Adán y Eva, artífices del pecado de la humanidad. Pero cumplió también el papel de referente como obra innovadora en la historia de la pintura. La perspectiva lineal ya conseguida, la emotividad, el movimiento, la profundidad… muchas virtudes en un autor que pinta el cuadro entre 1430 y 1435, y que, como se diría ahora, marcará tendencia.
Después de su contemplación se reforzó en mí un poco más, si cabe, la apreciación por la contribución social del arte.

1 comentario:

m38 dijo...

Me llama la atención la sumisión que expresan Adán y Eva.
Como protagonistas del "gran pecado" se marchan cabizbajos y arrepentidos.