Toc… toc… toc… ahora estoy cerca. Toc… toc… toc… ahora estoy lejos.
Esto es grande… esto es pequeño.
Con este lenguaje tan simple y escueto, apoyado en unos muñecos que se mueven con celeridad en el cuadrilátero de la pantalla de televisión, millones de niños han aprendido conceptos básicos con Barrio Sésamo.
A veces los dirigentes de los países se comportan como niños. Con la misma inconsciencia, pero protervos en la intencionalidad que no se presume a los niños. Y como tales que se comportan, no reparan en las consecuencias de sus actos y en las derivaciones dolorosas que pueden ocasionar.
Hace dos meses en la Conferencia General de la Unesco, reunida en París, se aprobó la adhesión de Palestina como Estado miembro de pleno derecho con la oposición flagrante de Estados Unidos. Como represalia la gran potencia congelaba su aportación a la UNESCO, que representa el 22% del presupuesto de la organización.
Al parecer el capricho de Obama era que Abu Mazen regresara a las negociaciones con Israel y no continuara por la vía de la ONU para ganar presencia internacional. Como no accedió a sus pretensiones el enfado se hizo patente. Y la UNESCO pagando los platos rotos. El país de la democracia por antonomasia en contra de una decisión democrática en la que con 107 votos a favor, 14 en contra y 52 abstenciones se aprobaba el ingreso de Palestina en la UNESCO. Increíble. Esta actitud de EEUU como mínimo habría que calificarla de auténtica canallada. Sí, pero una canallada que representa la congelación de 192 millones de dólares de la USAID (Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional) previstos para Cisjordania y la franja de Gaza.
Ahora sabemos que una de las consecuencias (daños colaterales, en lenguaje eufemísticamente moderno) de semejante enfado es que los niños palestinos se han quedado sin Sharaa Simsim (Barrio Sésamo, en árabe).
Estoy seguro que los personajes de Sharaa Simsim explicarían con más lógica esta absurda decisión. A mí me cuesta entenderla, salvo que lo haga bajo el prisma de la lucha de fuerzas políticas y sociales que se encuentran cómodas reproduciendo una situación de conflicto permanente. ¿O es que nos os acordáis lo bien que explicaban aquello de lejos-cerca, arriba-abajo, alto-bajo?, pues igual lo harían con estupidez, negocio, dominación, vejación, violación de derechos humanos, y otros conceptos básicos que a algunos tanto rédito político y económico les producen.
Muchos líderes mundiales necesitarían pasar unas cuantas tardes delante del televisor viendo algunos programas de Barrio Sésamo, como hacían muchos de nuestros hijos en los años ochenta y noventa. Seguro que aprendieron mucho, y no precisamente a cometer esas estupideces.
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