A la piel de las sociedades también se le aprecian las heridas. Y algunas ni con el paso del tiempo y el concurso de las mejores voluntades han podido restañarse. La guerra civil del 36 trajo consigo la tragedia y la destrucción, al tiempo que depositó la semilla de la represión y el sufrimiento continuado de millones de españoles. Pretender recuperar la memoria de los que fueron asesinados y abandonados sus cadáveres en cunetas no sólo es legítimo sino ética y moralmente necesario para la salud de una sociedad. En estos días se ha colocado una placa en las tapias del cementerio de Granada en recuerdo de los miles de inocentes que allí fueron fusilados. Esta acción que tan sólo pretende honrarlos ha suscitado una continua polémica en los últimos años. La controversia surgida en torno a las tapias del cementerio ha rayado en ese lado esperpéntico del modo de ser del español que ocupara el desasosiego literario de Valle-Inclán. En su tenor se entabló una absurda y grotesca disputa que consistía en que el Ayuntamiento gobernado por la derecha retiraba a la mañana siguiente la placa que la tarde antes había colocado la Asociación de la Memoria Histórica y los partidos de izquierdas que acompañaban en el acto. Ahora todo indica que ya no se podrá quitar porque una ley ha declarado este lugar de la tapia del cementerio como lugar de la Memoria Histórica.
El espectáculo que cada año se promovía en la ciudad de Granada desvelaba hasta dónde es capaz de llegar la ruindad del ser humano. El homenaje y la honra de las víctimas inocentes que salían en camiones de la plaza de toros hasta las tapias del cementerio para ser fusilados es lo menos que se merece un ser humano. Sin embargo, algo tan noble y sagrado provocaba una disputa innoble y depravada. Nunca he entendido esa actitud infame del Ayuntamiento de Granada empeñado en retirar una placa que tan sólo venía a honrar a los que allí habían muerto.
Detrás de esta polémica, y otras que se han suscitado en este asunto de la memoria histórica, hay razones, o sinrazones, que me preocupan: el rencor larvado que sigue existiendo en la sociedad española entre algunos elementos que están próximos a cada uno de los bandos que contendieron en la guerra. Hay como un poso de desprecio biliar que se oculta tras cada opinión, tras cada gesto, tras cada mirada torva, cuando se suscita este tema. Es como si la sociedad española mantuviese enquistado un mal que muchos no tienen intención de extirpar. Me preocupa que como pueblo no hayamos sido capaces de superar tantas divisiones y enfrentamientos cainitas que tan bien expresaba Machado cuando decía aquello de “Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. Y es como si el rencor anidara dispuesto a helar el corazón a la primera oportunidad que se presente.
1 comentario:
RECUPERANDO MEMORIA
Y habrá que contar,
desenterrar, emparejar,
sacar el hueso al aire puro de vivir
Pendiente abrazo,
Despedida, beso, flor,
en el lugar preciso,
de la cicatriz.
Huesos,Pedro Guerra
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