En
esta campaña electoral mis silencios están llenos de gritos enmudecidos. Lo que
me rodea, de ruidos y voces. Se oye a los líderes y aspirantes a líderes
políticos decir, vociferar, mascullar… tanto que no dicen nada.
Me
molesta el fanatismo, quiero escuchar propuestas. Me molestan las soflamas,
quiero escuchar argumentos. Me molesta el gracejo mitinero, quiero rigor en el
discurso. Me molesta ‘el nosotros y ellos’, quiero escuchar hablar sólo de
nosotros.
Los
medios de comunicación hacen sus apuestas, inclinan su línea editorial hacia el
partido que quieren defender y que se acomoda a su ideología. Se han convertido
en unos hooligans más. La independencia de la prensa, refutada; su
profesionalidad, en entredicho; su papel de notario de la realidad, una
quimera.
Las
redes sociales eructan insultos, falsas noticias, descalificaciones indecentes,
rescoldos de guerras partidistas…, todo para eliminar al adversario, pero no
para argumentar ni siquiera sobre lo propio. Es la consecuencia de haber
maleducado a la gente políticamente.
Las
redes sociales, fiel reflejo de la insensatez estratégica de los partidos. En
política es ‘necesario’ tener un enemigo para levantar la moral de la
militancia, aunque sea a base de irracionalidad e insultos. Se vislumbra
fanatismo político, que no es menos grave que el fanatismo religioso.
Los
grandes partidos no han sido capaces de hacer autocrítica cuando el lobo asomó
sus orejas. Creyeron que la tormenta sería pasajera y que después de la
tempestad volvería la calma. No hay calma, la tormenta sigue barriendo la
comodidad y autocomplacencia del turnismo de estos años de democracia.
El
terremoto político de los últimos tiempos ha provocado tal devastación que los que
estaban cómodamente instalados han quedado en evidencia, se han quedado sin
argumentos a pesar de utilizar los de siempre. Las arengas que daban resultado
antes, como si de una pócima mágica se tratara, ya no valen. Ahora el brebaje dicharachero
sólo provoca ardor de estómago, cuando no intoxicación.
Los
que han destrozado los partidos políticos siguen ahí, al frente de ellos como
si nada, se aferran a las poltronas, se consideran imprescindibles, aunque sean
líderes de pacotilla. Y la militancia, entretanto, ¿qué dice la militancia:
solo callar y acatar, dejarse manipular?
“…si
yo escuchaba solamente el silencio, era porque aún no estaba acostumbrado al
silencio; tal vez porque mi cabeza venía llena de ruidos y de voces” (Juan
Rulfo, Pedro Páramo).
2 comentarios:
Co los gritos se conquista a la maza. Si no vea a hitler.
Y se crean fanáticos como pasó en la política nuestra.
Y los fanáticos no piensan...
Co los gritos se conquista a la maza. Si no vea a hitler.
Y se crean fanáticos como pasó en la política nuestra.
Y los fanáticos no piensan...
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