La reciente visita del Papa Benedicto XVI a Santiago de Compostela y a Barcelona no ha dejado indiferente a nadie.
Todas las cosas buenas que la Iglesia Católica pueda estar haciendo en el mundo se ven sórdidamente eclipsadas por la mentalidad retrógrada de la jerarquía eclesiástica.
Y es que el reino del Vaticano parece no ser de este mundo. De un mundo del siglo XXI en el que muchos de los postulados de la Iglesia y de las ideas que defiende su jerarquía están más cercanos al concilio de Trento que a lo que la sociedad actual demanda.
A Benedicto XVI le faltó decir en la rueda de prensa a bordo del avión que lo trasladaba a España, así como en sus discursos ‘pastorales’, que “Mi reino no es de este mundo”, como dijera Jesús a Pilato (Juan 18, 36). Porque ésa es la impresión que se percibe a tenor del grado de desconexión que la Iglesia exhibe con respecto a la sociedad donde se incardina.
Y es que le pierde esa aspiración universal de fe que entra en colisión con los derechos y las libertades públicas de la sociedad civil, como si sus creencias y dogmas tuvieran que ser asumidas por toda la ciudadanía.
La Iglesia cada vez está más alejada de la sociedad civil. Ratzinger otra vez se ha postulado en contra de muchos católicos cuando habla de un modelo de familia ‘natural’, de la función de la mujer en la sociedad o de prácticas sexuales. Conquistas asumidas y practicadas por muchos católicos que son homosexuales, utilizan el preservativo, abortan o trabajan fuera del hogar y comparten las tareas de éste.
Y no le ha bastado con insistir en su pensamiento retrógrado, sino que ha insinuado la existencia de un anticlericalismo en la España actual al referirse al laicismo de la sociedad española, por otra parte amparado por la Constitución.
La alusión a la España de los años treinta ha sido un deplorable ejercicio de burda insidia. Es como confundir el laicismo con una patata, y perdonen el ejemplo. Ser laico no significa ser anticlerical.
Identificarse como laico no está reñido con respetar las confesiones religiosas que pueda haber en un país. Eso sí, solo en la medida que no pretendan imponer su doctrina, su moral y sus reglas religiosas a la fuerza a quien no quiere pertenecer a ninguna de ellas.
Si ser laico es ser anticlerical, como parece deducirse de lo expresado por el ex cardenal Ratzinger, es tratar de confundir innecesariamente las atrocidades que se cometieron en la antesala y en la sala de la guerra civil con la quema de iglesias y asesinatos de religiosos (una barbaridad injustificable), con una postura civil que en la actualidad no aspira a ningún ejercicio de agresividad, tan solo a no pretender que un dogma religioso y no civil, sea el que sea, condicione nuestras vidas.
Y si hablamos de los años treinta... también lo podemos hacer del espurio papel que ejerció la Iglesia tan apegada a regímenes fascistas y dictatoriales.
Si no cambia, mucho me temo que la Iglesia actual, al menos su jerarquía, camina haciendo realidad un cada vez mayor distanciamiento con la sociedad actual y el mundo que la rodea.
Todas las cosas buenas que la Iglesia Católica pueda estar haciendo en el mundo se ven sórdidamente eclipsadas por la mentalidad retrógrada de la jerarquía eclesiástica.
Y es que el reino del Vaticano parece no ser de este mundo. De un mundo del siglo XXI en el que muchos de los postulados de la Iglesia y de las ideas que defiende su jerarquía están más cercanos al concilio de Trento que a lo que la sociedad actual demanda.
A Benedicto XVI le faltó decir en la rueda de prensa a bordo del avión que lo trasladaba a España, así como en sus discursos ‘pastorales’, que “Mi reino no es de este mundo”, como dijera Jesús a Pilato (Juan 18, 36). Porque ésa es la impresión que se percibe a tenor del grado de desconexión que la Iglesia exhibe con respecto a la sociedad donde se incardina.
Y es que le pierde esa aspiración universal de fe que entra en colisión con los derechos y las libertades públicas de la sociedad civil, como si sus creencias y dogmas tuvieran que ser asumidas por toda la ciudadanía.
La Iglesia cada vez está más alejada de la sociedad civil. Ratzinger otra vez se ha postulado en contra de muchos católicos cuando habla de un modelo de familia ‘natural’, de la función de la mujer en la sociedad o de prácticas sexuales. Conquistas asumidas y practicadas por muchos católicos que son homosexuales, utilizan el preservativo, abortan o trabajan fuera del hogar y comparten las tareas de éste.
Y no le ha bastado con insistir en su pensamiento retrógrado, sino que ha insinuado la existencia de un anticlericalismo en la España actual al referirse al laicismo de la sociedad española, por otra parte amparado por la Constitución.
La alusión a la España de los años treinta ha sido un deplorable ejercicio de burda insidia. Es como confundir el laicismo con una patata, y perdonen el ejemplo. Ser laico no significa ser anticlerical.
Identificarse como laico no está reñido con respetar las confesiones religiosas que pueda haber en un país. Eso sí, solo en la medida que no pretendan imponer su doctrina, su moral y sus reglas religiosas a la fuerza a quien no quiere pertenecer a ninguna de ellas.
Si ser laico es ser anticlerical, como parece deducirse de lo expresado por el ex cardenal Ratzinger, es tratar de confundir innecesariamente las atrocidades que se cometieron en la antesala y en la sala de la guerra civil con la quema de iglesias y asesinatos de religiosos (una barbaridad injustificable), con una postura civil que en la actualidad no aspira a ningún ejercicio de agresividad, tan solo a no pretender que un dogma religioso y no civil, sea el que sea, condicione nuestras vidas.
Y si hablamos de los años treinta... también lo podemos hacer del espurio papel que ejerció la Iglesia tan apegada a regímenes fascistas y dictatoriales.
Si no cambia, mucho me temo que la Iglesia actual, al menos su jerarquía, camina haciendo realidad un cada vez mayor distanciamiento con la sociedad actual y el mundo que la rodea.
14 comentarios:
Si ha dejado indiferente a alguien la visita de Ratzinger, Antonio: A mi.
Me da igual lo que diga porque es nadie para mi. Y es nadie para mucha gente más, porque desde el momento en que pregona esas barbaridades se va quedando sin clientes, y si no pasearos por las iglesias de la ciudad y entrad por gusto, yo un día conté cuatro viejas en San Anton, cinco en el Sagrario, tres en Santo Domingo, y ocho en la Virgen. O sea nada.
Otra cosa es cuando montan folclores que eso le gusta mucho a la gente, pero es solamente como espectáculo.
No podemos olvidar que tanto a Wojtyla como a éste lo pusieron los que los pusieron, para dar un millón de pasos atrás, porque la iglesia se estaba convirtiendo en un referente social y eso no le interesaba a los dueños del dinero que querían conseguir, como al final han conseguido, acabar con los avances sociales del siglo XX.
O sea, que cumple su misión de destructor de derechos, como el resto de los representantes del capital, igual que el FMI o el Banco Mundial
Efectivamente harían mejor en no nombrar los años 30, porque entonces nos acordaremos de para donde miraba la iglesia en los 40 mientras sus amigos se dedicaban a expoliar y exterminar a todo lo que encontraban a su paso.
Coco, qué sabia eres!
Por cierto, supongo que ya estarás mejor de esa pequeña intervención...
Un abrazo.
Estoy mucho mejor, muchas gracias.
¡Que interesante la biografía de Matilde Cantos, y que encantadoras las Cartas de doña Nadie a don Nadie!
Y muy buena tu labor que ha dado trascendencia a la vida de una persona tan valiosa.
Siempre ocurrió así a través de la historia.A años luz de la sociedad.Creo que a todo lo que expones yo añadiría que a la jerarquía eclesiástica además, le falta inteligencia.Si no adolecieran de la misma perderían menos adeptos cada día, sabrían diseñar estrategias para sumar creyentes en vez de restar a pasos agigantados.Un placer leer estas reflexiones críticas que además comparto.Un abrazo laico y respetuoso.
¿Acaso no es el laicismo otra forma de religión a la que le falta el concepto de sagrado? ¿No se da cuenta que su apología antirreligiosa del laicismo es propia de los siglos XVIII y XIX? ¿Por qué no evoluciona Vd.? Y pide a otros lo que Vd. es incapaz de hacer. Las religiones NO PUEDEN NI DEBEN EVOLUCIONAR por que de hacerlo no serían religiones, serían otra cosa. Tienden necesariamente al Absoluto igual que el laicismo: suplantación. No entiendo su contradicción: desde un relativismo absoluto negar el absoluto ajeno. Esto es el círculo de los mentirosos. ¿Conoce alguna religión que haya evolucionado en el tiempo? Busque y seguro que no la encuentra. No sólo de la ignorancia surge la religión (es lo que subyace en su escrito) sino de la mirada que los humanos ponen sobre la tierra (cosa que desconoce). Este es el problema de las vanguardias ideológicas, desconocen los textos sagrados (los que fueren) pero pretenden ejercer la misma función y además perpetuarse en el tiempo; su modelo viene a ser la iglesia de la que tanto despotrican. ¡Que más quisieran durar dos mil años, verdad!
Y a la postre tan oscurantista, medieval y atrasada es la idea laica (o debiera decir atea) como la religiosa. La pretensión última es la misma con la diferencia no pequeña de que mientras el ateismo coarta la esperanza, la religión la traslada a otra esfera. ¡Y no me diga que laicismo es separación de estado y religión!, eso se lo creerá Vd. En definitiva poseen ambos la misma estructura mental. A las iglesias no les falta inteligencia, saben perfectamente lo que quieren y si desbarran es por exceso nunca por defecto.
Las religiones universalistas tienen un miedo atroz a la suma indiscriminada de adeptos porque saben por experiencia que todo lo que no sea crecimiento ordenado tenderá tarde o temprano a la disgregación, a la herejía, a minar la estructura interna del concepto religioso. Erato, esto es el abecé.
Se presentó el profeta ante su pueblo y dijo: Guardad el agua porque tiempos vendrán en que faltará y todo será distinto. Una locura más, se dijeron entre ellos. Tan solo Ahmed acopió en vasijas el agua del río y las depositó en su casa del barrio alto.
Pocos días después dejó de fluir aquella agua clara.
A la desesperada, la gente iba y venia lamentándose por no haber hecho caso de la profecía cuando de nuevo el río trajo agua abundante. Como locos se abalanzaron a sus orillas para beber el preciado elemento.
Ahmed volvió a bajar y no entendía el lenguaje de sus conciudadanos. El bebía agua de sus vasijas y no probaba la del arroyo.
Su entendimiento se confundía a la hora de hablar con sus iguales y acabó por recluirse en su casa, tan sólo bajaba al pueblo para satisfacer sus necesidades de alimento. Pasaron meses en esa situación y lo insoportable de su existencia hacía que fuera señalado como un enajenado.
Aquel día soleado desempolvó su mejor vestido, puso sus mejores arreos a su fiel borrico, bajo al pueblo y ante la concurrencia se zambulló en el agua.
Bebió como el sediento desierto y su corazón comenzó a latir al son de sus iguales.
Quien tenga entendederas que entienda.
Vista su actitud en sus escritos de seguro que lo entiende al revés. Ya le he obligado una vez a echar mano de la Ilíada que tanto tenía olvidada. Ja,ja,ja. Ahora tendrá que rebuscar en los cuentos derviches.
Diez días de vacaciones: Un saludo desde Seattle. W. USA.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA
DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA - Vigésima segunda edición
laico, ca.
(Del lat. laĭcus).
1. adj. Que no tiene órdenes clericales. U. t. c. s.
2. adj. Independiente de cualquier organización o confesión religiosa. Estado laico. Enseñanza laica.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA
DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA - Vigésima segunda edición
ateo, a.
(Del lat. athĕus, y este del gr. ἄθεος).
1. adj. Que niega la existencia de Dios. Apl. a pers., u. t. c. s.
David, me agrada observar que ahora opina más que difama. La cabecera de este blog se titula ‘Tribuna Abierta’. Yo opino en mis artículos y los que tienen a bien lo hacen en sus comentarios, quien lea a uno y a otros que saque sus propias conclusiones. Es la grandeza de un país libre, ajeno a dogmas e imposiciones.
Usted, que sospecho es buen conocedor de la religión, sabrá que las religiones sí han evolucionado a lo largo de la historia en dogmas y formas. Y la Católica, sobre todo. No tenemos más que recordar los cambios que se han ido introduciendo en los distintos concilios en dos mil años. Si no recuerdo mal han sido 21 hasta el Vaticano II.
Aunque yo también me pregunto: ¿usted hacia dónde evoluciona?
Si quiere que hablemos más de todo esto, sabe donde encontrarme. No creo que estemos tan lejos.
David, en otros comentarios usted aseguró no ser creyente.Me resulta difícil creer que un no creyente defienda tanto a la Iglesia.Las contradicciones ,a veces ,nos juegan malas pasadas.
Quien tenga entendederas que entienda.
I’m sorry Mr. Lara, too far.
Permítame que le agradezca a su contertulia la Sra./Srta. Coco la puntualización académica de Laicismo y Ateismo. Si ha hecho la apostilla es porque piensa que confundo la terminología. Gracias de nuevo por su magisterio y por molestarse altruistamente. Ahora permítame que le aclare la cuestión de forma muy somera: no, no confundo la gimnasia con la magnesia, EL LAICISMO ES LA COARTADA POLITICA DEL ATEISMO. Y esta definición nos puede llevar muy lejos. Cavile sobre ello.
Le confesaré que tengo un problema derivado de mi quehacer cotidiano: cuando uno pasa media vida destripando modelos bio-matemáticos para encontrar una forma viable, real, a partir de la cual se puedan encerrar 32 personas en un cubículo de escasos 50 m2 libres, para un viaje de casi tres años y 59 millones de kilómetros de ida y otros tantos de vuelta sin que lleguen a las manos (es un decir) a sabiendas de la super especialización y el coeficiente intelectual de las mismas, las cuestiones de tipología pretérita como la actitud en los años treinta del ¡siglo pasado! de la iglesia o de lo que sea, aparecen como nimiedades que nos indican lo poco que tenemos los pies sobre el momento que nos toca vivir y lo anclados que estamos en los vericuetos de la memoria. Por cierto, ahora sabemos que en nuestra genética sapiens existe un diez por ciento de genética neandetalense. Esto da que pensar.
Yo, como el turrón, vuelvo a casa una vez al año. España, la tierra donde nací y donde tomé conciencia de mi herencia cultural es demasiado estrecha y coercitiva.
La primera vez que pisé Estados Unidos me preguntaron a bocajarro qué estaba dispuesto a hacer y qué responsabilidad estaba dispuesto a asumir de cara al futuro. Pero esto es asunto de otro costal.
Un saludo.
Sra/Srta. Iris (hermoso nombre de mujer), Vd al igual que la mayoría de los humanos es creyente, tiene fe. Lo que antecede al sufijo "ismo" es lo de menos y sin embargo es lo que lleva a la gente a matarse. Extraño proceder.
Un saludo
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