Un sector de la prensa más conservadora (cuando no reaccionaria) de nuestro país está haciendo una campaña de desprestigio contra el movimiento de los indignados del 15M, muchas veces utilizando argumentos falsos. Se diría que se ha lanzado al ataque frenético contra esa pandilla de indeseables que vociferan por calles y plazas. Interesa acabar con ellos por interés político y por interés comercial, y más intereses que ustedes adivinaran. Este sector de la prensa no está dispuesto a que esa pandilla de ¿hippies?, ¿vagos?, ¿fracasados?, (les llaman de muchas maneras ‘cariñosas’ dando ejemplo de buena ciudadanía), venga ahora a alterar el estatus quo establecido de las cosas; sí, ese que tanto les gusta. El que permite que la mayoría de la población estemos bajo una economía tirana, ultraliberal, de poderosos, de insaciables acaparadores de riqueza. Les gusta que el buen ciudadano esté en la órbita de partidos políticos oligárquicos, que no cuentan con el ciudadano más que para que voten cada cuatro años, y que sean controladores de los resortes políticos, económicos y sociales, como por ejemplo los de las cajas de ahorros, ese bochornoso espectáculo de golfería que hemos vivido desde el inicio de la democracia, al menos, y con más delito’ pues ya éramos democráticos y no estábamos bajo el yugo de la dictadura. Esto es lo que les gusta a esa prensa que defiende unos intereses que no son precisamente los del común de los ciudadanos.
El 15M no es sólo el movimiento de miles de personas en una plaza pública, deambulado o acampando. El 15M es una manera de llamarse al sentimiento que está en el corazón y en la cabeza de millones de personas que no van a las plazas públicas pero que se sienten igualmente indignados. Las propuestas del 15M pueden resultar precarias, imprecisas, infantiles, utópicas, pero traducen el malestar de la población en general, que está harta de desahucios, precariedad en las condiciones de vida de un número creciente de población, políticos incompetentes o ausencia flagrante de ética y moral en muchas actuaciones públicas.
Hay una diferencia, el 15M está organizado y, por tanto, es peligroso, y da miedo al poder político, económico y fáctico. Mientras que los ciudadanos (millones de personas, también indignadas) son entes individuales que están desorganizados y padeciendo lo que les echen, metidos en sus casas, que salen al parque, a una terraza o pasean, y hablan de lo mal que va todo, de su desesperanza, del desánimo de una sociedad que sólo se alegra cuando gana su equipo de fútbol (y no tengo nada contra ello, a mi me gusta también), y así de este modo no son peligrosos para el poder y sus adláteres, y por qué no, secuaces, tiene margen para manipularlos. Estos, los ciudadanos individuales, ni a los poderes establecidos ni a los poderes fácticos causan miedo. Incluso saben que en algún momento serán fácilmente manipulados por la propaganda, como ya se ha hecho otras veces. Sin embargo, el 15M es difícilmente manipulable, y por eso es peligroso.
Hay un sector de la prensa en connivencia con poderes públicos que busca el desprestigio del 15M, en una campaña de propaganda sin límites. Prefieren los corderos a los que se lleva y se trae fácilmente. Es lo que siempre ha ocurrido desde que el mundo es mundo, no vengo a descubrir nada nuevo, pero que no vengan ellos a engañarnos a estas alturas de la película.
No es el futuro del 15M lo que me preocupa, lo que me preocupa es el futuro de este país. Eso es lo que me preocupa realmente. Es el futuro de millones de españoles a los que su nivel de vida les deja al borde de un abismo pecuniario, de precariedad en su vida, de derechos laborales y sociales mancillados… eso es lo que me preocupa. Si alguien alza su voz ante esto, al menos dejémosle que se escuche. No encanallemos más la vida de lo que está. Así que: bajen su voz los secuaces de los grandes poderes, y que se escuche la de los que claman justicia social.
El 15M no es sólo el movimiento de miles de personas en una plaza pública, deambulado o acampando. El 15M es una manera de llamarse al sentimiento que está en el corazón y en la cabeza de millones de personas que no van a las plazas públicas pero que se sienten igualmente indignados. Las propuestas del 15M pueden resultar precarias, imprecisas, infantiles, utópicas, pero traducen el malestar de la población en general, que está harta de desahucios, precariedad en las condiciones de vida de un número creciente de población, políticos incompetentes o ausencia flagrante de ética y moral en muchas actuaciones públicas.
Hay una diferencia, el 15M está organizado y, por tanto, es peligroso, y da miedo al poder político, económico y fáctico. Mientras que los ciudadanos (millones de personas, también indignadas) son entes individuales que están desorganizados y padeciendo lo que les echen, metidos en sus casas, que salen al parque, a una terraza o pasean, y hablan de lo mal que va todo, de su desesperanza, del desánimo de una sociedad que sólo se alegra cuando gana su equipo de fútbol (y no tengo nada contra ello, a mi me gusta también), y así de este modo no son peligrosos para el poder y sus adláteres, y por qué no, secuaces, tiene margen para manipularlos. Estos, los ciudadanos individuales, ni a los poderes establecidos ni a los poderes fácticos causan miedo. Incluso saben que en algún momento serán fácilmente manipulados por la propaganda, como ya se ha hecho otras veces. Sin embargo, el 15M es difícilmente manipulable, y por eso es peligroso.
Hay un sector de la prensa en connivencia con poderes públicos que busca el desprestigio del 15M, en una campaña de propaganda sin límites. Prefieren los corderos a los que se lleva y se trae fácilmente. Es lo que siempre ha ocurrido desde que el mundo es mundo, no vengo a descubrir nada nuevo, pero que no vengan ellos a engañarnos a estas alturas de la película.
No es el futuro del 15M lo que me preocupa, lo que me preocupa es el futuro de este país. Eso es lo que me preocupa realmente. Es el futuro de millones de españoles a los que su nivel de vida les deja al borde de un abismo pecuniario, de precariedad en su vida, de derechos laborales y sociales mancillados… eso es lo que me preocupa. Si alguien alza su voz ante esto, al menos dejémosle que se escuche. No encanallemos más la vida de lo que está. Así que: bajen su voz los secuaces de los grandes poderes, y que se escuche la de los que claman justicia social.
1 comentario:
Siento vergüenza escuchar como se difama a este movimiento. Solo porque son capaces de decir las verdades a la cara.
Un saludo.
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