Las avispas son esos insectos molestos, tanto como las moscas, no sabría si también las de Monterroso, pero más peligrosos, que nos pueden amargar una plácida comida estival. Son voraces y descaradas, y nunca se ruborizan. Exhiben sus colores con impudicia, obscenidad y ostentación. Irrumpen ante reyes, príncipes, amanuenses, repartidores de butano y hasta mendigos, dispuestas a acaparar su comida. Y toda su mala uva la concentran en el culo.
Nos esperan años de dificultades, dice la señora Merkel. Me pregunto hasta cuándo, ¿acaso hasta que algunos hayan saciado la avaricia o encuentren mejor fuente donde extraer riqueza? Mucho me temo que esas dificultades las padecerán todos menos los que están tratando de saciar la avaricia.
Algunos economistas, y algunos sabios de la cosa, nos dicen que estamos ante una crisis de confianza. Por lo pronto, yo confío en los que cada día trabajan ocho o nueve horas, también en los que trabajan doce o trece horas diarias, que los hay, y no menos en la legión de parados (perdón, desempleados) que aguardan ponerse manos a la obra. Este es el verdadero capital que tienen los países: sus gentes. Aunque se me antoja que los que hemos colocado, o nos han colocado, en el poder creen menos en ellos. Quizá la confianza habría que exigírsela a los que no confían en nosotros.
A las avispas se les suelen poner como señuelo varios trocitos de carne a unos metros de donde nosotros tratamos de pasar un rato agradable para que se engolfen en ellos y dejen de molestarnos. Yo lo he probado, y funciona.
No estaría de más ponerles un cebo a las avispas y avispones que están promoviendo y, al tiempo, aprovechándose de la terrible crisis del euro para obtener inmensos beneficios a costa del maltrato de la moneda y de la asfixia, ya en fase cianótica, de los ciudadanos. ¿Qué podemos hacer nosotros, entretanto los gobiernos siguen desorientados y no ejerciendo el mandato que se les ha encomendado: gobernar para los ciudadanos?
¿Se os ocurre el tipo de cebo al que dirigir la avaricia de estos avispados avispones?
Por el momento, si me tengo que quedar con algo, permitidme que lo haga con el excelente regalo que me ha enviado mi amigo Paco Hernández.
Qué menos que compartirlo con todos vosotros.
1 comentario:
¡Vaya con las avispas! Un buen cebo: atraerlas a un agujero negro.
Gracias por compartir el regalo.
Saludos
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