sábado, 19 de abril de 2014

HASTA SIEMPRE, MAESTRO

"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo..."

Este es el comienzo de Cien años de soledad, donde empezó todo ese mundo del realismo mágico en que se convirtió Macondo y toda la obra literaria de Gabriel García Márquez (1927-2014). 

Quizá el elogio más completo a su figura de escritor que se ha dicho en estos días en que hemos llorado su fallecimiento sea: "Supo decir con palabras como nadie todo lo que es el mundo". Y si hubiera una manera de definir todo lo que representa su creación literaria se podría resumir en cinco palabras: "Su obra es la literatura".

Desde aquí, mi modesto homenaje a quien me abrió los ojos a la literatura.
¡Hasta siempre, maestro!  

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